—Gracias por todo, Ethan. Fue increíble —sonrió Josy bajando de la motocicleta, cuando Ethan la había dejado frente a su edificio. Sus ojos azules, brillaban intensamente.
Durante todo el trayecto, Ethan tuvo que fingir que no sabía en dónde vivía Josy.
—No hay de qué. También la pasé bien —el muchacho le devolvió la sonrisa—. Deberías entrar, Josy. Es tarde y hace frío.
—Vale —dijo ella avergonzada—. Gracias nuevamente, nos vemos pronto.
Ethan se quedó observando a la chica hasta que había entrado al edificio, y luego partió. Se dirigía directamente a donde creía, podía estar Anthony Mitchel, a quien todavía no había podido encontrar después de tanto tiempo buscándole. Aun así, una pequeña luz de esperanza se había creado en él al seguir al hombre una tarde. En aquella ocasión, Anthony se había adentrado en una enorme mansión deteriorada a las afueras de la ciudad, en un lugar bastante desolado.
La motocicleta iba rápido. Tanto, que los coches se miraban apenas como estrellas fugaces. Ethan estaba apresurado, no podía permitir que Anthony volviera a escapársele.
Casi al llegar a la casa, el chico fue bajando la velocidad, y estacionó un poco antes. Mientras más silencioso, mucho mejor. Se quitó su casco, y se puso la máscara negra; sacó sus dagas y bajó de la motocicleta. Sus cosas estuvieron todo el tiempo en el compartimento de almacenaje de la moto. Tronó sus nudillos y su cuello, y comenzó a caminar silenciosamente. Afuera, no había ninguna luz. Pero Ethan sabía lo vigilado que estaba aquel lugar, debido a ser una pequeña organización de tráfico humano. Nadie podía ser tan estúpido como para dejar un lugar así sin vigilancia. A Ethan se le hizo tremendamente inteligente hacer que el sitio pareciera una simple casa abandonada. Con el objetivo de no levantar sospechas. Los alrededores parecían también desolados. Pero, como dijo Lucifer la vez pasada, Ethan veía tan claramente en la noche, como un animal. Así que, aquel lugar lleno de guardaespaldas camuflados, no era más que un campo de juegos para él. A diferencia de las otras veces, Ethan llevó consigo una pistola en esta oportunidad, además de una buena carga de balas. Se le dibujó una enorme sonrisa cínica en el rostro.
—Aquí vamos —rugió ansioso y comenzó a correr, llamando así la atención de la seguridad.
Aquel silencioso lugar se había convertido en un campo de batalla. Sin embargo, lo que ninguna de esas personas esperaba. Era que, al contrario de lo que pensaban, los que estaban en desventaja, eran ellos, no Ethan.
—Me subestiman —el cuerpo del muchacho, permanecía intacto cuando él ya había dado diez tiros limpios en el medio de la frente. La única razón por la que Ethan no usaba armas de fuego, era porque le resultaba más divertido matar con armas blancas, para así disfrutar de lleno la sensación de matar a todo aquel pecador que existiera. Pero eso no significaba que Ethan no fuera un genio de las armas de fuego también. Jamás había fallado un tiro.
—¡Este tipo es un monstruo! —oyó decir a uno de ellos. Soltó una risilla y apareció a su lado—. ¿Q-Qué?
—Gracias —le dijo Ethan risueño y con una de sus dagas, le degolló tan rápido que el hombre ni siquiera tuvo tiempo de jalar el gatillo. Ya sólo quedaban dos hombres, que se morían de miedo—. Matarlos tan rápido no es divertido —se quejó irritado—. ¿Ustedes por qué no intentan matarme? —Ethan miró las manos de los dos individuos, que habían caído de rodillas al suelo... vacías—. Ya veo —se mordió el labio—. Juguemos un poco antes de continuar —sacó la otra daga y soltó una risilla—. Encantado de conocerlos, caballeros.
—¡Señor! —entró un muchacho a la sala de reuniones. Sus ojos estaban llenos de miedo y apenas podía pensar.
—¿Qué ocurre? —preguntó Anthony serio—. Debe ser muy importante, para que nos hayas interrumpido.
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FLAMES [LIBRO I: THE DEVIL LOVES TOO] (EDITANDO)
Teen Fiction"The Devil Loves Too" La ciudad de Los Ángeles está siento azotada por un asesino serial que la policía sigue sin poder localizar. De todo se intenta, pero él no parece dejar rastro alguno. Josy Gallagher, conocerá a un chico que pondrá su mundo de...