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Archie abrió la puerta del hogar en silencio y se introdujo a la casa. Recordaba la vez en la que Robert le había obsequiado una copia de la llave y hasta esa noche, Archie pensaba que nunca la usaría. Cerrando tras de sí y guardando la llave en sus bolsillos, buscó a su mejor amigo con la mirada por la sala y cocina pero al ver ambos espacios sin señales de él, supuso que estaría en la habitación.

El moreno caminó por el pasillo que daba hasta la habitación de su mejor amigo y llamó a la puerta con sus nudillos. Una aprobación se escuchó desde el interior, haciendo que Archie ingresara y sonriera al ver a Robert sentado en la cama. El moreno caminó hasta esta y tomó asiento en el borde, mirando como el castaño apagaba el televisor con el control remoto.

―¿Cómo sigues? ―Archie llevó una de sus manos a la frente ajena para comprobar si tenía fiebre, al notar que no había una temperatura alta, suspiró aliviado.

―Estoy mejor, no te preocupes. ―le susurró bajando la mirada hacia sus manos. Archie lo miró en silencio y ladeo un poco su rostro.

―¿Pasa algo, Robert?

―No te vayas, Archie. ―murmuró manteniendo la posición. ―No me dejes, te necesito.

―Robert, eres mi mejor amigo, no te voy a dejar. ―el castaño alzó el rostro haciendo una pequeña mueca. ―Pero tengo que irme, tengo que acompañar a Harry, en verdad quiero hacerlo. No es solo por él, es por mí también. Quiero conocer nuevos lugares, aprender muchas más cosas en mi campo laboral. ―el castaño negó mordiendo su labio inferior.

―¿Por qué haces esto?

―¿Hacer qué, Robert? ¿Ser feliz? ―Robert se rio y negó empujando a Archie para tumbarlo en la cama. Inmediatamente se subió sobre él, sujetándolo de las manos con fuerza.

―¡Esto, Archie! Darme celos, estar con alguien más solo para herirme, para hacerme daño. ¿Por qué lo haces? ―Archie forcejeó desde su posición pero Robert como siempre había tenido más fuerza que él.

―¡Esto no se trata de ti, Robert! ¡No se trata de darte celos! ¡Es sobre mí! ¡Mi felicidad! ¡Suéltame!

―¡No! Eso es mentira. Archie, tú me amas, yo te amo, tenemos que estar juntos, lo sabes, lo sientes, sé que es así, sé que quieres que estemos juntos. Joder, yo sé que eso sigue allí en ti. ¡Lo sé, maldita sea! ―Archie cerró los ojos al sentir la presión en sus muñecas y al escuchar aquellas palabras.

―Cállate... ―murmuró.

―¿Por qué? ¿Por qué tengo que callarme? ¿Acaso estoy diciendo la verdad que tú quieres ocultar? ―Archie negó mordiendo su labio inferior. Sentía las lágrimas correr por sus mejillas. Sentía una presión en su pecho. Sentía como su caja torácica se apretaba al punto de dejarlo sin aire. Se estaba destruyendo por dentro.

―No sabes lo que dices... ―murmuró en un jadeo. No quería llorar. No quería romperse frente a él. No podía.

―¿No sé lo que digo? ¡Claro que sé lo que digo, Archie! No puedes cambiarme por alguien que recién llegó, sabes que no puedes... ―susurró juntando su frente con la ajena. ―, lo prometiste. Dijimos que siempre estaríamos juntos, Archie. Que nada ni nadie nos separaría, ¿tengo que recordarte eso? Dijiste que no faltas a tus promesas... ¿por qué ahora lo haces? ―Archie abrió sus ojos y observó los ajenos mirarlo.

―Lo prometí, lo sé, pero hay muchas formas de estar juntos, Robert. Elegimos ser mejores amigos, siempre lo elegiste. Nunca pensaste en mí, en lo que yo podía sentir. Nunca lo hiciste.

―¡Si lo hice!

―¡Mientes, maldición! ―gritó el moreno logrando quitarse al castaño de encima. Con rapidez Archie se bajó de la cama y lo miró. ―Siempre fue sobre ti, Robert. ¡Siempre! Siempre fuiste más astuto que yo, debiste darte cuenta de que estaba enamorado de ti, ¡debiste suponerlo!

―No lo hice... ―susurró el chico bajando la mirada.

―¿Y ahora sí? Lo siento, pero es muy tarde. Estoy con alguien que me ama realmente, estoy con alguien que me quiere, que me valora, que me apoya. Tú... tú solo me quieres porque estoy con alguien más, ¿verdad? Solo quieres poder hacerme daño, solo quieres tener el poder de destruirme otra vez. Pues no lo harás, no te dejaré hacerlo. ―susurró limpiando las lágrimas que caían por sus mejillas. Robert se levantó y lo abrazó con rapidez.

―Te amo, Archie. Lo hago, siempre lo hice. Eres solo mío, lo sabes. Solo mío, por favor Archie, por favor no me dejes, solo tú puedes ayudarme a estar bien, te necesito a ti, solo a ti. Por favor...

―¡Basta! ―Archie se separó jadeando. Sentía que se quedaba sin aire con cada palabra que Robert le decía. Sentía que una parte de él estaba siendo arrastrada por Robert. ―Solo buscas confundirme, solo buscas hacerme sentir mal, hacer que me quede, pero no lo vas a lograr... no, no lo harás.

Archie comenzó a caminar con premura a la puerta principal, mientras que Robert lo seguía con la misma velocidad.

―Archie, por favor... te necesito, mejor amigo. Te necesito. ―le suplicó abrazándolo por la espalda. El moreno intentó zafarse de aquel agarre, pero sus fuerzas se estaban deshaciendo.

Su corazón se estaba quebrando dentro de él, lanzando los cristales por todas partes. Su alma se estaba hiriendo. No quería dejar a su mejor amigo en esa situación pero sabía que era lo mejor, tenía que dejar de sucumbir ante sus manipulaciones. Tenía que ser fuerte por él, por Harry, por ambos.

―Robert, te amo... ―murmuró girándose a ver al castaño. Con sus dedos temblorosos lo sujetó del rostro y lo miró, con la intención de guardar en su memoria cada detalle del rostro de su mejor amigo. ―, pero no podemos hacernos esto. Te amo y quiero que seas feliz, pero no puedo dejar que me hagas esto. No puedes robarme la felicidad, Robert.

―No, Archie, yo prometo hacerte feliz, lo prometo, pero no te vayas, por favor... eres la única luz que tengo en esta oscuridad, por favor. ―un sollozo emergió desde el interior del castaño cayendo de rodillas al suelo. Archie lo siguió y lo abrazó con fuerza.

―Es lo mejor...

―Tú eres lo mejor para mí, Archie. ―el nombrado tragó grueso y negó. Tenía que ser egoísta por una vez en su vida y aunque le doliera como le dolía, sabía que está era esa vez en la vida.

―Pero tú no eres lo mejor para mí... ―susurró y dejando un beso en el cabello ajeno, se separó y levantó corriendo a la salida, sintiendo como una parte de él se quedaba en el interior de aquel hogar para siempre.

Querido RobertDonde viven las historias. Descúbrelo ahora