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Archie abrió sus ojos poco a poco, estremeciéndose al sentir pequeñas caricias en su pecho. Sonriendo, giró su rostro y se encontró con aquellos orbes negros que había extrañado ver todas las mañanas. Harry le sonrió y le dejó un beso en los labios, manteniendo aquellas caricias tiernas.

―Buenos días, amor. ―susurraron al unísono después de deshacer el beso.

Ambos rieron.

Sí, sin duda alguna extrañaban esos pequeños momentos al despertar.

―¿Dormiste bien? ¿Cómo te sientes? ―cuestionó Archie mirando con preocupación al castaño. Harry solo le regaló una sonrisa buscando calmarlo.

―Estoy bien, no te preocupes. Yo decidí hacerlo sin preparación, así que asumo mis consecuencias. ―Archie negó y lo abrazó con fuerza subiéndolo a su pecho. Harry se rio pero luego se colocó algo serio. ―Amor, hay algo que quiero hablar contigo...

―¿Qué pasa, Harry? ―nuevamente la preocupación se hacía presente en el rostro de Archie, que no dejaba de escrutar con la mirada a su novio.

―Bueno... ―suspirando, Harry se sentó en la pelvis de su pareja y jugó un poco con sus manos. Archie de igual forma tomó asiento y apoyó sus manos en la cama para poder inclinar un poco su cuerpo hacia atrás. ―, el proyecto tuvo la aceptación que buscábamos y van a comenzar a aplicarlo en Londres.

―Eso es fantástico, mi vida. ¡Felicitaciones! ―dijo el moreno abrazando al chico. Harry sonrió y correspondió al abrazo separándose unos minutos después. Archie miró la cara de tragedia que tenía su novio y volvió a su antigua posición. ―De acuerdo, ¿por qué no estas feliz?

―Como los chicos y yo somos los creadores, tenemos que estar en Londres para enseñar a los maestros y profesores a poder desarrollarlo... ―musitó. Archie frunció un poco el ceño confundido.

―¿Qué significa? ¿Tendrás que seguir viajando? ―Harry negó mordisqueando su labio inferior. ―¿Entonces qué? Dime, Harry, no tengas miedo.

―Pues, a mis colegas y a mí nos ofrecieron ir a vivir a Londres por uno o dos años, dependiendo de cómo avancen las cosas.

―¿Y tú que les dijiste? ―Harry suspiró y alzó sus hombros mirando a otro lado.

―Les dije que no, pero ellos me dieron la oportunidad de pensarlo...

―Entonces llámalos y diles que sí, que iras a vivir a Londres. ―Archie le regaló una sonrisa a Harry, que lo miraba atónito. ―¿Por qué me miras así?

―Archie, no pretendo irme sin ti y además, no voy a alejarte de tu ciudad. Tienes a tus amigos aquí, tus compañeros, tu trabajo. Tu vida está aquí en Washington.

―Lo sé, pero si tú no estás aquí, entonces no tendré nada. Mira, las oportunidades se presentan una vez en la vida y a veces hay que hacer sacrificios. Es cierto, tengo empleo aquí, y tengo amigos, pero ellos tienen a sus parejas, a sus familias. Tú eres más que mi pareja, Harry. Eres mi familia, mi todo. ―Harry sonrió y cerró sus ojos abalanzándose sobre Archie para abrazarlo. ―No llores, sabes que te apoyo en todo.

―Lo sé, es solo que... ¡Dios! Eres como un ángel, ¿sabías? ―Archie se rio y se volvió a dejar caer en la cama manteniendo el abrazo.

―No, no lo sabía. Quizás lo soy y me borraron la memoria. Siempre cuentas conmigo, Harry y si tenemos que irnos a Londres, entonces comencemos a arreglar las cosas para hacerlo pronto.

Querido RobertDonde viven las historias. Descúbrelo ahora