Capítulo 38

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Durante la noche han estado siguiendo las miradas por parte de Alex hacia mi, miradas disimuladas y de reojo pero que las notaba y sé que Brayden también ha tenido que percibir algo, pero no ha dicho nada.
En las dos horas que han pasado no he vuelto a hablar con Alex y por suerte Brayden ha pasado y no le ha dicho nada, temía porque fuera hacia él a echarle algo en cara pero por suerte no fue así.
No a ido a hablar con él para hacer las paces, pero al menos no ha montado ningún follon y lo agradezco, agradezco que se esté comportando y todo vaya bien.
Necesitaba estar tranquila, sin malos rollos, aunque tengo la intuición de que esto no va a durar mucho. Ya sea dentro de media hora, dos semanas o cuatro meses... pero toda la realidad va a volver y sé, que aunque en el fondo quiera que mi amigo y mi novio vuelvan a estar bien y no haya peleas ni discusiones de por medio, van a volver. Por equis razón no terminan de volver a llevarse bien como antes.

Camino hacia dentro de la casa, caminando hacia la cocina donde aparece Mel abriendo la nevera sacando algo y a Alex sentado en unos de los taburetes de la cocina comiendo lo que parece ser un dulce de chocolate. Ambos, al notar que hay alguien más con ellos se giran hacia atrás, mirándome.
Alex no dice nada sigue masticando y comiendo su dulce y Mel me dedica una sonrisa ladeada.

—¿Quieres algo de comer? Hice la compra esta mañana y tengo casi de todo, dulces, cosas saladas, comida basura... ¿quieres un refresco?

Camino hacia uno de los taburetes y me siento en uno de ellos, colocando mis brazos encima de la isla, a dos taburetes de distancia de Alex.

—No gracias, no me apetece.

—¿Estás segura? Tengo esas galletas que empiezan por chips y terminan en ahoy, que tanto te gustan.
–dice mirándome moviendo sus cejas arriba y abajo.

Tuerzo la boca pensando y termino asintiendo.
Realmente no tengo tanta hambre ni apetito, pero unas chips ahoy entran perfectamente.

Mel ríe y saca de la despensa un tarro de cristal donde guarda todas las galletas de chips ahoy y lo deja encima de la isleta. Estiro mi brazo hacia el tarro y agarro una de las galletas dándole un mordisco.

—¿Qué hora es?
–pregunta Mel mientras se sirve una loncha de queso en su sándwich.

Veo de reojo a Alex mirar el reloj que adorna su muñeca y mira hacia Mel; —La una y cuarto.

Mel asiente con la cabeza.
Al terminar de hacerse el sándwich y guardar las cosas que ha usado, se apoya en la isleta mirándonos a ambos con el ceño fruncido. Cómo si estuviera pensando en algo y sospechando algo.

—¿Qué os pasa a vosotros dos? No os he visto hablar en toda la noche.

Miro de reojo a Alex, pero él no me mira, tiene la mirada clavada en la pantalla de su móvil. Pero al escuchar la voz de Mel eleva la mirada hacia ella.

—No pasa nada.
–dice encogiéndose de hombros.

—Chicos, he visto las miraditas que os dabais. Sé que morís por hablaros, ¿por qué tanta distancia? Sois buenos amigos.

Da un mordisco a su sándwich y después bebe del vaso de refresco con su mirada clavada en nosotros.

Me encojo de hombros y muerdo la galleta de nuevo, agachando la mirada hacia la isleta.

—Ya hemos hablado antes. No nos pasa nada.

Ella se cruza de brazos, mirándonos con los ojos entre cerrados; —A ver, entonces, ¿por qué ni si quiera os miráis?

Suelto un suspiro de cansancio y desvío mi mirada hacia Alex, quien lentamente, también desvía su mirada hacia mí, hasta que finalmente nos miramos a los ojos fijamente. Ambos estamos serios.
Yo cortada por el momento de antes y él supongo que también, estábamos hablando y lo que hizo Brayden no estuvo nada bien, no estuvo correcto ni tampoco era el momento.

Entre nosotros y el destino Donde viven las historias. Descúbrelo ahora