●Capítulo 13●

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Ethan



30 de julio.



— Eres un gran...— Aarón busca la palabra exacta para definirme.

— ¿Estúpido, perro, idiota, unineuronal?— Drake aporta sus ideas de insultos.

— Grandísimo idiota – termina Aarón.

— Ya entendí, ya entendí. Debí haberle... dicho antes que ya habíamos tenido sexo. Pero no lo sé, sentí que si le decía arruinaría todo.

— Pues la cagaste y feo, hermano.

Ruedo los ojos. Yo no he venido a comentar nada de esto.

— Muchachos. No he venido a hablar de esa situación. Les vine a pedir ayuda porque no encuentro a Ava, dejó todas sus cosas en la casa y he salido a dar varias vueltas en el auto, aunque no la ha encontrado.

Drake niega con la cabeza masajeando el puente de su nariz, pero en realidad parece más divertido por esta situación que preocupado. En cambio Aarón se ve completamente serio y bastante molesto.

— Bien... Tengo un plan, pero no pueden decirle a nadie ¿Okay?

Ambos asentimos y empezamos a escuchar a mi tatuado amigo.




Dos horas más tarde estamos los tres sentados en la sala de espera del hospital. De alguna maldita forma Aarón se enteró de que Ava estaba aquí, que la habían ingresado hace bastante rato y por suerte vinimos lo más rápido que pudimos, en mi mente esperaba lo peor. La enfermera nos dijo que tuvo una baja de azúcar, parece que no se ha estado alimentando bien estos últimos días.

Una vez que la muchacha termina de responder las preguntas rigurosas que le estaba haciendo Drake, pasó por al lado de la enfermera y me encamino a la sala.

— Solo puede entrar una persona con ella, al menos hasta que despierte — dice a mis espaldas. Sigo caminando – y ahora la señorita Chuck está con alguien, usted no debe entrar...

Me detengo.

Me volteo con el ceño extremadamente fruncido, pero antes de que pueda replicarle, la enfermera ya se ha ido.

— Creo que la has asustado...— murmura Drake con cierta diversión.

— Ethan, no entres.

— ¡Al carajo! Está con alguien que no sé quién putas es. Entraré, al carajo las reglas de visita.

Y entró a la habitación.

Mis ojos se abren un poco al ver la escena que tengo enfrente. Mis puños se cierran y mi mandíbula se tensa, completamente rabioso.

— Ethan...— murmura Ava, sorprendida de verme. Su aspecto hizo que mi enojo se esfumara al instante. Está pálida, con unas terribles ojeras debajo de sus ojos y tenía un suero conectado a su brazo. Me acerco a ella con cuidado, se había ido de casa un par de horas y me lamento por lo que le ha pasado, esto es mi culpa.

Se notaba cansada, como si hace días no durmiera, pero no era así. Sus ojos eran lo que me preocupaba, había desaparecido la dulzura con la que me miraba hace unos días. Ahora... en sus ojos se podía ver enojo y dolor. Le había ocultado un secreto bastante grande, y no tuve los huevos para decírselo.

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