Capítulo 2

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Me hago una trenza algo despeinada hacia atrás, agarro mi móvil y me pongo cada auricular en la oreja y salgo de casa.

Hace unos meses empecé a cuidarme físicamente. Corro cada mañana una media hora o como máximo una hora y luego hago ejercicios en casa.
Como saludable y en Nueva Jersey iba al gym, pero como he vuelto aquí aún no me he apuntado a ningun gimnasio.
Empecé a correr por la ansiedad y depresión que tenía encima después de la ruptura con Brayden. Tenía que hacer algo y estaba saturada con todo encima, la ruptura, la universidad, los exámenes, el trabajo.. Asi que, un día una amiga de Nueva Jersey me dijo que a ella le iba bien correr todas las mañanas y le relajaba. Era como un medio de relajación.

Hago unos estiramientos antes de salir de casa y al llegar fuera del edificio empiezo a trotar de camino al parque.
Estoy tan metida en mis pensamientos y en cosas mias, que no me doy cuenta que acabo de chocar contra una persona cuando iba mirando hacia el suelo en vez de hacia enfrente.

Me detengo en seco y miro a la persona que tengo enfrente y mi corazón palpita contra mi pecho.

Trago en seco.

—¿Alle? –dice sin poder creer que este frente a él– Joder ¡cuánto tiempo! No sabía que habías vuelto.
–dice sonriente.

—Sí... llegué ayer.
–murmuro incómoda, quitándome el auricular de una oreja y bajando el volúmen de la música.


Él me sonríe de nuevo, una sonrisa de labios apretados y comisuras ladeadas. Eleva una ceja mirándome de arriba a abajo.

—¿Qué haces a esta hora en la calle?
–dice divertido cruzándose de brazos.

Son las ocho de la mañana.
Normalmente suelo correr a las siete y media de la mañana donde apenas hay gente, todo está más tranquilo y me siento más a gusto.

No me esperaba verle a las ocho de la mañana en la calle. Aunque en realidad, no me esperaba verlo.

—Corro por las mañanas.

Asiente con la cabeza y mantiene esa sonrisa en su rostro aún. No parece incómodo, al revés, parece feliz de haberme vuelto a ver.

Y yo en cambio, me siento incómoda al tenerle enfrente después de tanto tiempo y después de lo que pasó.

—¿Y piensas quedarte solo para vacaciones o vuelves definitivamente?

—Sólo por vacaciones.
–digo con una sonrisa fingida.

—Bueno, está bien. Espero volver a verte otro día, debo irme a trabajar.
–dice haciendo una mueca y deja aparecer una leve sonrisita.

Asiento con la cabeza: —Algun día puede. Adiós, Alex.

—Adiós chica fitness.
–ríe y me despido de él por última vez con la mano y el repite el mismo movimiento.

Trago en seco, incómoda.
Me coloco el auricular que me he quitado y continúo trotando por el camino por el cual iba.

Vuelvo a casa después de media hora.
Dejo las llaves en el mueble de la entrada y entro hacia el comedor donde Marlon está preparándose para irse a trabajar.
Su mirada se clava en mi y me mira de arriba a bajo, eleva sus cejas sorprendido.

—Pensaba que estabas durmiendo. ¿Dónde habías ido?

—A correr al parque. Te dije que empecé a correr hace unos meses.

—Pensaba que lo hacias más tarde.
–dice encogiéndose de hombros.

—Suelo correr pronto porque hay menos gente y hay más tranquilidad. Voy a ducharme.
–murmuro caminando hacia mi habitación.


Entre nosotros y el destino Donde viven las historias. Descúbrelo ahora