●Epílogo●

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¡Hola! Realmente me hace feliz que hayan llegado hasta este punto de la historia y espero que la hayan disfrutado porque me esforce mucho con ella, pero la escribí hace varios años y es un BORRADOR, así que tiene algún que otro error todavía.

Espero que les haya hecho querer saber más de estos personajes, porque la historia no termina aquí. A este libro le siguen:

#2 "Mi destrucción"

#3 "Consecuencias"

Nos veremos en el próximo libro y en las ediciones.

¡Los amo!

Recuerden que un voto y comentario me ayudan mucho con la historia.



Ava



10 de julio.





— Definitivamente pareces una embarazada de cinco meses con mellizos.

Alzó las cejas y volteo para observarlo, me sonríe con inocencia y me agacho para buscar uno de mis zapatos, pero él ya se encuentra levantándose de la cama de un salto.

Apuntó y cuando estaba por entrar al baño, se la arrojó y logró darle en la cabeza haciendo que se queje y lloriquee.

— ¡Ava!

— Jodete por llamarme gorda – me cruzo de brazos con molestia y muerdo el interior de mi mejilla para no llorar, últimamente he estado muy sensible.

— Solo quería decirte que parecías más embarazada. Antes solo tenías una pancita chiquitita – se excusa David antes de que vuelva a golpearlo, me siento en la cama con las piernas cruzadas y suspiro.

— Supongo que es la ansiedad y el miedo, he estado comiendo mucho.

Asiente y se acuesta boca arriba sobre la cama, mira al techo y me quedo observándolo intentando entrar en sus pensamientos, un viejo juego que hacíamos desde pequeños.

— ¿Estás intentando leer mi mente, Ava? – abre un ojo observándome y tiene una sonrisa divertida en los labios.

— Sí – rio y pongo mi palma en su pecho haciéndole cosquillas, toma mi mano entrecerrando los ojos y vuelvo a reír.

El silencio se instala en la habitación, cierro mis ojos, pero el recuerdo de las últimas respiraciones de Ethan, su último jadeo aparece en mi cabeza. Me levanto de la cama con rapidez y camino hacia la radio, la enciendo y David me observa con el ceño fruncido.

— Ava sabes que eso no está bien. No puedes oprimir tus pensamientos.

— Si puedo y haré, el silencio me trae los recuerdos y no los quiero David.

— Ava...

— No, cállate.

— Ava si no los aceptas te torturaras con ellos siempre. Sí, fue estúpido de su parte ir con esas jodidas locas pero estás bien y él... pues más o menos.

— Lo extraño tanto. – susurro y me siento en el suelo, me tapo el rostro conteniendo las lágrimas y escucho sus pasos acercarse.

— Yo sé que lo extrañas, mucho – acaricia mi espalda y no puedo evitar que un sollozo escape de mi boca, se arrodilla a mi lado y me da un pequeño abrazo conteniéndome —. Pero siempre lo tendrás en tu corazón y en tus recuerdos.

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