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Cuando Rachel salió de su dormitorio el viernes por la mañana, Quinn seguía en el mismo lugar en el que la había dejado el jueves por la noche, sentada a la mesa, estudiando detenidamente los informes que Greg había imprimido para ella, y con su pequeño ordenador al alcance de la mano.

Se acercó a ella por la espalda y posó suavemente la mano sobre su hombro. Quinn alzó la vista y le dedicó una breve sonrisa.

—Buenos días.

—¿Llevas mucho tiempo levantada?

—Una hora o algo así. No podía dormir —confesó Quinn.

Rachel se inclinó a recoger su taza de café, casi vacía. —¿Quieres otra ronda?

—Por mí estupendo, pero no tienes por qué andar sirviéndome nada.

—Esto apenas puede considerarse servirte —rió Rachel—. ¡Llevarte el desayuno a la cama, eso sí que sería servirte!

Quinn la vio alejarse mientras se imaginaba tendida sobre la cama, desnuda, esperando a Rachel. Y no sería una bandeja de desayuno lo que estaría esperando. Cerró los ojos y ahuyentó aquella imagen. En los últimos días sus pensamientos habían tomado un sesgo decididamente sexual, y no sabía muy bien cómo detenerlos.

—No estarás nerviosa, ¿no? —dijo Rachel desde la cocina.

—Un poco —admitió Quinn.

Rachel dejó la taza de café a su alcance y se sentó frente a Quinn. —¿Necesitas hablarlo?

Quinn se quitó las gafas y se frotó los ojos, para después sonreír tímidamente a su amiga. Sí, necesitaba hablarlo, pero por desgracia no sabía por dónde empezar.

—¿Sabías que Greg sólo gana cuarenta mil al año?

Rachel enarcó las cejas. —Por aquí eso es un sueldo excelente.

—Peterson, uno de los encargados de planta, gana bastante más de cien mil. Cerca de doscientos, si contamos todos los extras.

Quinn localizó la lista de salarios de todos los empleados antes de continuar: —Los sueldos de los directivos son demasiado altos en relación con los demás trabajadores. Estoy segura de que algunos de ellos consiguieron subidas de sueldo, a medida que la empresa prosperaba, simplemente por llevar tanto tiempo con mi padre.

A continuación encontró otro informe: —Greg me ha proporcionado un desglose del tiempo que cada uno está conectado a la intranet. Peterson tiene una media de diez horas a la semana. Su ayudante, una media de cuarenta, y a éste se le paga menos que a Greg.

—Pero no puedes juzgar el tiempo trabajado sólo por las horas que están conectados a la internet, ¿no? Quiero decir que viajarán y eso...

—Sí, viajan. También disponen de portátiles, tanto Peterson como su ayudante. Lo que quiero decir es que, al parecer, Peterson se lleva el dinero mientras que es su ayudante el que trabaja —dijo Quinn entregándole el informe a Rachel—. Todos los encargados de planta trabajan al menos una media de treinta horas a la semana, más o menos lo mismo que sus ayudantes. Todos menos Peterson.

Shadows of the pastDonde viven las historias. Descúbrelo ahora