●Capítulo 56●

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Ava



12 de mayo.



— Entonces...

— Vinieron los padres de Jax – murmura y juega con las puntas de su cabello, se lo ha cortado hace unos días y ahora está un poco más arriba de sus hombros.

— ¿Y qué sucedió?

— Solo me dijeron que no tenía la culpa de lo que había sucedido, que su hijo iba a aparecer sano y salvo, y que venían a ver como se encontraba su nieta.

Asiento lentamente y sigo observándola, su piel ya no está tan pálida como antes y sus ojeras son menos visibles, pero en sus ojos aún se encuentra esa mirada perdida, triste. Se siente sola aunque tenga a sus amigos, familia y a su hija.

— ¿Y qué te dijo el doctor? – preguntó en voz baja, sé que no le gusta hablar de este tipo de cosas, pero es algo que realmente me preocupa.

— Ava...

— Kate – la corto antes de que se niegue –, soy tu mejor amiga, me preocupa tu salud y sé que pasaron días del último ataque, pero fueron tres, Kate y no podemos dejarlos pasar como si nada. Por eso fuiste al doctor. Ahora dime ¿Qué fue lo que te dijo?

— Que por todos los problemas que he presentado este último tiempo es probable que sean los que generen los ataques de pánico.

— Como dijo Ashley – murmuró y ella asiente afirmando mis sospechas.

— Si, y me dio unas sesiones con el psicólogo. Creo que me ayudaran a entender un poco de toda la maraña de sentimientos que tengo en estos momentos.

— Seguro que sí, cariño – me levanto de su cama de un salto y tiró de las mantas que la cubrían quitándoselas de encima mientras se quejaba.

— ¿Qué haces? No jodas, Ava.

— Te prepararé algo de comida, tomaremos unas cervezas y luego veremos películas comiendo helado ¿Okey? Y no acepto un no en respuesta.

— Bien, bien. Pero yo elijo la película.

Es la primera vez que veo una sonrisa real en Kate, de emoción o de burla, asiento con la cabeza riendo y ambas caminamos hacia la sala y luego hasta la cocina.

— ¿Qué cenaremos?

— Creo que... — me pongo en puntas de pie para tomar lo único que hay en la alacena, Katherine no ha salido prácticamente de su casa y nosotros no tuvimos tiempo de traerle mucha comida, todo lo que le dábamos era ya preparado, lo agarro y se lo muestro – Pastas. Creo que necesitas salir a comprar más, Kate.

— Lo haré – murmura y se sienta en la mesada mientras yo me encargo de la cena, ella habla de temas triviales y también acerca de unos diseños que tiene en mente, pero que no ha plasmado en el papel.

— ¿Y si haces un curso? Podrías aprender más cosas aún.

— Eso planeaba hacer antes de... eso, pero decidí no hacerlo finalmente.

— Quizás sea bueno que retomes la idea, para despejarte un poco y de paso hacer algo que te gusta.

Me acerco a la olla de agua caliente y huelo un poco, pero ese poco es suficiente para revolverme el estómago, me tapo la boca alejándome y hago una mueca de asco al sentir la bilis subir por mi garganta.

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