—Aquí tienes —Ethan entró a la habitación de Josy nuevamente con el agua y el trapo. La chica estaba tendida en la cama. Ethan se acercó a ella y cuidadosamente colocó el trapo en su frente—. En algunos minutos tendré que cambiarlo. Pero espero que con esto la fiebre baje.
—No luces como la clase de chico que haría estas cosas —se rio Josy bastante débil. Tosió un par de veces.
—Sé que no —se sentó en la borde de la cama y clavó su mirada en la pared con una sonrisa llena de amargura—. Cuando era niño, enfermaba mucho. Tenía constantemente fiebre y mi abuela solía cuidar de mí.
—¿Tus defensas eran bajas? —preguntó Josy tiernamente.
—Puedes decirlo de esa forma —se rio él—. Los primeros años de mi vida tuve un cuerpo muy débil.
—Y tu abuela...
—Ella murió hace varios años —respondió—. Tenía diez —Josy se quedó muda. No quiso preguntar más nada. Al parecer, Ethan no se sentía muy cómodo hablando de todo aquello.
—Lo siento —susurró ella avergonzada.
—Descuida —se levantó de la cama—. Vuelvo en un momento. Iré al baño.
Ethan salió de la habitación si se maldijo a sí mismo por haber bajado la guardia, contándole todo aquello a Josy. Por un momento, sólo dejó las palabras salir de su boca y estaba a punto de contarle algo que no tenía por qué.
20 de mayo de 1998
Ethan estaba hirviendo en fiebre. El termómetro mostraba cuarenta y un grados. El cuerpo del niño dolía y el pequeño de cuatro años lloraba desesperadamente. Su abuela, llena de preocupación, se había cansado de poner trapos fríos en la frente del niño. Sin embargo, no resultaba. Era como si aquella fiebre fuera inquebrantable.
—A-Abuela —sollozó el pequeño—. Duele.
—Lo sé, Ethan —respondió ella tratando de sonar calmada—. Mejorarás pronto.
Ethan se enfermaba cada dos por tres. Pero aquello no eran bajas defensas. Era el demonio creciendo en él. Su pequeño cuerpo estaba luchando contra los genes de su padre. Un niño normal, habría muerto ya. Sin embargo, Ethan lo estaba soportando muy bien. Definitivamente su cuerpo resistiría. Pero su abuela nunca olvidaría todo lo que Lucifer le había hecho pasar a toda su familia. Se había llevado a su hija, y ahora estaba causándole todo aquel sufrimiento a su pequeño nieto.
Pero tenía una cosa clara: Ethan resistiría.
Aunque aún temía por él. ¿En qué iba a convertirse su nieto cuando su padre fuera a buscarle? Las posibles respuestas a aquella pregunta, la asustaban, y mucho.
—Vas a mejorar pronto, pequeño Ethan —le dijo su abuela.
En la actualidad.
Ethan se mojó el rostro con agua fría y se miró al espejo mientras soltaba un pesado suspiro. Salió de ahí y volvió a la habitación. A mitad del pasillo, volvió a sentir el ambiente tensarse. Pero, así como la vez anterior, no había nadie más que él.
—Mierda —susurró caminando con rapidez hacia el cuarto de Josy. Al entrar, la encontró durmiendo plácidamente. Tocó su cuello delicadamente y se dio cuenta de que la fiebre había bajado. El sonrojo de su rostro también había desaparecido y ella había recuperado su color normal.
Ethan suspiró aliviado y quitó el trapo de la frente de Josy. Acomodó las sábanas alrededor de su cuerpo y le echó una última mirada.
—Vas a estar bien —susurró antes de dejar la habitación, y el lugar.
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FLAMES [LIBRO I: THE DEVIL LOVES TOO] (EDITANDO)
Teen Fiction"The Devil Loves Too" La ciudad de Los Ángeles está siento azotada por un asesino serial que la policía sigue sin poder localizar. De todo se intenta, pero él no parece dejar rastro alguno. Josy Gallagher, conocerá a un chico que pondrá su mundo de...