● Capítulo 21 ●

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Ava



19 de agosto.



— ¿Estás segura de esto, Ava...?

Bufo. No lo logrará, ya he tomado mi decisión por más que sienta que mi corazón se desgarra.

— Sí papá. Será lo mejor...— termino de guardar las camisas que llevaré, entre otro tipo de prendas. No son demasiadas, ya que no tengo muchas mangas cortas. Miro el reloj de la mesa de luz al lado de mi cama y hago una leve mueca – Además la abuela dejará de quejarse de que no me ve tanto y que la he olvidado.

Él suspira triste, de verdad está angustiado con mi partida y no entiende por qué mi repentino deseo de querer ir a pasar un tiempo de calidad indefinido con mi abuela.

Pasó una mano por mi cabello intentando recordar qué es lo que me falta y suspiro aliviada cuando mi padre me entrega el libro que estaba leyendo. Le susurro un gracias acompañado con una sonrisa mínima y lo guardo en mi mochila de mano. Escuchamos el llamado de Vanesa y sin mirar atrás salgo de mi cuarto.

Es lo mejor, es lo mejor para él. Es lo mejor para todo.

Y eso es lo que no paro de repetirlo durante el viaje completo, intentando convencerme de que era verdad.



18 de octubre.




— ¡Jodida mierda, David! – me quejo.

— ¡Esa boca, Ava! – la abuela se aparece tras nosotros, dándome un golpe en la frente. Refriego esta con el dorso de mi mano haciendo una mueca de dolor.

David suelta una risa, pero mira horrorizado a la abuela y ella rápidamente, casi como un ninja, le golpea la frente dejándole una marca roja y logrando un quejido por parte de él. Por suerte le dio un golpe más fuerte a este idiota.

Estoy tentada a reírme. Pero sé que la abuela nos dará otro golpe y en verdad, los da con fuerza. Al menos desde hace rato ha dejado de golpearnos con las chanclas.

— Esto es tu culpa – me susurra David haciéndome rodar los ojos. Ambos nos vamos de la cocina dándonos empujones y riendo mientras salimos hacia el exterior de la casa. La vivienda de la abuela es realmente grande, y el jardín lo es triple. Amo este lugar, aquí es donde suelo venir para despejar mi mente los días que me siento triste y extraño mi hogar. Londres.

Durante este mes me he encontrado sintiendo una constante montaña rusa de emociones. He estado en la cima de la felicidad, compartiendo con mi familia y viejos amigos, y hasta nuevos que conocí en este poco tiempo que estuve aquí. Pero también me encontraba en un jodido pozo de tristeza, había días en los que me la pasaba envuelta en mi cama como un ovillo de lana y llorando recordando lo perra que he sido con Ethan. Me fui, lo abandoné y ni siquiera fui capaz de despedirme. Él me llamó varios días, semanas que me envió mensajes o intentó contactarme de distintas formas. Sin embargo lo he rechazado, lo he sacado de mi vida. Aun así no lograba hacerlo de mi cabeza, ni menos de mi jodido corazón.

Charlo con papá una vez al día y a veces, muy pocas, puedo hablar con Kate. Ella está muy molesta conmigo, pero me dijo que no dejaría de hablarme aunque haya sido una perra con su mejor amigo y la haya abandonado en su embarazo.

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