●Capítulo 59●

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Ethan



19 de mayo.




Abro mis ojos de golpe y me quedo inmóvil cuando veo la puerta de la casa de mi madre entreabierta, una ráfaga de viento helado se cala en mis huesos y quiero retroceder, pero mis pies no me lo permiten, y comienzo a avanzar.

Uno, dos, tres y más pasos hasta llegar a la puerta, estiró la mano para tomar el pomo de esta y terminó por abrirla. Me inclino hacia adentro observando la oscuridad, pero es una oscuridad más fría, más extraña que la de la noche.

Hasta que caigo, intento aferrarme a la puerta sin embargo siento como si alguien me pateara el pecho haciéndome perder el equilibrio y empiezo a caer en la completa oscuridad. Grito, me muevo, pero nada, ya es el fin para mí.

Así que cierro los ojos esperando el último golpe. Pero nunca llega, en cambio dejó de sentir ese frío abismal y mis pies tocan tierra.

Abro los ojos, sorprendido, pero lo que me encuentro es aún peor que la oscuridad densa y helada. Es la muerte. Es la misma escena que vi, que tuve que vivir, mi madre en el suelo con un balazo en el estómago jadeando por intentar tomar sus últimos respiros.

— ¿Qué...?

Vuelvo la vista a mis manos y están llenas de sangre junto a una pistola, la pistola homicida. El arma cae de mis manos temblorosas y me arrodillo frente a ella, con las mejillas llenas de lágrimas, y hago presión en la herida para que no deje de sangrar.

— Mami... mami lo siento, yo, yo no fui – sollozo y ella intenta hablar, pero un pequeño hilo de sangre escapa de la comisura de su labio, sus ojos se vuelven opacos y su piel se pone completamente fría.

Está muerta, susurra una voz en mi cabeza. La mataste.

— ¡No, no! – grito con histeria, tomo el cuerpo de mi madre, ya sin vida, y lo pegó al mío intentando darle calor pero es inútil – Lo siento mamá, lo siento.

Sollozo y la abrazó aún más, sin importarme que la sangre manche mi camisa. No me importa nada, solo mi madre. Le ruego a ella, a alguien o algo que vuelva, pero nadie me escucha, nada pasa.

Y abro los ojos.

Respiro agitado intentando que la cabeza no me dé vueltas, me froto los ojos y tanteo las cosas para ver si es la realidad o es un sueño.

Una mano se apoya en mi hombro aunque con rapidez la tomo y miro de quien proviene, asustado.

Ava me observa confundida y con cierto temor, quita su mano de mi agarre y acaricia su muñeca. La observo y me acercó acariciando su mano y ella parece tensa, pero suspiro aliviado de que solo sea mi novia. Me inclino apoyando mi cabeza en su pecho y acaricia mi cabello intentando calmarme y a ella también, sus latidos son muy rápidos.

— ¿Estás bien...? – Susurra mientras sigue acariciando el cabello de mi nuca, niego lentamente y siento un pequeño beso en mi cabeza — ¿Quieres contarme?

— Solo... fue una pesadilla – murmuró, una muy vivida a decir verdad. El frío, los sentimientos a flor de piel, la sangre que me rodeaba. Era como revivir ese día.

— Solo fue eso, una pesadilla – murmura y se aparta un poco, levanta mi rostro haciendo que la observe –. Pero estás aquí, conmigo. Y estamos bien.

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