ANOCHECER (VIXX Fanfic Yaoi)

New Soul

La tierra tembló bajo mis pies.

El silbido del viento fue muy fuerte y penetrante, tanto que tuve que tapar mis oídos con las palmas de mis manos.
Me giré para ver de donde provenía el sonido, entonces vi a Won Sik caminando con los dos brazos estirados con los puños cerrados. Su andar era lento, su cabeza miraba hacia arriba y pequeños remolinos de viento giraban a su alrededor.
Estuve quieto esperando verlo correr hacia mi, abrazandome y diciendo que todo estaría bien, que él me protegería, pero no lo hizo, ni siquiera se dirigió hacia mi, sino a la entrada del camino de tierra, dándome la espalda.

—Tardaron demasiado para venir. Cometí un error pero no volverá a repetirse. Estoy mas que protegido de ustedes, soy invencible recuerden, nada de lo que hagan impedirá mi proyecto, mi vida, el amor que sigue penetrante en mi corazón. Ustedes morirán por retarme y no dejarme cumplir lo que tanto les rogué —su voz era parecida a la del viento, se escuchaba como dentro de un silbido.

Y la amenaza era clara.

Hakyeon salió de uno de los extremos del camino y se acercó hacia nosotros. Me mantuve quieto conteniendo la respiración pero ahora estaba contento, mi corazón palpitó de júbilo cuando vi a mi amado Won Sik. Estaba alumbrado por la luna y su hermoso rostro parecía concentrado profundamente.

—La tierra llama a sus hijos malcriados. Los seres como tu deben ser controlados. Mañana mismo serás enjuiciado o esta perfecta noche, todos pelearemos hasta la muerte.

Permaneció con los brazos colgados sin vida a sus costados y su cara no mostraba emoción alguna.
Won Sik entonces bajó los brazos y los remolinos de viento desaparecieron. El sonido natural del bosque regresó pero la lluvia desapareció.

—¿Venimos? Sólo puedo sentir tu presencia mi viejo amigo N.

"¿N? ¿Él en verdad no es Hakyeon? Dime por qué es idéntico a él ¿tu sabes la razón? Dijeron cosas malas de ti, pero no puedo creerles. Ellos dicen que quieres mi cuerpo. Dime que ellos mienten, no puede ser posible. Yo te amo y no quiero que nada nos separe."

Hablé de prisa en mi cabeza con las ideas revueltas y mostrándole fragmentos de lo que N me había dicho. Pero Won Sik me ignoró aunque algo cambio en él. Su postura se puso más tensa y parecía que volvía a cerrar los puños.
Entonces, una esfera enorme de aire salió de la tierra y lo impactó sin hacerle nada más que despeinarlo.
Todos miramos de donde esa magia había salido y encontramos al chico de ojos rojos que habían dejado de ser negros regresando a ese terrible color.

—¿Ahora si tienes miedo? —preguntó el extraño chico erizandome la piel.

Si Won Sik era tan fuerte como ellos decían ¿por qué le tendría miedo a alguien como él?

—El rey Ken mandó a toda la caballería ¿tan desesperado esta por detenerme? No lo culpo, aun así no eres suficiente para matarme. Tus trucos infantiles no servirán de nada.

Las manos de Won Sik se estiraron hacia el cielo provocando que una espesa nube negra saliera de entre sus dedos. Arrojó esa negrura hacia el joven que lo miraba con una sonrisa burlona en los labios y que detuvo el ataque con la palma de su mano, fue como si ésta se tragara la nube.
Después ambos corrieron uno hacia el otro y al chocar, comenzaron a golpearse ocasionando que chispas salieran de sus cuerpos. Cada uno se dedicó a hablar en un lenguaje extraño mientras sus puños chocaban entre sí, y al mismo tiempo hacían movimientos con los dedos y de estos salían rayos, esferas y sonidos parecidos al del metal chocando entre sí. El aire se volvió imposible de respirar y tuve que correr hacia el granero, la tierra vibraba descontrolada. Ambos peleaban con magia algo que jamás comprendere. Rugian y gritaban, y cuando menos lo esperé, vi que a ambos les sangraba la boca. Ninguno de los poderes que lanzaban los tocaba, pero ambos escupian ese líquido rojo.

Me asusté de la posibilidad de que lo mataran. De que pudieran matarnos. Ante este peligro yo no podía hacer nada mas  que observar el increíble espectáculo. Las luces y los colores de lo que salía de sus manos era imposible de no mirar, sus gritos llenos de frases incomprensibles eran hipnóticos sin olvidar que la muerte acechaba en cada uno de sus conjuros.
La tierra seguía temblando, mis manos sudaban y el frío desapareció. El azufre en el aire era irritante pero no huí, me quedé ahí a ver a Won Sik pelear por los dos, a observar en todo su esplendor lo que él era y lo que hacía. Nunca vi nada de lo que su poder significaba, sólo trucos y el movimiento de objetos. Pensé que sería difícil vivir a su lado si escapabamos de esto, al parecer sus hermanos querían eliminarlo de cualquier forma, ellos no serían los únicos que vendrían por nosotros. Cada día seríamos cazados y tendríamos que huir siempre. ¿Cómo puede el amor sobrevivir a eso?

—Tus pensamientos crean dentro de ti un escudo que ha evitado que Ravi cumpla antes su plan, eso te ayudará, no lo olvides —Hakyeon o N como lo había llamado Won Sik, estaba a mi lado hablandome al oído. No me asusté y mucho menos me sorprendí, ya nada podría hacerlo —. Tal parece que serás un mortal bastante difícil. Aquel hechicero que amas te ha puesto un campo protector impenetrable. Ahora depende de ti si dejarás que cumpla su plan o serás lo suficientemente inteligente para no morir.

Un profundo hueco en mi pecho me hizo suspirar. Ellos insistían en detenerlo, de hablar de su "plan" maligno, de que yo era pieza clave.

—¿No entiendes que nos amamos? Él está peleando por los dos, lo puedo sentir. Quiere que estemos juntos y que ustedes lo dejen en paz. No sabes el miedo que les tiene, ya mataron a su primer amor y ahora quieren hacer lo mismo conmigo... nada los detendrá y él peleará, yo peleare...

—Perderas y nosotros también. Él ganará, siempre lo ha hecho. Nadie ha podido detenerlo aún cuando ha matado a muchos chicos como tu, hombres a los que le ha hecho la vida imposible para que corran a sus brazos. Él es encantador y embustero, el diablo que tu conoces, se esconde dentro de esa vasija vacía que vez por cuerpo. Ha dejado de sentir amor hace muchos siglos. Si mueres, podremos detenerlo, parariamos su dolor, ese que lo ha hecho cometer tantos crímenes y tu te salvaras de su locura. El no te ama, solo te lo ha hecho creer.

Un rugido estridente nos paralizó, N y yo volteamos hacia el campo de batalla y vimos a dos hombres tirados en el piso. Me precipité desesperado hacia Won Sik que ya estaba comenzando a levantarse y N hacia el otro chico.

—Tus absurdas y estúpidas amenazas no son nada. Aprende de los errores que has cometido durante nuestra rivalidad y rindete. Eres el hechicero más débil y patético. Maldigo por siempre tu alma viejo y entrañable amigo, pero esta noche no lo conseguirás.

Lo abracé para ayudarlo a incorporarse. Me tomó de las manos y las apretó fuerte contra su pecho. Nuestras miradas se enfocaron, entonces me sonrió. Tenía sucia la cara y sus labios estaba manchados con el rojo intenso de la sangre, pero sus ojos mostraban el amor que yo sabía me tenía. Pelearia por protegerlo, por el amor tan intenso que me haría sobrevivir por el y por ese futuro que deseo a su lado.

—Manchaste nuestro nombre, nuestro código y nuestro honor. Por eso te odiamos, porque no es posible...

—... no es posible que nadie me pueda vencer. Lo sé, muchos que han caído por mis manos me lo han dicho antes de morir. Agradezcan que tengo en la mente algo más que el poder de eliminarlos para siempre, respeto la amistad que se ha colgado de mis hombros durante todo este tiempo y ahora tengo compasión por ustedes dos. Pero la maldición esta hecha, he lanzado la última parte de mi hechizo y esta noche seré libre.

Lo ayudé a levantarse sin quitar la vista del chico de ojos rojos que parecía inconsciente y del hombre idéntico a Hakyeon. El viento dejó de soplar mientras que las nubes de la noche se agolparon sobre el cielo haciendo que volviera a llover como si nunca hubiera dejado de hacerlo. El olor a azufre desapareció y el frío paralizante regresó. La magia se había esfumado.

Won Sik y yo comenzamos a caminar de regreso por el camino de tierra. Cojeaba y se sostenía el costado donde las costillas deberían estar.

Nos adentramos al bosque sin temor y fuertemente aferrados uno del otro.