Llamada

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—Hablabas de un esposo. Estabas temblando señalándome como si yo fuera él. Ese abrazo fue tan real que pude percibir una incómoda tristeza. ¿Está todo bien?

Torpemente, contesté.

—No hay nada que quiera decir sobre eso. Tal vez el calor de la tarde me aturdieron.

Regresamos al parque mientras hablábamos sobre nosotros. Me platicó todo lo que hizo en cuanto salió de recuperación y lo mucho que gastó en beneficencias para ayudar con los gastos a personas con enfermedades parecidas a la suya. Su forma de caminar a mi lado y lo rítmicos que eran los movimientos de sus manos, me atraparon. Sonreía mucho, contagiándome. Hablaba mucho, envidiandolo.

—Deberías ver cómo es la laguna, el agua es tan cristalina que parece que no hay nada y que los peces flotan —no había dejado de hablar incluso cuando comencé a sentirme intimidado.

—Sí, algún día. Debe ser hermoso.

Estaba cansado y aturdido. Su sola presencia me hacía dudar de mi autocontrol. Mi cabeza tenía presente que no era él, pero estaba fugazmente cegado por todo lo que representaba. Ese rostro más humano y el olor a su piel me traían tranquilidad

—Te llevaré a fin de año, es una promesa.

Nos detuvimos a mitad del parque y lo encare. La enorme sonrisa y la mirada dulce me apuñalaron directo al corazón. Me tomó de la mano y la acercó a su pecho. Sus latidos eran irregulares.

—Nada me detendrá ahora, no desperdiciaré ni un sólo minuto. Eso incluye no desaprovechar cada momento, cada oportunidad. El futuro es ahora, la vida es este momento -apretó con fuerza mi mano —. Me gustas. Me gustaste desde el momento que te ví. Pensé que quedarías en mi recuerdo y que serías una luz que se apagaría con el pasar del tiempo, pero ahora el destino te trajo a mi.

Su confesión me sorprendió.

Solté su mano y dejé de mirarlo. Sentía su mirada fija en mi.

—Tengo clavado en el pecho un amor tan fuerte que en estos momentos me impide sentir algo más, que no sea sufrimiento.

—¿Tu esposo?

Asentí con la cabeza.

—Él murió y no estoy buscando a alguien con quién olvidarlo.

Volví a verlo y de mis pulmones escapó todo el aire. Me abrazó tan fuerte que sentí cómo partes rotas de mi alma se unieron nuevamente. Me permití disfrutar, imaginando que nuevamente abrazaba a mi Won Sik.

—Estoy dispuesto a esperar. Seré paciente.

—Ni siquiera me conoces, ¿Cómo puedes decir eso?

—Siento dentro de mí que te conozco, que te quiero, que debo protegerte, que debemos estar juntos. Llámame loco, pero la locura trae cordura a la vida de los amantes.

—Pienso que estás loco —contesté con una ligera risa.

—Yo pienso que un poder fuera de nuestra conciencia, me llevó a conocerte. La misma magia que me curó ahora me une a ti.

—Deja de hablar —pedí.

Unió nuestras manos y entrelazadas, caminamos despacio mientras el anochecer se ceñía a nuestro alrededor.

Llegamos hasta mi departamento al que no le permití pasar. Cumplió con no hablar y sólo se permitió abrazarme para despedirse.

Lu corrió desesperada hasta su camita donde se acostó olvidándose de mi.

Caminé directo hasta la bañera y me desnudé con calma. Estaba sumido en una tranquilidad casi pacífica. Won Sik estaba presente en el olor de mi piel, la sensación de sus brazos a mi alrededor despojaron a mi corazón de todas las espinas, provocando que latiera de nueva cuenta.
Me hundí en el agua caliente, recordando la tarde, rememorando sus palabras, su historia. El chico desconocido del hospital que estuvo el día antes de que saliera del coma, su misteriosa recuperación y la conexión que dice sentir por mi.

Salí del baño y me recosté desnudo y mojado en la cama.

Me dormí de inmediato.

***

El día siguiente fue un sábado, del que planifique limpiar los cajones de mi escritorio, de toda la basura que había acumulado en mi vida con Won Sik. No quería tener nada que me recordara a él, ni mucho menos cualquier indicio que me hiciera recaer. Estaba tomando en serio la idea de seguir adelante, de vivir con rectitud y reconocer que la alegría que dejó en mi debería ser suficiente para ser fuerte y no dejarme vencer. Aunque ver las viejas fotos y leer las pocas cartas que hizo para mí, me tumbaran hasta el suelo.

Lloré toda la tarde, vacíe mi cabeza de recuerdos y olí el perfume que le gustaba usar. Poco a poco la noche me hizo sentir mejor, alejado del brillo del día y del enorme peso. En cada foto vino a mi mente el falso Won Sik, que tenía el mismo rostro, pero la esencia era distinta.

El domingo desperté a mitad de la sala dormido en el piso. Desayuné café con un pan duro y metí en bolsas de basura todas su cosas. Dejé para mí una sola foto y la pulsera de plata que me recordaba al color de sus ojos. Bajé todo para que la basura pudiera llevárselo antes de que me arrepintiera, pero en el portal del edifico, la sonrisa y mirada taciturna de Won Sik me abofeteo en la brillante mañana.

—Por favor no creas que te estoy acosando -dijo en cuanto me paré a su lado —. Estaba preocupado por ti, se te veía muy claro en el rostro la depresión que estás pasando y lo entiendo, la muerte de un ser amado es lo más terrible del mundo, yo perdí a mis papás hace diez añ...

—Por favor deja de hablar.

Me ayudó a sacar la basura y colocarla en los contenedores de la calle. Subimos hasta mi departamento donde de nueva cuenta no le permití entrar.

—¿Al menos puedo tener tu número?

Negué con la cabeza.

—Tú dame el tuyo y yo te llamaré.

Sacó de su cartera un ticket y escribió su teléfono. Me entregó el pedazo de papel el que guarde en la bolsa trasera de mi pantalón sin prestarle atención.

Me despedí de él con la mano y entré a mi pacífico hogar, que se veía vacío y lúgubre.

***

El lunes me desperté temprano y salí a trabajar. Todo el día acomodé el inventario y actualicé el sistema de embarques. Ocupé mi cabeza en llenarme de información y preocupaciones de mis labores. Mi jefe me felicitó por ser tan buen empleado y elogió la fuerza que poseía por ser eficiente y obediente.
Regresé a casa por la noche, cené un pedazo duro de pan y tomé agua hasta llenarme. Hakyeon había dejado suficiente comida, pero mi ánimo no incurría en cocinar, el apetito jamás volvió a mi.
Me recosté en la cama y dormí durante toda la noche. A la mañana siguiente, seguí la rutina del lunes. El miércoles me quedé más tiempo para trabajar y regresé en taxi a mi casa. El jueves me corté con un abre cartas y pude salir antes del trabajo, aproveché la tarde libre y fui al centro comercial para comprarme un celular.

Agregué el número del falso Won Sik.

Por la noche cené fideos instantáneos y refresco. Saqué a Lu para que hiciera ejercicio y me animé a correr un poco.
El viernes trabajé menos horas, mis compañeros salieron temprano para ir por unos tragos, se atrevieron a invitarme, pero me negué. En vez de eso, compré una botella de whisky y en la comodidad de mi casa, bebí toda la noche, reconfortándome para olvidar otra vez.
El sábado por la mañana, me despertó el incesante sonido del timbre de la puerta. Al abrirla ví a Won Sik con un par de cafés y pan en una bolsa. La cabeza me dolía y el sabor a vómito me dieron más náuseas.

Me quedé en el umbral de la puerta mientras lo veía parado frente a mi. El pasillo estaba vacío.

—Hola —saludó —. ¿Esta vez puedo pasar?

No tenía ánimos para rechazarlo. Le permití la entrada y lo hice caminar hasta la cocina donde se sentó y sacó los sandwiches que había traído.

—No quiero ser grosero, anoche bebí mucho y no quiero que estés aquí, así que díme ¿A qué debo tu visita? —me senté frente a él, con la cara sucia y la pijama manchada. Agarré el vaso de café y lo bebí a sorbos.

—En la madrugada, recibí una llamada tuya donde me pedías que te ayudara, que me necesitabas.

ANOCHECER (VIXX Fanfic Yaoi)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora