Capítulo 29

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Ethan estaba perdido.

Se removió en la silla mientras Josy sonreía en su dirección.

—¿Te han gustado los regalos? —preguntó nervioso—. No dijiste nada después de que te besé. Sólo te pusiste toda avergonzada.

Josy se sonrojó y soltó una risa nerviosa—. Lo siento —le regaló una mirada tranquilizadora—. Me han encantado tus regalos —se acercó a él y depositó un corto beso en sus labios—. El sólo hecho de tenerte aquí, es el mejor regalo de todos —susurró cerca de sus labios.

Ethan soltó un suspiro tembloroso. Otra vez, aquello era malo. Su cercanía lo volvía loco a más no poder.

—Eres perfecta —susurró acariciando la mejilla de Josy—. Eres demasiado perfecta, pequeña.

—¿Qué cosas dices? —ella tenía las mejillas coloradas. Ethan gruñó y se levantó, acercándose a Josy.

—Te adoro —le dijo él al oído con la voz ronca.

Ethan, no —le dijo su conciencia.

—También te adoro, Ethan —respodió ella sintiendo un escalofrío recorrerle todo el cuerpo ante la enorme oleada de sensaciones que aquella declaración había causado.

No sigas.

—Ven aquí —susurró Ethan levantando a Josy y haciendo que ella entrelazara sus piernas alrededor de su cintura.

Ethan, ya basta.

Besó lo labios de la castaña, sintiendo la sangre caliente correrle por las venas. Su cuerpo se sentía completamente inestable ante el episodio. Sus manos acariciaron suavemente la cintura de Josy. Ella respiró profundamente cuando se habían separado. Pero un jadeo se escapó de sus labios cuando sintió los labios de Ethan presionarse contra su cuello. Ella le abrazó con necesidad y volvió a besarle.

El pelinegro caminó con Josy encima a la habitación, entre besos y susurros.

A la mierda todo —pensó ido—. Estoy jodido.

—Josy —rugió cuando sentía su cuerpo a punto de explotar. Ya no podría contenerse por más tiempo. Había perdido toda la racionalidad. Y lo único que quedaba de él era su deseo por la castaña—. Cierra los ojos.

Josy lo miró confundida, pero le obedeció. Ethan se quitó la camiseta y la rompió—. ¿Qué fue eso?

—No abras los ojos —fue lo único que respondió. Su voz ya comenzaba a hacerse más grave, y sus cuernos ya habían empezado a asomarse. Con la camiseta rota, le vendó los ojos a la muchacha.

Josy se tensó cuando sintió a Ethan detrás de ella. Su cálido aliento chocó contra la nuca de la castaña, haciendo que la piel se le erizara. Josy tembló cuando sintió la erección de Ethan presionar su columna.

El muchacho estaba en silencio. Sabía que su voz sería demasiado intimidante. No quería asustar a Josy.

—E-Ethan —susurró ella con la respiración agitada. Pero él no respondió.

La rodeó con sus brazos y rozó el borde de su blusa con la punta de sus dedos. Besó su cuello y fue subiéndola suavemente. Sintió la piel de Josy erizarse y mordió el lóbulo de su oreja.

Tiró la blusa en el suelo y acarició el abdomen de Josy. Su cuerpo respondió inmediatamente y un suspiro se le escapó de los labios. Aquello hizo a Ethan enloquecer. Bajó sus manos hasta el botón de sus jeans, de los cuales se deshizo con rapidez.

Se posicionó frente a Josy, quien había estado callada todo el rato. Sus ojos oscuros se pasearon por el cuerpo de la chica. Acarició su cintura y le robó un beso lento y tranquilizador, pues se imaginó que ella estaría asustada. Aquella era la primera vez que Josy experimentaba tales cosas.

Ethan suspiró y trató de que su voz no se oyera tan distorsionada—. Todo estará bien —tuvo que susurrarle al oído para que aquellas palabras no se oyeran tenebrosas.

Levantó a Josy y la recostó en la cama. Se quitó los jeans y se acercó a ella. Fue dejando besos desde sus labios, bajando por su mandíbula, cuello, pecho, abdomen... Sintió como Josy se ponía inquieta. Sus ojos se abrieron alarmados cuando notó que las manos de Josy se acercaban buscando agarrar su cabello. Rápidamente frentó el movimiento con su propias manos.

—No —susurró algo ido—. Ven aquí —se sentó en la cama y guió a Josy para que se sentara a horcajadas encima de él. Tomó los brazos de ella y los puso alrededor de su cuello—. No los muevas de ahí.

—¿P-Por qué? —preguntó desesperada.

—Sólo obedece —ella se quedó callada, pero asintió.

Ambos estaban siendo consumidos por el deseo y la lujuria. Pero a diferencia de Josy, Ethan podría perder la cordura en cualquier momento. Y eso seríal fatal. Pese a los susurros, Josy había notado que la voz de Ethan había salido más gruesa que de costumbre. Su cuerpo también se sentía hirviendo. Quiso tocar su frente, buscando indicios de fiebre. Pero así como la primera vez, Ethan no le permitió tocarle.

—Sólo en donde te dije, princesa —Ethan mordió el cuello de Josy mientras le quitaba el sujetador. Ella se sonrojó—. Diablos, Josy —gruñó—. No pongas esa cara.

—¿Qué quieres que haga? —susurró avergonzada—. No puedo evitarlo.

Ethan sonrió y la besó—. Eres preciosa, Josy —le dijo cuando ella había quedado completamente desnuda frente a él—. Perfecta.

Ethan la trató con suavidad, como a una muñeca de porcelana. Por miedo a romperla, a lastimarle. Y finalmente la hizo suya. Marcó para siempre el cuerpo de Josy como suyo propio.

Lo había arruinado todo.

Más de una vez, frenó los brazos de Josy. Se contuvo de llamarle la atención por intentar tocarle.

Pero en un descuido, cuando volvían a estar serenos, Josy se quitó la venda mientras Ethan le daba la espalda.

—No te quites la venda aún —le dijo Ethan aún sin mirarle. Su voz estaba volviendo poco a poco a la normalidad.

Pero los cuernos no.

—¿C-Cuernos? —preguntó Josy sin saber muy bien lo que ocurría..

A Ethan se le heló la sangre. Todo a su alrededor se fue desmoronando.

—Mierda —susurró.

Se acabó.

FLAMES [LIBRO I: THE DEVIL LOVES TOO] (EDITANDO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora