Capítulo 45

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Estoy con las llaves en las manos a punto de abrir la puerta, con las manos temblorosas, frente a la puerta de casa. Brayden debe de estar en casa, siempre cuando suele irse y yo de casualidad no estoy en casa, me envía un mensaje avisando de que no está. Así que, muy seguro se encuentre aquí.

Suspiro, tomo una bocanada de aire e intento tranquilizarme cómo si nada hubiera pasado, como si no hubiera llorado durante las dos horas que he estado fuera de casa. Sé que debo de tener los ojos rojos e hinchados, aunque he intentado disimularlo con maquillaje que traía Mel en su bolso.

Tomo fuerza e introduzco la llave de casa en la cerradura y abro la puerta lentamente.
Doy un paso y cierro la puerta detrás de mi, la voz de Brayden se escucha de repente provenir de la planta de arriba. Parece estar hablando con alguien por llamada.

Camino hacia el salón dejando el bolso encima de la mesa de centro y caminando hacia la cocina para tomar un poco de agua. Abro la puerta de la nevera y saco una botella de agua fresca, saco un vaso del armario y me sirvo agua.

La voz de Brayden se escucha cada vez más cerca y escucho sus pasos acercarse.

—Ya está todo listo, mañana estoy ahí. Vale, no te preocupes. Si, si... te entiendo. Vale, hasta luego. Mañana nos vemos.

Cuelga la llamada y un silencio se forma en la casa.

Escucho sus pisadas llegar hasta la cocina y después su cuerpo aparecer por el umbral de la puerta. Su mirada cruza con la mía y me dedica una sonrisa ladeada y camina hacia mi. Le dedico una sonrisa algo forzada.
No tengo ganas de sonreír y mucho menos hoy.

Dejo el vaso de cristal sobre la isleta y él se acerca hacia mi quedando en frente mío, colocando sus manos en mis caderas y su mirada clavada en la mía.

—Ya te echaba de menos.
–murmura cerca de mis labios.

—Yo también.

—¿Ha encontrado Mel el vestido que quería?

Frunzo el ceño al no saber a qué se refiere.
Hago memoria y entonces recuerdo que antes de irme, le dije que iba a acompañar a Mel a comprarse un vestido.

—Sí. Pero no sabe que hacer, no termina por convencerle...

—Ella sabrá qué hacer.
–dice agarrando mi rostro y juntando nuestros labios en un corto y rápido beso.

Al separarnos, él me dedica media sonrisa y se da la vuelta caminando hacia la nevera sacando lo que parece ser una lata de cerveza. Le veo desaparecer por la puerta de la cocina, quedándome a solas.

Cierro los ojos por microsegundos y mis ojos empiezan a picar.
Niego con la cabeza evitando que alguna lágrima salga y vuelvo a dejar la botella de agua en la nevera y salgo de la cocina hacia el salón, donde Brayden está sentado en el sofá mirando su móvil y tecleando algo en el.

Su mirada viaja hacia mi cuando me ve caminar hacia él, sentándome en el sofá, al lado suyo pero con cierta distancia entre nosotros. Miro hacia la tele, en la cual están pasando una serie o película de acción que desconozco, pero me quedo mirándola igualmente.

—Tengo algo por contarte.
–me informa y mi atención va hacia él.

Mi corazón se alarma y empieza a bombardear rápido. Está serio.

Bloquea el móvil y lo deja encima de la mesa de centro, mirándome fijamente.
Un nudo se forma en mi garganta.

¿Habrá encontrado el test que guardé?

No lo creo, no puede ser. El nunca mira en el lugar donde lo guardé, sería algo imposible.

Mierda, lo tenía que haber tirado a la basura.

Entre nosotros y el destino Donde viven las historias. Descúbrelo ahora