Capítulo 19

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Ethan entró al local sintiendo el olor a café inmediatamente. Frunció el ceño cuando vio a otra persona en el mostrador. El chico al que Josy ayudó la vez pasada.

––Buen día. Quiero un americano. Por favor ––dijo él.

––Buen día. Enseguida ––le respondió el muchacho.

––¿Y Josy? ––preguntó confundido.

––Oh. Ella no ha venido hoy. Me ha dicho que está enferma ––respondió apenado––. ¿Quiere que le diga algo? ––preguntó atento.

––No, tranquilo. Muchas gracias ––dijo Ethan educadamente––. El café, por favor, para llevar.

––Muy bien ––sonrió Jake. Unos minutos después, le entregó el vaso––. Aquí tiene. Vuelva pronto.

––Muchas gracias ––Ethan tomó el vaso y se dió la vuelta. Al salir de la tienda, a Jake le flaquearon las piernas.

No puedo creer que logré hablar con él sin tartamudear. Qué intimidante ––pensó––. Además de eso... Josy, cuánta suerte tienes ––sonrió.

Por otra parte, Ethan salió de la tienda ligeramente preocupado. Josy se vea perfectamente bien cuando la vio por la mañana hablando con Amanda. ¿Acaso había faltado al trabajo por lo que había ocurrido con Kyle? Podría ser. Pero tan sólo la noche anterior le haba contado a él que ese trabajo era muy importante para ella. Si no trabajaba, no podía pagar la matrícula escolar.

Por eso mismo, Ethan realmente se había preocupado. Pues con todos esos factores detallados, sólo quedaba que Josy realmente estuviera suficientemente enferma como para faltar a trabajar.

El muchacho sacó su celular y llamó a la castaña. Luego de dos pitidos, la chica contestó.

––¿Hola? ––se oyó del otro lado. La voz de Josy era pesada y afónica.

––¿Dormías? ––preguntó subiéndose a la motocicleta.

––Oh, no... ––dijo ella––. Tal vez.

––Lo siento ––se disculpó––. Vine a la cafetería y uno de tus compañeros me dijo que estabas enferma. Me he preocupado un poco ––lo último lo dijo en voz más baja––. ¿Qué te ha pasado?

––Descuida. Estoy bien ––su voz estaba llena de vergüenza.

––Volveré a preguntar. Josy. ¿Qué te ha pasado?

––Cuando estaba en la universidad, repentinamente me sentí mal. Amanda dijo que me puse pálida y me trajo a casa. Me he resfriado. Y casi me desmayo también, tuve una baja de azúcar.

Ethan se tensó. Josy realmente estaba mal. Aún no comprendía cómo fue que se enfermó tan de repente. La noche anterior ella estaba abrigada.

––Te llevaré medicinas ––dijo el muchacho seguro.

––No, descui...

––Dime en qué piso vives ––Josy suspiró rendida.

––Cuarto piso, puerta cincuenta y cinco.

––Estaré ahí enseguida.

Ethan colgó la llamada y puso en marcha la moto. Así como la vez anterior, tenía que fingir que no sabía en dónde vivía Josy. Pasó por una farmacia y compró algunos medicamentos, rogando que Josy no fuese alérgica a ninguno de ellos.

Rápidamente llegó al edificio y entró sin hacer contacto visual con nadie. Al ser hora pico, había mucha gente entrando y saliendo. Así que no tuvo ningún problema. Llegó al cuarto piso y se dirigió a la puerta de Josy. Tocó el timbre y luego de algunos segundos, la puerta se abrió, mostrando a una Josy con las mejillas y las orejas rojas. Respiraba con algo de dificultad y tuvo que aferrarse a la puerta para que sus débiles piernas no le fallaran.

––Diablos, Josy ––Ethan se apresuró a tomarla de la cintura. Cerró la puerta con su pie y guió a Josy hasta su habitación mientras ella le señalaba el camino. La dejó cuidadosamente en la cama y Josy buscó con ansias la frazada––. De ninguna manera ––tocó su frente––. Me di cuenta incluso antes de que estás ardiendo en fiebre. Si te cubres no vas a mejorar.

––Tengo frío ––se quejó ella. Ethan casi poda ver el vapor saliendo de su cuerpo.

Miró sus ropas. Tenía un abrigo grueso y unos pantalones holgados. Suspiró pesadamente.

––Cambia tu ropa ––dijo serio––. Ponte algo más fresco.

––Pero...

––No va a bajar la fiebre si te quedas así.

Josy suspiró. Ella sabía que aquello era cierto. Pero realmente tenía frío. Usualmente ella no solía enfermar. Era de esas personas que rara vez se resfriaban o les pasaba algo.

Con algo de dificultad, se levantó de la cama. Ethan salió de la habitación mientras ella se cambiaba. Estaba terriblemente avergonzada por la situación. Primero Ethan viniendo a su departamento con medicinas. Y ahora aquello. Tras un arduo trabajo, volvió a acostarse en la cama.

––Puedes pasar ––le dijo ella al muchacho que se había quedado detrás de la puerta. Entró y la miró tendida en la cama. Ahora llevaba una blusa de tirantes y unos shorts de andar por casa. Se rio un poco––. No te rías. Has sido tú quien me dijo que cambiara mi ropa.

––Lo sé ––respondió él acercándose––. Me he reído porque realmente te ves muy linda ––dijo sin mirarle y tomando la sábana más delgada que había en la cama. Josy la tomó con rapidez y se crubrió su avergonzado rostro––. Si te cubres así, no podrás tomar la medicina.

Ethan estaba haciendo todo aquello a propósito. Ver a Josy actuar de esa manera era increíblemente adorable. Ella se destapó el rostro y se sentó en la cama.

––¿Eres alérgica a algún medicamento? ––Josy negó con la cabeza––. Toma esto, te sentirás mejor pronto ––le tendió un par de pastillas, dejando las cajas en su mesa de noche. Josy las tomó y se las bebió con un vaso de agua––. Iré a traer un trapo húmedo. Quédate aquí.

Salió de la habitación y fue a la cocina. Mientras llenaba un recipiente con agua fría, sintió que el aire repentinamente pesaba, como si alguien estuviese ahí. Sin embargo, al darse la vuelta, no había nada, ni nadie en ese lugar. Ethan frunció el ceño extrañado. Y bastante inseguro.

"No la acapares tanto" ––recordó. Y sintió un escalofrío recorrerle la espalda. Era la primera vez que se sentía de aquella manera. Como si no fuese lo suficientemente poderoso.

Por primera vez, Ethan se sintió en desventaja.

Y, definitivamente, eso era grave.

FLAMES [LIBRO I: THE DEVIL LOVES TOO] (EDITANDO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora