Capítulo 21

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Antes de que sus labios se peguen con los míos doy un paso hacia atrás empujando levemente su cuerpo con mis manos, negando con la cabeza.

—No podemos hacer esto. Somos exs, si queremos que algo llegara a funcionar entre nosotros tenemos que ir lento, Brayden. No podemos empezar a salir como si nada hubiera pasado, aún me dueles...

Brayden se pone rígido, separándose de mí.
Quedando enfrente mío parado.

Él asiente con la cabeza y agacha está unos segundos. Levanta la cabeza hacia mí.

—Tienes razón, perdona. Me puede todo esto. Quizá tengamos que hacer eso, ir lento, y ver qué va pasando entre nosotros...

Sonrío.

La situación se ha tornado bastante incómoda y el silencio que nos invade ahora es incómodo también.

—¿Nos vamos ya? Tengo frío...
–murmuro abrazándome a mi misma.

Él asiente y estira su brazo abriendo su mano para que la tome y eso hago. Nuestros dedos se entrelazan y nos miramos en una mirada cómplice, él me sonríe, una sonrisa de labios apretados y se gira hacia enfrente caminando juntos hacia la orilla y hacia la arena.

Estamos empapados de agua y no tenemos toalla para secarnos y ponernos la ropa seca va a ser un poco desastre.

—Creo que tengo una toalla en el maletero.

La pregunta de qué hace con una toalla aparece en mi mente, pero él en seguida vuelve a hablar mientras que se agacha a coger la ropa tirada en la arena.

—El otro día fui a la playa con estos, por eso la tengo.
–dice como si hubiera leído mis pensamientos, encogiéndose de hombros.

Asiento con la cabeza.

Agarro mi ropa de la arena y ambos en ropa interior caminamos hacia donde está el coche aparcado.
Tenemos esa suerte de que es de noche, no hay personas y la calle está solitaria. Si no la gente se quedaría extrañada al vernos en ropa interior y empapados de agua.

Llegamos al coche y abre al maletero, sacando una toalla negra con un dibujo en blanco lo que parece ser una calavera y me la lanza. Me la coloco por encima de mis hombros y me seco los brazos, el estómago y un poco las piernas. Cuando termino se la paso pero él niega con la cabeza.

—No me hace falta. Póntela.

En ese momento, él se baja los bóxers quedando al descubierto totalmente y como acto reflejo me tapo la cara con la toalla y me doy media vuelta dándole la espalda. Él solo ríe a carcajadas.

—Ya puedes mirar.
–dice al cabo de unos segundos.

Con temor me doy media vuelta y le veo con el pantalón puesto y las zapatillas, sin camiseta. Suspiro.

—Podías avisar de cuando haces cosas así.
–digo rodando los ojos.

Me coloco la toalla sobre el cuerpo amarrándola a un lado del pecho para que no se caiga y camino hacia el asiento de copiloto, abriendo la puerta y deslizándome por el asiento.

A los dos segundos aparece Brayden sentándose en el asiento de conductor.

Podría, tú lo has dicho.
–dice riendo y poniendo las llaves en el contacto del coche arrancándolo.

—Eres un guarro.
–digo riendo y negando con la cabeza.

—Vamos Alle, no te hagas la finolis. Me lo has visto muchas veces.

Entre nosotros y el destino Donde viven las historias. Descúbrelo ahora