34 - Chicago y algo más.

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Me preguntó, ¿Cómo puedo llamar "normal" a mi vida después de todo lo que pasó? Es sencillo, Tony una vez me dijo que yo no era normal, y que por ende, mi vida tampoco lo sería, no sé si fue predicción o algo dicho a la ligera, pero acertó. Dicen que la vida siempre da muchas vueltas, pero que al final siempre nos pone en el camino que estamos destinados a estar, y no lo dudo, el que Tony haya llegado ese día a mi puerta fue por algo, tal vez aún me queda por descubrir el motivo en concreto y final, pero por ahora estoy convencida de que yo soy una parte de el y el una parte de mi, no se qué haría sin el, me complementa, y creo que en el fondo de su corazón siente lo mismo.

El clima era frío, el otoño estaba comenzando, así que tome mi tapado negro con capucha que compre hace unos dias.
-¿Adónde vas?- pregunto mi padre al verme entrar al taller y buscar las llaves de mi auto en el tablero.
-Ire a ver a Mike - tome las llaves y me puse a jugar con ellas - ¿Necesitas algo?
-No - respondió mientras que seguía manipulando algo en su pantalla, mire vagamente y estaba haciendo algo respecto a sus trajes - Ten cuidado - me miro serio.
Desde que Tony afirmó ser Iron Man en la última conferencia de prensa que tubo, todo se puso patas para arriba, bueno, mejor dicho, más patas arriba de lo que podría estar, todos querían tener acceso a el, a mí o a quien sea que fuese vital en su círculo cercano; sin contar las propuestas que ha tenido, o los simples reporteros que quieren una foto o una entrevista, la ventaja de todo esto y de que el mundo supiera que mi padre era como un súper héroe, es que nadie se iba a atréver a hacerme algo, y si existe alguien que quisiera hacerlo, estaría jugando con fuego.
- Papá, voy a estar bien, ¿De acuerdo? - le sonreí.
- Está bien, solo llámame cuando llegues o si pasarás la noche con Mike - se recostó en el espaldar de la banqueta.
- De acuerdo - me acerque hasta su lado - ¿Estas haciendole más mejoras a tu traje? - mire la pantalla - Oye, ese es el plano de mi traje - me quedé sorprendida al ver eso.
- Lo se - resoplo - Lo estuve investigando y te subestime - hizo un sonido con su lengua - Lo que hiciste estuvo bien, pero le ajuste unas cosas y agregué otras - empezó a mostrarme.
-Aguarda, ¿Por qué tanto interés en eso ahora? - lo mire extrañada.
- Luego te mostraré, ahora tu ve con Mike, no lo hagas esperar - la puerta del taller se abrió, mire de reojo y se trataba de Pep.
- Ahora entiendo por qué te quieres deshacer de mi - lo mire con picardía, el solo se limitó a reír.
-Hola Meg - me dió un corto abrazo, luego se dirigió a mi padre - Hola cariño - seguido de eso le dió un beso cortó en los labios.
-No hagan muestras de afecto, me dan asco, todavía no me acostumbro - dije con un tono repugnante obviamente fingido, haciendo a ambos reír.
- Vete de aquí mocosa - mi padre agitó una mano como si estuviese ahuyentando algo.
-Creo que me iré a vivir sola - fui hasta donde estaba mi auto.
-Me harías un gran favor - grito Tony.
-¡Déjala en paz! - dijo entre risas Pep.
- ¡Me vas a extrañar Stark!
- ¡Sueña pequeña Stark! - rei mientras que me adentraba en mi auto. Abroche mi cinto, encendí la radio y prendí el motor de mi Camaro, Dios mío, amaba este auto como el primer día, "Gracias Tony" repetía en mi mente.
Iba escuchando "Come and Get Your Love" de Redbone mientras que manejaba en la ciudad de Malibú. Creo que gracias a mamá amaba la música de su época, de los '70, '80 y '90 así que le pedí que me hiciera una playlist en un pendrive, así que últimamente lo escuchaba más de lo habitual.

Luego de dejar mi auto en el estacionamiento, me dirigí adentro del centro comercial, mire la hora en mi teléfono y eran las 6 de la tarde, "Muy bien Meg, tienes dos horas para comprar el obsequio para Mike". Así es, mañana es el cumpleaños de mi novio, y decidimos viajar a Chicago, queríamos pasar sus 22 años en nuestro verdadero lugar, y luego de todo el escándalo de Tony, nos vendría bien tomarnos un descanso a todos, incluído mi padre y Pep, así que ella se encargó de preparar el jet para mañana a las 8 de la mañana para ir los cuatros a Chicago.
Había recorrido varias tiendas, estaba algo frustrada, ya que no encontraba nada que me convenciera. Me pare frente a una vidriera de una tienda musical y ví la salvación: un gran cartel anunciando el próximo concierto de Coldplay en Malibú, la banda favorita de Mike, ¡Bingo!. Me adentre en la tienda y fui directamente al mostrador donde había un hombre tecleando algo en su computadora.
-Hola, ¿En que la puedo ayudar? - pregunto sin despegar sus ojos de la pantalla.
-Quería dos entradas para Coldplay.
-Ya no quedan, nos olvidamos de sacar el cartel de la vidriera, disculpe - en mi mente estaba imaginando como destripar al vendedor, ¿Cómo se le ocurre ilusionarme así?
-¿Seguro que no hay más entradas? - me saque mi capucha y me apoye en el mostrador.
-Niña, le dije que no hay más - dejó de teclear y se digno a mirarme, sus ojos se agrandaron al verme - Señorita Stark - susurro - Disculpe, pero no nos quedan más entradas - resople - Pero, nos quedan entradas Vip - sonreí alegre.
Salí victoriosa de la tienda con el regalo para Mike, y más que feliz ya que el vendedor tuvo la gentileza de conseguir esas entradas para mí. Luego de eso pase por varias tiendas más, compre algunas cosas para mí y otras para mí novio, iba cargada de bolsas, pero me las arreglaba sola. Ví la tienda de dulces y malteadas, así que sin pensarlo dos veces entre. Opte por un batido gigante de arándanos con crema y algunas golosinas. En una fracción de segundos me di vuelta para dirigirme a las mesas y sin querer golpee a un niño, haciéndolo caer y a su malteada también, ¡Puta madre! Rápidamente lo ayude a levantarse y limpie su mancha de malteada de su sudadera mientras que le pedía disculpas.
-Lo siento, no te ví, soy algo torpe - rei nerviosa para que el niño no se sintiera mal.
-No te preocupes - río - Discúlpate con mi malteada - dirigió su mirada a un costado al igual que yo. La malteada estaba en el piso, como si fuera una escena del crimen.
-¿Estas aquí solo?
-Si, mi tía fue a cambiara algo a una tienda.
-De acuerdo, siéntate ahí - señale una mesa vacía con dos sillas de colores chillones, bueno, en esta tienda todo era de colores chillones, el me miro extrañado - Te voy a comprar otra malteada - su mirada cambio y me hizo caso. Pedí una malteada grande, sabor "Explosión de frutas" más una caja con variedad de golosinas, finalizada la compra fui a sentarme frente al niño que aparentaba tener 8 años.
-Ten - le puse las cosas enfrente de el.
-Gracias - me sonrió, lo mire con más atención y tenía su cabello castaño revuelto, unos ojos color miel, de tez blanca y labios finos - Por cierto, me llamo Peter.

Megan 1.0Donde viven las historias. Descúbrelo ahora