●Capítulo 3●

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Ethan



Casi escupo el contenido de la lata en el momento que escucho lo que dice el hombre canoso al cual solía llamar padre. Cuando era pequeño veía a Andrew como un padre, ya que mi donante de esperma biológico nos abandonó cuando yo solo tenía tres años. Este señor, canoso y con un contexto físico militar, muy diferente al que recuerdo, sigue teniendo un lugar en mi corazón.

En verdad casi no recordaba a Ava, pero joder, imagine demasiadas cosas sucias cuando la vi agachada buscando algo en la nevera. No pueden venir y decirme que es mi hermanastra.

Doy un leve asentimiento con la cabeza hacia la pareja y pasó, con rapidez, por medio de entre ellos dos.

Debía irme lo más rápido posible, antes de que vieran mi entrepierna. Joder con solo pensar en su trasero me ha dado una gran erección.

Camino hacia mi cuarto y en cuanto llego me sacó la camiseta arrojándola al suelo.

Siento que la conozco de algún jodido lado, esos ojos. No son celestes, ni muy verdosos o algo por el estilo, pero ese color avellana me llama demasiado la atención y siento que no es la primera vez que tengo la satisfacción de poder apreciarlos.

Niego con rapidez sacando sus ojos de mi cabeza y reviso mi celular. La linda foto de Katherine, me indica que ella me está llamando.

— ¡Hola! – río al escuchar un grito y luego el ruido de algo que se cae en el fondo. Sé que se encuentra bien, porque ella es muy torpe y no muy cuidadosa.

— Hola, lo siento por el desastre, pero es que... ¡Cole no te metas eso en la boca! – chilla. Alejo el celular de mi oído porque en verdad en cualquier momento mi tímpano se va a deshacer. Suspira dramáticamente y vuelve a hablar – Lo siento otra vez, a este perro le gusta mordisquear cosas – ríe. Pero su risa se nota distinta. Más apagada diría yo.

Me siento en la cama esperando a que ella hable. Sé que quiere decirme algo por qué hace unos ruiditos raros cuando está nerviosa.

— Debo decirte una cosa.

— Dispara.

— Creo que... Estoy embarazada.

Me quedo callado unos segundos esperando que salte y me diga: "¡Claro que no, es una broma!" Pero no lo hace. Solo hay silencio de los dos lados de la línea.

— Es... ¿En serio?

Silencio.

— ¿Katherine?

— No me encuentro segura todavía.

En estos momentos estoy sintiendo un revoltijo en el estómago. Es solo una niña, es mi mejor amiga y lo hemos hablado miles de veces de cómo debe cuidarse. De las pastillas, de los condones, de todo. Puede que se haya equivocado y los métodos no hayan funcionado, pero jodida mierda, es solo una niña.

— ¿Quién es el padre?— cuestionó luego de recuperarme de la sorpresa. Del otro lado se escucha un sollozo y siento que mi corazón se estremece.

— E- él no es de aquí – dice con la voz quebrada. Respiro hondo cerrando los ojos.

Ella hace algunos meses había estado en un viaje en Italia. Se había ido de visita con dos de sus amigas y me comento que conoció a un chico, que tuvieron sexo un par de veces, pero que fue por diversión, nada serio. Hasta este momento.

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