Capítulo 35

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Brayden no me ha dicho a dónde vamos a ir, ni si vamos ya mismo a volver a casa o vamos a algún hotel. Lo único que sé es que ha tomado alcohol y a pesar de saber qué hace y qué dice, no veo bien que conduzca estando en este estado. Si nos pilla la policia o le hacen un examen alcoholico nos encontraremos en problemas.

Tengo los brazos cruzados sobre mi estómago, mis piernas hacia la derecha, hacia la puerta de copiloto y mi cabeza girada hacia la ventanilla.
Sé que él alguna vez en algún semáforo en rojo me ha mirado, pero estoy intentando evitar miradas y palabras con él. No tengo ganas de discutir con él y por eso prefiero evadir cualquier cosa.

El coche a los veinte minutos se detiene en la entrada de un hotel. Siento una ligera liberación y tranquilidad al saber que vamos a pasar la noche en un hotel y no vamos a estar no sé cuantas horas metidos en un coche y con él estando tomado.
De alguna u otra manera prefiero que haya preferido venir a un hotel para descansar y mañana seguir el camino hacia casa.

Ambos salimos del coche, Brayden saca la maleta dejándola sobre el suelo la cual yo agarro y él su mochila colocándosela sobre su hombro. Caminamos hacia el interior del hotel llegando a recepción para pedir una habitación para una noche y al tener la tarjeta de la habitación, caminamos hacia el ascensor.

Estamos en silencio, solamente se escuchan nuestras respiraciones y el motor del ascensor.
El ascensor se detiene cuando llegamos a la planta que nos ha tocado y buscamos la habitación 202 y al encontrarla, Brayden pasa la tarjeta en la cerradura y la puerta se abre pasando ambos al interior.
Es una habitación sencilla pero moderna, una cama de matrimonio grande, con un cabecero moderno amoldado, unas vistas hacia los demás edificios y hacia la piscina que incluye el hotel, un baño con una bañera grande y con dos lavabos y un espejo amplio.
La habitación no tiene nada más allá de especial, pero se ve que está cuidada y está todo limpio.

Dejo la maleta al lado del mueble donde sostiene una televisión plasma y Brayden deja su mochila sobre un sofá individual. Se quita las deportivas dejándolas en el suelo, se aparta la camiseta y el pantalón dejando ambas cosas sobre la cama y se da la vuelta en bóxers caminando hacia el baño cerrando la puerta detrás de él sin decir nada.

Suspiro y me quito las converse sentándome sobre la cama con mi móvil viendo las redes sociales para entretenerme, por suerte el wifi del hotel funciona, no tan bien como esperaba, pero hace su función.

A los diez minutos Brayden sale del baño con una toalla sobre su cadera y otra más pequeña que supongo que será la de las manos, frotándose su corto pelo y dejando después ésta sobre sus hombros caminando hacia el pantalón vaquero que ha dejado sobre la cama sacando el móvil y mirando algo en el.

—¿Tienes hambre?
–pregunta sin mirarme.

—Un poco.
–murmuro con la vista pegada al móvil.

—Voy a pedir algo para cenar.

Su cuerpo se mueve hacia el teléfono inalámbrico marcando algún número y después de que le atiendan pide algo de comer.
Cuando termina vuelve a dejar el teléfono en su lugar y camina hacia la mochila sacando unos bóxers, pantalones Adidas y una camiseta blanca de manga corta. Agarra las cosas y se cambia de espaldas a mi, camina hacia el espejo de cuerpo entero del pasillo mirándose en él mientras que con sus dedos intenta acomodarse el pelo, pero está mojado así que se queda sobre su frente y después vuelve hacia la habitación sentándose sobre la cama agarrando su móvil de nuevo.

A los quince minutos o algo más, la puerta suena y Brayden se levanta caminando hacia la puerta abriendo ésta entrando un hombre vestido con un delantal negro y un traje blanco junto a un carrito con la comida tapada con unas tapas de lata. Brayden le da las gracias y el hombre desaparece por la puerta después.

Entre nosotros y el destino Donde viven las historias. Descúbrelo ahora