Pausa

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La puerta estaba abierta así que entré sin pedir permiso.

El enorme cuarto con el papel tapiz antiguo, estaba en penumbras. Caminé despacio evitando tropezarme con algo. La respiración cavernosa de alguien me detuvo. La tos volvió al cuerpo de ese alguien que me hizo entrar ahí.
A lo mejor fue mi desesperación o la extraña sensación de euforia, pero me acerque más invitado por la calma de la casa. Me sentía atrapado e hipnotizado por el lugar, como si un imán me estuviera atrayendo.

Estuve a punto de soltar el paquete que me apretaba al pecho, cuando la luz del lugar fue encendida. Todo a mi alrededor cobró color y fue entonces que me sentí un total idiota.

—¿Que hace usted aquí?

Voltee hacia atrás y me encontré a un joven con el rostro serio, acercándose con paso veloz.

—Disculpe la intromisión, soy el mensajero Jung. Vengo de parte de la paquetería express del ...

—Eso no me importa porque puedo deducirlo por el overol que portas. Te pregunté qué haces aquí.

La belleza impactante, a pesar de las cejas curvadas, no me hizo dudar que este chico fuera algún famoso.

—Reitero mis disculpas. Nadie me recibió en la entrada a pesar de que la puerta se abrió ante mi. Entré esperando encontrarme al señor... —revisé las indicaciones en las hojas que traía la caja —... Lee Hong Bin.

Alcé la vista y sus ojos seguían inexpresivos mirándome con enojo. Era como ser observado por un enemigo.

—Soy yo ¿Dónde debo firmar? Es tiempo de que te vayas.

Saque la máquina eléctrica donde el chico firmó y le entregué el paquete que revisó con cuidado.

—¿Nadie te enseño a respetar? —la pregunta, salida de la garganta de alguien con un respirador, me tomó por sorpresa.

Ambos nos giramos para ver al hombre con pijama y sentado en una silla de ruedas controlada por un motor, acercarse a nosotros.
Todo el cabello negro le cubría la mitad del rostro y su cuerpo se veía frágil bajo la ropa, pero lo que más pena me dio, fue la máscara de oxígeno aferrada a su rostro como si estuviera encarnada.

—No deberías estar aquí. La luz te hará desmayarte de nuevo.

Hong Bin se acercó presuroso al hombre de la silla agachándose ante él.

—Aunque fuera el mensajero, quería ver otro rostro que no fuera el tuyo —fue entonces que, a pesar del temblor de sus manos, se quitó la máscara de oxígeno mostrándome que el rostro detrás, era más familiar de lo que la torpeza de mi mente pudiera recordar.

Won Sik apareció ante mi, con la cara demacrada y el brillo de sus ojos apagado. El estómago se me revolvió y en mi garganta apareció un nudo.

—Si y por eso mismo he intentado muchas veces hacerte salir al patio para que veas al menos a los vecinos.

Mi mente flotaba sobre mi cabeza mientras me debatía entre gritar o llorar. Me entraron enormes ganas de correr a abrazarlo, pero la tristeza del semblante y el hecho de que Won Sik me miraba con cierto aburrimiento, me hicieron pensar que a quien veía no era otro más que un Won Sik de esta "dimensión".

—Hey, mensajero. Por favor retirate.

Cerré los ojos dejando a un lado mis sentimientos de dolor de ver a este Won Sik en tal estado y, en muchos años de ser tímido y retraído, me atreví a ser más valiente.

—Sí, pero antes quisiera poder preguntar sobre su padecimiento, es usted muy joven como para verlo en éste estado. Espero no ser inoportuno —aclaré.

—¡Pues claro que lo eres! —respondió de inmediato Hong Bin —. Eres alguien muy entrometido. Por favor retirate.

Y así como habló, me tomó del brazo y comenzó a empujarme hacia la salida.

—¿Nadie te enseñó modales? Es la primera vez que me doy cuenta que necesito más contacto humano y tú vas y quieres terminarlo.

Won Sik no nos miraba, se le veía triste y sobre todo cansado en aquella silla. Mi corazón se estrujó como aplastado por un sentimiento de pérdida.

—Joven mensajero, agradezco que estés interesado en mi salud y no es ningún atrevimiento. Estar recluido aquí me ha hecho olvidar que hay vida afuera de estás 4 paredes y que no es justo que me pudra aquí adentro. Bin, hermano mío. Por favor invita a este joven el fin de semana que se celebra mi cumpleaños, sé que me tienes una fiesta sorpresa de la que estoy seguro, ninguno de los familiares y amigos que invitaste, vendrá. Espero que él pueda acompañarnos.

Terminó de hablar y giró la silla para adentrarse hacia el oscuro cuarto del que había salido.
El ruido de las tablas cediendo al peso de la silla de ruedas, se fue haciendo más bajo hasta que el silencio nos acogió.

—Ya lo haz escuchado. La recepción inicia a las 3 pm. Dame tu nombre y número de teléfono para enviarte la dirección. Ahora, si no piensas desequilibrar nada más, retirate por favor.

Le escribí mi nombre y número en un pedazo de papel y echó a andar hacia la puerta mientras yo iba siguiéndolo detrás. En cuanto pisé la acera, cerró la puerta principal con un azote.

Esa pequeña y afilada espina que me mantuvo sedado todo este tiempo, se movió, dejando un recordatorio. Ese no era mi guardabosques y yo no significaba nada para él. Ese chico de la silla de ruedas poseía el cascarón de Won Sik sin ser él. Reconocí entonces la desesperación que de seguro sentía cada vez que viajaba a los diferentes multiversos y se encontraba con su Leo, que al final no era Leo, pude sentir el dolor en el pecho de verlo tan cerca y saber que no es él.

Podría intentar comprender. Entender sus razones y adivinar porque hizo lo que hizo.
Won Sik merece ser feliz, porque luchó incansablemente por tener a su lado a la persona amada y que le fue arrebatada. Yo fui un títere más, y no hay problema, porque ahora entiendo la desesperación, la frustración y la añoranza.

En este justo momento, me encuentro en su misma posición.

***

Por la noche, recostado en mi cama, el mensaje con la dirección de la fiesta llegó. Revisé en internet el lugar y era un extenso jardín oriental para fiestas de gran alcurnia. Agradecí tener un traje negro que siempre me sacó de apuros y esperé con alegría que llegara el sábado.

ANOCHECER (VIXX Fanfic Yaoi)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora