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Rachel se quedó parada ante el microondas, viendo cómo daba vueltas la bolsa de palomitas y preguntándose por enésima vez dónde se habría metido Quinn. Se había ido de casa antes de las diez, sin apenas despedirse. Echó un vistazo al reloj e intentó no preocuparse. Eran casi las cuatro. Seguramente habría llamado si estuviese en apuros.

Pero no lo estaba, eso ya lo sabía. Lo más probable era que Quinn la estuviese evitando, evitando la situación creada y el posible conflicto, igual que había hecho en el instituto.

—¡Maldita testaruda! —susurró.

Ojalá hubiese mantenido la boca cerrada, la noche anterior; sin embargo, la expresión que pudo ver en los ojos de Quinn, el anhelo que vio en ellos, estuvo a punto de romperle el corazón, y deseaba hablar con ella sobre el tema, averiguar qué era lo que le rondaba por la cabeza.

Y a la vez también temía eso que le rondaba por la cabeza a su amiga. Una cosa era darse cuenta de que la atracción que había sentido entonces por Quinn era más que amistad y que bordeaba... ¿bordeaba? la atracción sexual, y otra muy distinta era verbalizar como adulta esos sentimientos, darles rienda suelta. Rachel se aferró a la encimera de la cocina y cerró los ojos. Y si Quinn pensaba lo mismo, ¿qué sucedería? ¿Saldría a la luz de repente algo que debería haber sido discutido quince años atrás? ¿Sucedería de pronto algo que debería haber sucedido entonces?

El pitido del microondas la sacó de sus meditaciones. Abrió la puerta y sujetó con cuidado el borde de la bolsa. Vertió las ardientes palomitas en dos cuencos y los llevó hasta la sala.

Lee Ann y Denny estaban en el suelo, con la mirada fija en la televisión. Rachel se lo había permitido, porque Rose no solía dejar que los niños la viesen. Al tener Lee Ann casi siete años y ser Denny sólo trece meses más joven, sus gustos eran casi idénticos.

Rachel echó un vistazo al montón de películas Disney que había alquilado, esperando que les durasen toda la noche.

—Aquí tienen, palomitas.

No consiguió más que un «gracias, tía Rachel» de Lee Ann. Denny tomó su cuenco sin decir palabra ni despegar los ojos de la pantalla.

Normalmente se habría sentado en el sofá y leería mientras ellos veían las películas, pero no conseguía relajarse. Como Quinn no apareciese pronto, se vería obligada a llamarla al móvil, algo que no deseaba hacer.

Quinn condujo lentamente, dando largos rodeos por las calles de la ciudad. Le costaba regresar a casa de Rachel, y por eso había permanecido fuera tanto tiempo como pudo.

Había estado en el aserradero, sólo por ver la actividad que había allí los sábados.

También llegó a ir hasta la Poza Azul, en un arranque, recordando la época en que Rachel y ella se aventuraron a ir a nadar a aquel lugar prohibido. Era una antigua cantera de caliza que ahora estaba completamente vallada. En los viejos tiempos, aquella agua de un azul purísimo parecía llamarlas en las ardientes noches de verano. Nadie se atrevía a intentar penetrar en la propiedad durante el día, pero, por la noche, los chicos solían dejar el coche en el viejo camino de tierra y hacer autoestop para cubrir el kilómetro escaso que quedaba hasta la poza. El agua estaba límpida y fría. Y también muy profunda: era raro el verano que no se ahogaba nadie en la Poza Azul.

Ahora regresaba, cruzando Lima aquel día de finales de primavera, anormalmente cálido. Sin embargo, disfrutaba de aquella temperatura. En Monterrey, abril seguía siendo un mes muy húmedo, frío y neblinoso. Tenía que admitir que echaba de menos las flores y el verdor de Ohio.

La casa de Rachel apareció ante su vista, y Quinn notó que un nerviosismo adolescente se apoderaba de ella. Quince años atrás no estaba preparada para hablarle a Rachel de aquello, y ahora desde luego que tampoco. Sin embargo, desde la noche anterior, cuando admitió haber estado celosa de Finn, celosa de que él besase a Rachel... después de que Rachel admitiese que había tenido celos de Sam, ya no había otra alternativa que hablar de ello. Y Quinn pensaba comportarse esta vez como una adulta. Se había acabado lo de esconderse.

Shadows of the pastDonde viven las historias. Descúbrelo ahora