Rabieta

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Mi corazón palpitaba de forma descontrolada.

Los vitoreos por la nueva pareja de recién casados, hicieron eco en el templo. Todos estaban levantados aplaudiendo y gritando palabras de felicidad hacia los novios que sonreían y saludaban a cada persona a su paso hacia la salida. Yo permanecí sentado junto a N. Tenía tantas preguntas acomodadas en lista en mi cabeza, pero todo se interrumpía cuando aparecían los ojos taciturnos del hombre en la silla de ruedas.

¿Era él, el WonSik del que me enamoré?

—¡Hyung! ¿Qué haces ahí? Debemos ir a la fiesta. Todos han comenzado a salir.

Levanté la vista y uno de mis amigos estaba parado a nuestro lado, mirando con cautela a N. Los otros 2 estaban alejados de nosotros, miraban a todas direcciones y parecía que hablaban entre ellos, pero de igual forma se veían incómodos.

—Sí, lo siento. Me quedé absorto. Adelántense, recuerden que yo tendré que ir en autobús —miré a cada uno y fingí una sonrisa para tranquilizarlos, pero estaba seguro que eso sólo los alarmó.

  — Si necesitas algo, marcanos... ¿estás seguro que todo está bien? 

Asentí con la sonrisa aún en mis labios.

 — Todo está de maravilla.

Salieron justo cuando las puertas de la iglesia fueron cerradas por el pequeño monaguillo que nos miró con recelo. Parecía que no le gustaba nuestra presencia en la iglesia vacía.

—Deberías irte, la angustia de tus compañeros es demasiado palpable.

La oscuridad en la mirada de N refrenaron mis pensamientos.

—Estoy seguro que no les importa lo que me pase. Ahora sólo pienso en lo que me has venido a decir. Quiero saber porque hasta ahora has aparecido.

—Ya te lo he dicho, Ravi está muriendo en este mundo y yo no soy ningún desalmado para arruinar el último deseo de un moribundo. Él, antes que nada, fue mi amigo antes de la guerra. Pasamos nuestra adolescencia compartiendo la desdicha de nuestros poderes. Yo jamás fui tan dotado como Ravi y eso nunca impidió que nuestra amistad fuera verdadera, hasta el día que se enamoró y echó a la borda todo el futuro que le esperaba. Si no hubiera conocido a Leo, Ravi sería ahora nuestro rey.

Un suspiro bastante audible hizo eco dentro del templo.

—El amor vuelve irracional a los hombres —contesté —. Dicen que cada quien escribe su destino, aunque a mí me fue negado ese derecho. Won Sik jugo a ser Dios, ahora el castigo no fue dado por los suyos, sino hasta ahora, aquí en esta podredumbre que me cuentas. Dentro de mí existe el deseo ferviente por preguntarte dónde está para correr a sus brazos, pero la parte racional en mi sabe que debo rechazarlo, porque me hizo daño y jugó conmigo. Aún ahora lo hace. No puedo estar seguro de que no lo esté haciendo en este momento. ¿Qué tal que tú eres solo parte del ajedrez y yo estúpidamente caigo? No quiero volver a ser herido aunque me sienta preparado.

Me levanté y caminé despacio hacia la puerta. Antes de cerrarla detrás mío agregué.

—Pero si es verdad lo que dices, ve a donde él esté y dile que si me ama, vaya hasta donde estoy viviendo y toque mi puerta el número de veces que hicimos el amor. Hasta entonces, creeré.

N no se apareció ante mi durante lo que restó de la noche.

En la fiesta me emborraché y perdí el control. Vomité dentro de una maceta que para mí buena fortuna, nadie notó. Por la madrugada, con el mareo del alcohol, me interne en el lechoso bosque, caminé despacio dando traspiés y deteniéndome en cada árbol a mi alrededor para no caer. Cuando creí estar lo suficientemente lejos de la vista y oídos de los demás invitados que seguían cantando, me senté despacio en un tronco caído y comencé a llorar.

Había dejado de hacerlo cuando mi memoria fue perdiéndose con el pasar de los meses. A veces recordaba y un pinchazo atacaba mi garganta, pero no dejé que mis pocos recuerdos me tumbaran.

El sonido sordo de la noche y los rayos blanquecinos de la luna colándose por las ramas de los árboles, me hicieron perder el valor y enojo que había juntando este tiempo. Dejé que mis ojos soltaran todo el dolor acumulado y mis recuerdos aparecieron de la nada, lo que quería olvidar se interpuso en mi autocontrol, llenando de furia mi corazón. Maldije su nombre, me maldije a mi y grité fuerte para que me escuchará que no volvería a hacerme daño, porque jugar con mi vida podría perdonarselo, pero jamás el jugar con el amor que hizo crecer dentro de mí y que pisoteo al abandonarme y seguir decidiendo por mi lo que era mejor.

Cuando regresé a la fiesta, seguí bebiendo hasta perder el conocimiento.

El domingo en la tarde que regresé a la ciudad, me detuve en una licorería para comprar más alcohol antes de llegar a mi departamento en donde bebí el líquido con incomprendida sed.
Volví a caer perdido en la nebulosa que provoca el estar embriagado.
Estuve largo rato levantándome cada 10 minutos para asomarme a la ventana esperando ver a WonSik cruzar la avenida y acercarse a la entrada; después escuchar sus pesados pasos acercarse a mi puerta y esperar a que tocara, pero la noche llegó acompañado de lluvia sin su presencia.
Mi visión temblaba e impedida por la lluvia, dejé de mirar hacia la ventana. Me recosté en el sillón y dejé que el sueño llegara a mi.

A las 5 de la mañana me despertó un trueno que partió en dos el cielo. Me levanté con precaución debido a la resaca que me recalcaba el porque no bebía. Me asome por última vez a la venta y esperando encontrar oscuridad, ví la sombra de un hombre parada frente a mi edificio. Cerré con fuerza los ojos esperando que la cruda y el sueño interrumpido fueran los causantes de la visión, pero no. El hombre estaba ahí parado, mojandose bajo la tormenta, con la cabeza agachada y el cabello aplastado en su rostro. Mi corazón dio un vuelco y palpitaba con violencia en mi garganta.

De nuevo un trueno hizo temblar la tierra alumbrando con mucha luz los alrededores. Miré al cielo por el susto y en cuanto la oscuridad regresó, baje la vista para mirar al hombre bajo la lluvia, pero este ya no estaba.

Abrí la ventana y me precipité sobre el barandal para buscarlo en los alrededores, pero había desaparecido.

Regresé adentro, con el cabello húmedo y mi corazón sin fuerza. No tenía sentido, no estaba siendo racional. No era justo que ahora me dedicara a esperarlo cada día para ver si aparecía, para perdonarlo, para volverlo a ver.

La lluvia dejo de caer y el amanecer comenzó a abrirse paso.

Me limpié las últimas lágrimas que salieron de mis ojos.

Era tiempo de olvidar.

Jamás sería de nuevo esclavo de nadie.

ANOCHECER (VIXX Fanfic Yaoi)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora