Ethan había resistido dos meses más.
Ni él mismo sabía cómo lo había logrado. Pero de alguna forma, lo logró. Aunque había sido demasiado complicado. Así como predijo, Josy cada vez era más curiosa, cosa que era perfectamente entendible, teniendo en cuenta que estaba saliendo con un chico como él.
—Ethan —susurró Josy haciendo un puchero—. No te vayas.
—Lo siento, princesa —se disculpó él sintiéndose acalorado—. Tengo algo importante que hacer —se rascó la nuca—. Regresaré en un momento.
—Es mi cumpleaños —Ethan se estaba derritiendo por dentro.
Efectivamente, era el cumpleaños número veintidós de Josy. El cumpleaños de Ethan había sido el mes anterior. Josy le había sorprendido con una cadena de acero negro que tenía su nombre grabado. De algún modo, el chico se sintió inmensamente avergonzado por el gesto. ¿De dónde había sacado Josy el dinero para hacerle semejante obsequio?
Ahora era su turno de lucirse con el regalo de su novia. Había optado por una cadena también. Para que esta hiciera juego con la suya. También le compró un ramo de rosas y girasoles.
Ethan se sentía extraño. Todo aquello era demasiado nuevo y cursi para él. Pero le emocionaba y le intrigaba la expresión que pondría Josy cuando viera que Ethan no había olvidado su regalo.
El pelinegro quiso reírse cuando Josy creyó que Ethan había olvidado su cumpleaños y no tendría un regalo por parte de su novio.
Te has vuelto codiciosa —pensó él enredando uno de los mechones castaños de Josy en su dedo—. Sigues siendo adorable.
—Lo sé, precisamente por ello debo salir. Tengo algo para ti —los ojos de Josy se posaron en el muchacho atentamente.
—¿Qué es? —preguntó emocionada. Ethan soltó una risilla.
—Si no me dejas ir, no podrás saberlo. Porque no pienso decirlo.
Josy soltó un quejido y se separó de Ethan. Se tiró al sofá y cruzó sus piernas—. Regresa rápido.
—Como ordene la señorita —se rio saliendo del apartamento.
Al cerrar la puerta, cerró los ojos y echó su cabeza hacia atrás.
—¿Qué estoy haciendo? —susurró metiéndose las manos en los bolsillos. Y comenzó a caminar—. Sólo un poco más.
Bajó por el ascensor. Cuando las puertas de acero se abrieron, se abrió paso en entre las personas que venían al contrario. Salió del edificio y subió a su motocicleta. Se movería rápido y buscaría el regalo de Josy; luego se lo daría, tendrían una bonita tarde y luego Ethan se iría.
O al menos ese era el plan.
Ethan ya se encontraba nuevamente frente al apartamento de Josy. Se sentía extrañamente inquieto y su manos habían comenzado a sudar un poco.
Estaba nervioso. Nunca se había sentido así.
¿Qué pasaba si su obsequio no hacía feliz a Josy?
Sacudió la cabeza, a ella le gustaría. Estaba seguro de haberla oído decir que amaba los girasoles y las rosas, y lo tentada que estuvo de comprar una cadena para ella también. Su regalo sería excelente.
Esperaba.
—He vuelto —dijo el pelinegro entrando. Josy se asomó por la cocina y sus ojos brillaron cuando vio el rostro de su novio.
—Te has tardado —se acercó sonriendo. Se detuvo en seco cuando Ethan sacó el ramo detrás de su espalda. La sonrisa de Josy se hizo más amplia y sus ojos se cristalizaron—. Ethan...
—Sé que son tus favoritas —sonrió él—. También mandé a hacer esto —los ojos de Josy se posaron en su mano, la cual viajaba en dirección al bolsillo interno de su chaqueta; estos se abrieron como platos cuando Ethan sacó la cajita totalmente reconocible; idéntica a la que ella misma le había entregado un mes antes—. No sé si esto cuenta como plagio. Pero sé que también querías esto —Ethan no pudo evitar sentirse ligeramente avergonzado cuando le entregó ambas cosas a Josy—. Esto otro no puede faltar...
—¿Hay más? —el asombrado rostro de Josy era simplemente adorable.
Ethan sonrió señalando con su cabeza a su izquierda—. No puede ser una fiesta si no hay un pastel —Josy miró en aquella dirección y sonrió emocionada—. Feliz cumpleaños, pequeña —se acercó a ella y tras haber puesto los presentes en la encimera, la tomó de la cintura y la besó.
Dios santo, aquellos labios lo volvían loco. Todo a su alrededor desaparecía cuando sus bocas se encontraban. Se olvidaba de todos sus defectos, de todos sus pecados; olvidaba por completo que estar juntos no era conveniente, ni seguro; Ethan se olvidaba de que ella era una humana, y que su vida de consumiría algún día; que él era un demonio, que no moriría nunca.
Ethan perdía todos esos pensamientos.
Y sólo una cosa pasaba por su mente. Aquello era que Josy Gallagher se había convertido en su todo. Que era un prisionero de sus ojos, de su voz; de ella.
Y no quería ser libre jamás.
¿Pero hasta cuándo sería estable toda aquella mentira que ambos vivían? ¿Qué ocurriría cuando Josy se enterara que Ethan era el mismísimo hijo de Lucifer?
Aquello era algo que sin dudas, sembraba un miedo incontrolable en él. Y se sentía miserable por no haber sido lo suficientemente fuerte como para detener toda aquella situación cuando tuvo tiempo. Josy se había enamorado de él, y él se había enamorado de ella. Ambos se habían perdido en el otro. Y ahora Ethan no encontraba la forma de alejarse de ella.
Y le dolía.
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FLAMES [LIBRO I: THE DEVIL LOVES TOO] (EDITANDO)
Teen Fiction"The Devil Loves Too" La ciudad de Los Ángeles está siento azotada por un asesino serial que la policía sigue sin poder localizar. De todo se intenta, pero él no parece dejar rastro alguno. Josy Gallagher, conocerá a un chico que pondrá su mundo de...