—Te recomiendo que no trabajes hoy —Josy frunció el ceño y le lanzó una mirada interrogante a Kyle cuando éste había dicho aquello al verla pasar la puerta de la cafetería con la mirada perdida aquel sábado por la mañana—. Mírate nada más, te ves más cansada que de costumbre. Y parece que has llorado.
—No es necesario que me lo recuerdes —se quejó ella caminando hacia el mostrador—. Me ha pasado algo desagradable y no he podido pegar un ojo —puso su bolso en el pequeño locker que le pertenecía—. Parece que soy la primera en llegar —Kyle asintió—. Raro.
—¿Qué fue eso tan desagradable que te ha pasado? —preguntó él preocupado—. Puedes contarme si quieres, aún falta media hora para abrir.
Los sábados, Josy trabajaba desde las siete y media de la mañana ya que no debía ir a la universidad. Pero, ella llegaba un poco tarde normalmente. Aquel día, sin embargo, el pánico de todo lo ocurrido algunas horas atrás había hecho a Josy partir de casa a primera hora de la mañana.
—Bueno —suspiró. Hacía ya una semana desde que ella había decidido tomar a Kyle con un poco más de confianza. Cosa que les había sentado de maravilla a ambos—. Me había ido a dormir a eso de las once. Pero tuve una pesadilla que hizo que despertara a las tres —Kyle hizo una mueca.
—Empezamos mal —ella rodó los ojos—. ¿Esa ha sido la razón de tu llanto?
—Sé que no crees mucho en esas cosas. Pero deja al menos que te cuente. Y no, no he llorado por eso —el muchacho asintió ante el quejido de la castaña—. Luego de algunos minutos de dar vueltas en la cama, puedo jurar que vi a alguien al lado de la ventana —Kyle palideció un poco al pensar en la posibilidad de que alguien pudiera haberse colado en la habitación de Josy—. Calma —le dijo ella—. Puedo pensar que sólo fue una imaginación mía. Luego de encender la luz no pude ver nada —a Josy se le descompuso la cara y suspiró—. Pero luego de aquello no pude dormir nada.
—¿Has llamado a la policía? —cuestionó preocupado. Josy sacudió la cabeza—. ¿Por qué?
—Tuve que haberlo imaginado —insistió ella—. Cada ventana estaba cerrada y la puerta principal tenía cuatro seguros. Además, es físicamente imposible que un ser humano sea tan rápido como para desaparecer del plano de vista en apenas unos segundos, y sin dejar rastro alguno.
Pese a los intentos de Josy por hacer que el rubio mantuviese la calma. Él permanecía inmóvil en su lugar y con la cara blanca cual papel.
—Es cierto que una persona no puede ser tan rápida —dijo él—. Pero no debes quedarte callada, Josy.
—Kyle —gruñó—. No quiero quedar como la loca del pueblo. ¿Sabes que nadie va a ayudarme con la historia que te estoy contando? ¡La máxima ayuda que puedo recibir sería la de un psiquiatra!
Kyle se rindió, desplomándose en su silla y soltando un gran suspiro. Miró a Josy de manera fugaz. Había una duda que ella aún no le había aclarado.
—¿Y por qué has llorado? —la chica desvió la mirada hacia la ventana.
—No he llorado —dijo ella sin más.
—Tus ojos estás algo hinchados y rojos.
—Bien —suspiró—. Lloré. Pero es algo de lo que no me gusta hablar. Lo siento —se levantó—. Se acerca la hora de abrir. Iré a preparar la primera jarra de café.
Kyle negó con la cabeza mirando por la ventana y pensó:
Ella es incorregible.
La mañana había transcurrido normalmente. Los clientes iban y venían una vez abierto el local. Miles de palabras salieron de la boca de decenas de personas a lo largo del día. Cada quien con historias diferentes. Josy observó a cada persona, no era para nada una sorpresa saber que cada quien tenía diferentes problemas. Pero se le hacía impresionante darse cuenta de lo pequeños que somos los humanos en un mundo tan grande. Y que cada quien tenía una historia distinta que contar.
Suspiró al sentir la mirada de Kyle clavada encima de ella. El rubio se había dado cuenta de que Josy había tenido la mirada bastante perdida durante todo el día. Y a las cinco de la tarde se acercó a ella y tocó su hombro.
—Ve a casa —le dijo cuando ésta había terminado de despachar al último cliente de la fila y ante de que otro se apareciese—. Tienes que dormir.
—No quiero ir a casa aún —se quejó ella antes de bostezar.
—Te voy a llevar yo.
Como la otra vez, él no la dejó responder y la mandó a tomar sus cosas. No sin antes dejar nuevamente a alguien a cargo de la caja registradora. Josy se quedó en silencio. Ella realmente quería descansar, aunque no lo dijera. Había dormido tan solo cuatro horas la noche anterior. Y ya sentía como la falta de sueño hacía que su cuerpo empezara a tambalearse con el riego de desplomarse en cualquier momento. Kyle la sostenía con firmeza para que ella no cediera ante el cansancio. Él se había dado cuenta de lo mucho que Josy había estado divagando durante toda la mañana y la mitad de la tarde.
Al salir de la tiendecita impregnada del olor a café recién hecho, Josy tropezó sin quererlo con una persona que estaba a punto de entrar al local.
—Perdóneme —se disculpó ella desperezándose un poco. Al levantar la mirada, la garganta se le secó al ver el rostro del muchacho del que no se había podido olvidar los últimos días.
—Josy —susurró él. Kyle miraba en silencio y con bastante confusión en su rostro.
—E-Ethan —habló vagamente. Él lucía como la última vez. Sin ningún sentimiento reflejado en su rostro. Nada comparado con la cara de la muchacha.
El castaño miró con desconcierto la mano que firmemente sostenía el brazo de la chica. Sus ojos se pasearon hasta llegar al rostro de Kyle, quien aún no comprendía completamente qué era lo que estaba ocurriendo. Aunque desconcertado, Ethan no aparentaba ningún cambio en su rostro. Suspiró y volvió su mirada a Josy. Ella le observaba en silencio y con los ojos bien abiertos. El castaño se percató de las ojeras que se habían plantado en la cara de Josy y de la palidez que abrazaba su rostro.
—Permiso, por favor —dijo él con tranquilidad. Josy dio un pequeño salto en su lugar y le abrió paso a éste—. Gracias.
—Has aprendido —Josy le regaló una perfecta sonrisa que para nada tenía que ver con el resto de su cansado rostro. Los labios de Ethan se curvaron hacia arriba de una manera casi imperceptible. Pero Josy lo notó.
—Nos vemos luego —la cortó él y ella volvió a sonreír.
—Vale —Josy continuó caminando junto a Kyle,quien en algún momento volteó a ver a Ethan, el cual aún mantenía su fría expresión.
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FLAMES [LIBRO I: THE DEVIL LOVES TOO] (EDITANDO)
Teen Fiction"The Devil Loves Too" La ciudad de Los Ángeles está siento azotada por un asesino serial que la policía sigue sin poder localizar. De todo se intenta, pero él no parece dejar rastro alguno. Josy Gallagher, conocerá a un chico que pondrá su mundo de...