Extraños

122 27 7
                                    

Al sexto mes del año que murió, me atreví a mirarme al espejo.

Había perdido peso y mi cabello colgaba alrededor de mi cabeza cómo una cascada negra sin vida.

Las semanas pasaron tranquilas después de su muerte. Hakyeon se quedó conmigo, se encargó de que comiera y durmiera lo suficiente. Me ayudó a levantarme cada día para ir a trabajar y me esperaba con la casa limpia y comida en la mesa. Me obligaba a bañarme diario y a vestir formal para mi trabajo, el que se había vuelto una parte importante de mi rutina ya que era lo único que me distraía y evitaba que terminara llorando, trayendo a mi recuerdos con él.

Vivimos tranquilos y con calma, hablábamos lo suficiente sin importancia. Me ayudó mucho con el pasar de ser una bolsa de carne y huesos, a un ser humano. Me refugié bajo sus alas y permanecí consciente de la atracción que me provocaba, eso confirmo que aún poseía un cuerpo vivo.
Traté de seducirlo un sin fin de veces, siendo rechazado todas y cada una de ellas. Me había dicho que yo sólo buscaba un escape de mi mente utilizando mi cuerpo y que él no sería el conducto para vaciarme, que el sexo no arreglaría mi alma ni calmaría mi corazón.

Pero muchas veces terminamos besándonos cuando mis lágrimas se convertían en caudales dispuestos a arrastrarme a la muerte.

—Te estás volviendo loco —susurró mientras le desabotonaba la camisa y besaba su cuello; como muchas otras veces, me detuvo utilizando su fuerza sobrehumana y el poder hipnotizante de su mirada.

—Por favor... —suplicaba —... por una vez permíteme sentir calor ante la frialdad de mi cuerpo.

Mis palabras quedaban en el aire porque desaparecía y regresaba un par de horas después que ya me hubiera tranquilizado, o dejado de llorar.

No mentiré, intenté varias veces suicidarme. Muchas veces solo dejaba de comer o vomitaba la comida, pero Hakyeon chasqueaba los dedos y la comida me parecía tan deliciosa que no podía rechazarla. También provoqué muchos accidentes los cuales esperaba me mataran, pero Hakyeon estiraba sus brazos y evitaba todo tipo de desgracias, incluso puedo asegurar que puso un escudo a mi alrededor. Busqué incontables veces quedarme solo para cortarme la garganta o abrirme los brazos, pero Hakyeon me tenía vigilado todo el tiempo, incluso cuando yo creía que desaparecía en el silbido de su poder.
Él estaba asustado de mi forma por creer que la vida no valía nada y que sin pensarlo podría morir sin ningún signo de consciencia en mi mente. Estaba llegando al límite.

Para evitar más peleas y castigos de su parte, desistí en mis planes y mantuve una corta, pero tranquilizadora paz entre nosotros. No volví a seducirlo y mucho menos regresé a mis intentos de suicidio.

Aunque deseara con desesperación dejar de sentir dolor y salir de esta oscuridad que me quemaba.

***

—¿Porqué tuvo que morir?

Mi pregunta sonó distante en la tina de baño mientras el agua me cubría hasta el cuello.
Hakyeon corrió desde la sala hasta entrar de golpe. Sus manos tenían el control remoto de la televisión y su mirada estaba asustada.

Respiraba con dificultad.

—¿Que pasa? —preguntó y nuestras preguntas se unieron en el eco del baño.

—¿Porqué tuvo que morir y dejarme solo?

Se sentó en la orilla de la tina y me miró con esos hermosos ojos verdes.

—Porque los héroes siempre se sacrifican para salvar el mundo y en este caso, tú eras el mundo de Won Sik.

Me hundí por completo en la bañera, dejando que el agua me cubriera. Cerré los ojos e imaginé que Hakyeon me dejara aquí hasta que pudiera ahogarme.

***

—El rey Ken ha sido derrotado —comentó un día que regresé de trabajar —. Tengo que presentarme ante los jueces del universo rojo y verde o vendrán hasta acá por mi y creeme que no serán nada amables.

No comprendía nada.

—Te explicaré cuando regrese.

—¿Y si no regresas? ¿Estás en peligro?

Me abrace a su cuello y temblé ante la idea de perderlo a él también.

Nuestra vida juntos se había estabilizado de una forma que no entendía. Jamás fuimos amantes ni mucho menos amigos. Hakyeon era un hombre que tenías muy presente en tu vida con sólo saber que te protegía. Si el se iba, la poca luz que me alumbraba desaparecería.

—No hay nada que temer, es un juicio para elegir a su sucesor y todos los hechiceros de alto rango debemos estar presentes. Se hace una ceremonia un tanto peculiar donde hacemos un pacto con una deidad que es liberada y que se encargará de elegir al sucesor. Cada uno de nosotros posee una... "llave" en nuestra sangre que abre el portal de donde saldrá. Por eso es importante que esté presente, no puedo negarme pese a que se hacen sacrificios de los que no estoy muy de acuerdo. Espero que me hayas entendido.

—¿Won Sik pudo haber sido el sucesor? —decir su nombre en voz alta ya no dolía.

—Si, y debido a su poder no se hubiera tenido que hacer la ceremonia, no había duda de que él lo merecía.

—¿Tú podrás ser el nuevo rey?

—Hay hechiceros más poderosos que yo. Lo único que poseo en ventaja es mi inteligencia. Muchos esperamos que el elegido sea un buen hombre, las guerras han acabado con la vida de miles de personas —un silbido salió de entre el enorme ventanal del departamento y trajo tras de sí ese horrible olor a azufre del que ya me había olvidado —. Debo irme ahora, confío que estarás bien. Has avanzado mucho y veo que tus ideas están en orden. Prométeme que cuando regrese estarás aquí, porque te traeré una sorpresa que he estado guardando para ti.

Me dio un beso en la frente y desapareció de entre mis brazos.

El olor desapareció y el fuerte viento se calmó.

El silencio de la habitación me atemorizó.

Por mi mente pasaron un sin fin de recuerdos que me apuñalaron. Mi cabeza daba vueltas como dispuesta a llevarme a la locura. Mi corazón se aceleró y unas enormes ganas de vomitar me atacaron. Estaba solo como no lo había estado desde hace mucho tiempo, por eso mi mente estaba comenzando a traicionarme. Me asusté ante la idea de que caería de nueva cuenta en el abismo de mi dolor, que el sufrimiento aparecería y me llevaría a un lugar oscuro donde nadie podría salvarme.

Tomé a Lu y salí del departamento antes de sofocarme.

Corrí por toda la avenida seguido por el animalito que ladraba y saltaba de la emoción. Buscaba con desesperación alejarme de esos pensamientos que me arrojarían a la muerte. Llegamos hasta el enorme parque cerca de la zona rica de la ciudad. Me detuve para tomar aire y detener la velocidad de los latidos de mi corazón. Las náuseas no se calmaron y mucho menos la sombra negra que estabas un lado de mi dispuesto a tragarme.

Caminé hasta adentrarme en el bosque y buscar una de las fuentes que tenía el parque para que la pobre Lu tomara algo de agua, pero como atraído por un imán, llegué a la orilla del río.

Los recuerdos se hicieron más fuertes y la sombra oscura me tocó al hombro. Todo se agolpó en mi pecho y sin ninguna fuerza de voluntad, me acerqué a la orilla.

El agua pasaba rápido y me dejaba ver como si cientos de almas nadaran bajo su fuerza. Está vez no había luciérnagas alumbrando la noche ni nieve apagando el fuego que me consumía.

—No te acerques más a la orilla, es peligroso. Ha llovido mucho y el cause ha crecido, podría arrastrarte hasta ahogarte.

Por mi espalda corrió un escalofrío.

Me giré hacía la voz a mi espalda y ahí estaba. Won Sik me sonreía entre los árboles con la mano estirada.







ANOCHECER (VIXX Fanfic Yaoi)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora