Rachel rompió a reír a carcajadas cuando Eric levantó a Quinn del suelo para alzarla en brazos.
Quinn era alta, pero Eric era como una torre a su lado, de modo que no tuvo otra elección que agarrarse bien a él.
—¡Bájame, grandullón! —le dijo en tono de broma
—¡De eso nada! ¡Hace veinte años que no te veo!
—Sólo son quince, y sigo siendo capaz de darte una patada en el trasero.
—¡Oh, sí, ya me lo imagino!
Sin embargo, volvió a dejarla en el suelo, abrazándola esta vez con algo más de delicadeza mientras le decía: —Estás estupenda.
—Gracias, Eric. ¡Caramba, cómo has crecido!
Eric flexionó ostentosamente los bíceps. —¡Tengo que trabajar para ganarme la vida! —dijo, pero al momento su sonrisa se extinguió—. Siento lo de tu padre, Quinn.
Ella se encogió de hombros, sin saber qué decir.
—¿Va a venir Rhonda? —Quiso saber Rachel, quien explicó seguidamente a Quinn— Rhonda es su prometida.
—Vendrá enseguida.
—¿Prometida? ¿Primer intento, Eric?
—He estado trabajando mar adentro durante tanto tiempo que es difícil mantener una relación normal.
—¿Eso es un sí o un no? —replicó Quinn sonriendo de oreja a oreja.
Eric se ruborizó. —Segundo intento. El primero no llegó a durar ni un año.
—No es que tome partido por ella, Eric, pero con veintitrés años y recién casada, que tu marido se te vaya cada dos por tres durante todo un mes no debe de hacer demasiada gracia.
—Sé que sigues siendo amiga suya, Rachel, no tienes por qué darme explicaciones.
Rachel se volvió hacia Quinn. —A lo mejor la recuerdas: Linda Browning. Iba un curso por delante de nosotras en el colegio.
—El nombre me es familiar.
—Bueno, yo me voy. Me niego a quedarme aquí charlando sobre Linda. Por favor, no la menciones ante Rhonda. Ya sabes que no se soportan.
—¡Dios mío, pero si llevas doce años divorciado, Eric!
—Eso no tiene nada que ver, y tú lo sabes.
—¿Lo dices en serio? ¿Rhonda sigue enfadada por aquello?
—¿Por qué? —quiso saber Quinn.
—Hace unos años, durante el concurso de cocina de la feria del condado, Linda dejó caer accidentalmente la tarta de nueces pecaneras de Rhonda.
—¡¿Accidentalmente?! ¿Es eso lo que te contó? —exclamó Eric volviéndose hacia Quinn —. Rhonda y Linda eran las dos finalistas. ¿Cómo podía hacer caer la tarta accidentalmente? Lo hizo porque Rhonda y yo acabábamos de empezar a salir juntos, lo sé muy bien.
Quinn y Rachel se miraron, divertidas.
—¡Fue así, y tú lo sabes, Rachel!
—¡Vaya, aquí están los dos! —exclamó Rose—. Ni siquiera sabía que hubiesen llegado.
—Yo acabo de llegar —dijo Quinn—. Estaba poniéndome un poco al día con Eric.
—Pues no sé qué le habrás hecho hoy a mi marido, pero me ha enviado una docena de rosas al café, poco después del mediodía. La única vez que había hecho algo así hasta ahora fue cuando le dije que estaba embarazada de Lee Ann. Y ruego a Dios que no sea ese el caso —dijo Rose acercándose más a ella—, ya he tenido dos extras para compensar lo de Rachel.
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Shadows of the past
RomanceUna romántica historia llena de sensualidad en la que Quinn se encuentra ante un dilema: volver a entrar de nuevo en el armario o recuperar la libertad que le ofrecía su vida en Los Ángeles.