Capítulo 2

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-¿Por qué a mí? -lloriqueó Josy cuando su alarma sonó la mañana siguiente.

A duras penas, la castaña se levantó de su cama y caminó hacia el baño. Tras acomodarse y haber estado lista, guindó la mochila en su hombro.

Para ella, salir de día era mucho más conveniente. En el día las cosas eran mucho más seguras que cuando el sol se escondía.

Ojalá el jefe me deje ir temprano hoy -pensó ella poniendo un mechón detrás de su oreja cuando estaba esperando que el ascensor se abriera.

Luego de tomar el autobús, miró ansiosamente la ventana.

Josy se sentía completamente diferente en el día. Hasta se podría llegar a sentir bien. Pero apenas caía la noche, el pánico se apoderaba desinteresadamente de ella y arrasaba con toda su tranquilidad como si de un huracán se tratase.

Sin embargo, no le quedaba más nada que tratar de saber llevarse bien consigo misma en todas sus facetas. Ella era consciente de que el miedo era algo que debía soportar mientras estuviera ahí. Necesitaba salir adelante. Una chica de veintiún años difícilmente lograría demasiado sin estudios. Por lo que agradecía al cielo por haber trabajado arduamente desde la escuela media. Lo cual le concedió la beca que actualmente tenía.

Josy, como era de esperarse, no era una persona con muchos recursos económicos. Todo lo contrario. Difícilmente podía pagar el barato apartamento que estaba alquilando con ayuda de la miserable paga que Kyle le ofrecía. Y eso sin mencionar que, a escondidas, el rubio le proporcionaba a ella un poco más de dinero que al resto del personal por su evidente preferencia. Sin embargo, y aun así, apenas le alcanzaba para vivir relativamente cómoda.

La castaña no salía de su casa más que para estudiar y trabajar. Aquello se debía a dos razones: la primera, era que no tenía demasiado tiempo libre. Y la segunda, era el terriblemente notorio pánico de que la noche la alcanzara con los pies fuera de su casa. Después de todo, Josy dormía bajo el cielo de la ciudad en la que todos parecían tener la vida un poco limitada. Pues, aparentemente, alguien estaba acabando fríamente con la vida de muchos. Por supuesto, ella temía en ser la siguiente.

-Luces terrible -le dijo Amanda cuando Josy se asomó por el patio del campus.

-Déjame en paz -suspiró la castaña tumbándose junto a la rubia debajo de un gran árbol-. No he dormido mucho estos días. Pensar en todo lo que está ocurriendo me pone los pelos de punta.

-¿Lo de los asesinatos? -Josy asintió algo temblorosa-. Debe ser horrible estar en tu situación. Trabajas hasta tarde y vives sola.

-No me lo recuerdes -tapó su cara con sus manos-. Todo es una pesadilla. En serio, Amanda. Lo único bueno que me pasa en el día es venir aquí y hablar contigo. De resto, a penas pongo un pie fuera del campus, todo se empieza a desmoronar. A penas llego al trabajo, el jefe ya empieza con sus cosas. En serio no lo soporto. Te puedes imaginar lo terrible que fue para mí el día de ayer. No tuvimos actividades y sólo tuve que venir en la mañana para dejar unos documentos a la secretaria.

-Supongo que así fue -respondió la rubia mirando atentamente a Josy-. Pero, fuera de eso... Si no quieres a Kyle, regálamelo a mí. Yo sí sabré cómo cuidar de él -bromeó y Josy frunció el ceño-. Ya, no te enojes. Sólo estoy jugando, vamos -se rio-. Es sólo que, ¿hasta cuándo piensas llamarlo «Jefe» y «Gerente». Hasta yo me desespero -Josy soltó un suspiro.

-Por siempre...

-¡Josy! -Amanda la miró indignada-. No puedo creer que le hagas eso a ese pobre muchacho. Si fuera yo ya habría caído en sus brazos.

-Eso es lo que te hace ser tú -Josy tocó la punta de la nariz de su amiga-. El Jefe no me atrae...

-¡Hasta le dices Jefe delante de otras personas! ¡Josy, eso es enfermizo! -Amanda frunció el ceño y la castaña suspiró nuevamente-. Oye, en serio. Dale una oportunidad.

Aquello fue lo último que Amanda le había dicho a Josy justo antes de retirarse a su facultad. La castaña había estado dándole vueltas al asunto desde ese momento hasta que tuvo la oportunidad de dejar el Campus. Era bastante cierto que Josy había evitado todo contacto social aparte de Amanda desde que había llegado a Los Ángeles. Y de no ser por la bochornosa situación que había hecho que aquellas dos muchachas terminaran conociéndose, Josy sabía que en la actualidad ella estaría verdaderamente sola.

Se había topado con Amanda un par de días antes del primer día de clases en un pequeño restaurante bufete. Amanda tropezó con ella derramando su comida encima de la castaña. Incansablemente se disculpó con Josy con un vergonzoso rojo en sus mejillas. Josy sólo se rio y le dijo que no se preocupara. Después de todo, había sido un error humano. Sin embargo. Amanda insistió un millón de veces hasta que Josy accedió ir a una pequeña tienda de segunda mano a comprar una muda de ropa para que ella pudiera cambiarse.

Días más tarde, ambas volvieron a toparse en la ceremonia de ingreso de la universidad y sólo intercambiaron unas pequeñas risas nerviosas que fueron el inicio de toda su alocada relación amistosa.

Justo en ese momento, Josy ya se encontraba de camino al trabajo. Esa era su constante situación: Despertar, ir a la Universidad, salir del campus e ir directamente a trabajar, y, por último, tomar un taxi de regreso a casa a altas horas de la noche, llegar a casa y estudiar si lo requería. Su tiempo para socializar era mínimo. Así que había estado considerando la idea de tratar de socializar tal vez con sus compañeros de trabajo. Probablemente aquello le serviría para evadir un poco el tema de los asesinatos que tanto le preocupaban.

-Buenas tardes -saludó ella cuando entró al lugar. El olor a café la invadió entera, sintiendo cómo los pelos se le ponían de punta ante la agradable y acogedora sensación.

-¡Hola, Josy! -saludó enérgicamente Kyle asomándose desde la cocina.

Josy suspiró, encontrando que Kyle no era una mala persona. A contrario, siempre solía preocuparse por ella y terminaba ayudándola cuando ella se encontraba en aprietos.

Tal vez lo intente -pensó ella detallando la brillante sonrisa del rubio.

-Buenos días, gerente -sonrió ella.

Pero no justo ahora.

Kyle suspiró y pensó:

¿Por qué ella es tan cerrada?

Josy se puso su delantal y su respectiva gorra, parte del ridículo uniforme que debía vestir para trabajar en el café.

Tras un par de horas Josy ya comenzaba a inquietarse. Sin embargo, ese día Kyle se había distraído tanto que ni siquiera notó que cada vez se hacía más tarde.

Entre vapor y olor a café. La campanilla de la puerta sonó por enésima vez en el día. Un muchacho de cabello negro y alborotado, con la piel ligeramente bronceada y una profunda mirada; se asomó desde la entrada. Iba todo de negro, chaqueta de cuero, camiseta debajo y unos jeans. Todo se resumía al mismo tono oscuro que parecía ir perfectamente con su personalidad.

Es ridículamente atractivo -pensó ella observando las marcadas facciones de él.

FLAMES [LIBRO I: THE DEVIL LOVES TOO] (EDITANDO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora