Capítulo 8

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Josy se metió a su departamento arrastrando los pies. En el camino, estuvo batallando para no quedarse dormida en su asiento. Cosa que se había hecho ridículamente difícil debido a la suave pista musical que Kyle había puesto, no sabe si adrede.

Se quitó los zapatos y los lanzó por algún sitio cuando estuvo en su habitación. Volvió a salir, y esta vez se adentró en el baño, se duchó, y ahora sí, tras haber estado vestida, se tumbó en la colcha, enrollándose entre las sábanas. Y sin haber pasado más de unos cuantos minutos, Josy cayó profundamente dormida.

A las tres. Como la madrugada anterior, Ethan estaba parado junto al ventanal, recostado de la pared, mientras miraba a Josy dormir. Deseó que un mal sueño no la despertara como en la ocasión anterior. Tenía alrededor de cinco minutos en la habitación cuando por fin dio un suave paso que hizo que la madera del suelo sonara un poco. Frunció el ceño, que ella viviera en aquellas condiciones tan inseguras causaba en él un extraño sentimiento de angustia, que ni él mismo podía explicarse. Dio otro paso, y otro, y otro más. Hasta que estuvo a los pies de la cama de ella, se agachó y movió el cabello castaño de Josy, poniéndolo suavemente detrás de su oreja. Ladeó su cabeza y observó detalladamente su pálido rostro.

No entiendo —pensó él, entrecerrando los ojos.

Josy no era especialmente hermosa, tampoco tenía una figura tan curva. Era bastante delgada, pálida y sencilla. Pero, aun así, había algo que a Ethan le llamaba la atención. Lo suficiente para haberse malacostumbrado a mirar constantemente a la muchacha. Especialmente en las noches desde la azotea. Y ahora llevaba dos noches colándose en el departamento de ella mientras dormía.

Una de las manos del muchacho se levantó delicadamente y acarició su mejilla. Se acercó con sigilo y depositó un beso en ella. De repente, y cayendo en cuenta, se sobresaltó y apretó los dientes.

Los ojos de Ethan se cerraron suavemente y él echó su cabeza hacia atrás.

—Maldita sea —susurró frustrado, frunciendo el ceño aún.

Se levantó y se fue de allí, molesto consigo mismo, por no saber qué era lo que le estaba ocurriendo.

* * *

—¡Detente, por favor! —lloriqueó la chica cuando Ethan sostenía fuertemente el brazo de su novio.

—Por favor abstente de decir cualquier cosa o la siguiente serás tú —dijo él entre dientes—. Estoy muy enojado hoy. Por favor cállate —enterró lentamente la daga en el hombro del muchacho.

El chico se quejó cerrando con fuerza los ojos. El chorro de sangre, rápidamente empapó las manos enguantadas de Ethan. Detrás de la máscara, una sonrisa cínica se asomó por su boca.

—Esto es genial, mierda —soltó cuando el cuerpo sin vida del joven había caído al suelo. Se dio la vuelta—. Aún sigues aquí, ¿eh? Eres valiente —se acercó ferozmente a la chica, quien retrocedió aterrorizada—. Creo que no hace falta decirte quién soy, ¿cierto? —ella negó con la cabeza. Él se mordió el labio inferior, tomó a la chica por los hombros y la puso contra la pared—. Eso es bueno —susurró—. Eres muy bonita, qué lástima que tenga que matarte...

—E-Entonces no lo hagas —ella, queriendo salir de aquellas circunstancias, había decidido enredar al hombre que estaba frente a ella. Mala idea.

—¿Uh? Vaya, vaya. ¿Qué es esto, señorita? —preguntó juguetón enrollando uno de los cabellos rubios de la chica en su dedo, haciendo que se tiñera de color escarlata.

—Dijiste que te gusto, ¿verdad? —trató de reponerse—. No me mates, y te serviré.

Ethan repentinamente se quedó callado.

—Hey —se quitó la máscara y miró a la chica con los ojos entrecerrados—. ¿Qué acabas de decir? —ladeó su cabeza y volvió a sonreír con cinismo. Lo primero que pensó ella al observar su rostro entre toda la penumbra fue en lo atractivo que era el chico que apretada su cintura.

—Te serviré si me dejas vivir.

—Esto es gracioso —se rio él—. ¿Le dices eso al hombre que acaba de matar a tu novio? —una grave risilla de él flotó por el aire—. Además —susurró—... Creí que ya sabías quién era. Y de todas maneras me dices algo como eso. De veras tú...

—¿Q-Qué?

—Si aún te queda alguna duda sobre mí, puedo mostrarte el trabajo completo. Si es que no fue suficiente ver a tu novio morir en mis manos —Ethan puso todo su agarre en una de sus manos. Comenzó a tirar del brazo de la chica para que así ambos pudieran caminar en dirección al cadáver ensangrentado. Él se puso en cuclillas y tocó la frente—. Arde entre las llamas del infierno, escoria.

El cadáver comenzó a incinerarse poco a poco, dejando aquel inhóspito lugar tan vacío como el corazón de Ethan. Éste volvió su vista a la chica, quien había comenzado a sudar frío.

—¿Te queda más claro ahora? No soy un simple asesino de la televisión. Yo vengo del mismo lugar al que acabo de enviar a tu novio. Y el mismo lugar al que irás luego de jugar un rato conmigo —él sonrió, perverso. Y volvió a presionar el cuerpo de ella contra la pared.

Ella tragó en seco y cerró los ojos con fuerza.

—¿Q-Qué eres? —susurró temblorosa.

—Me ofende que me preguntes algo como eso. Pero ya que me caes bien, te lo diré —sonrió—. Soy un demonio. Soy el diablo.

—¿Qué? ¿E-El diablo? —ella abrió los ojos de par el par.

—No creo que tengas muchas oportunidades para no creerme, sinceramente. Sería estúpido de tu parte, más aún después de ver cómo acabo de cremar el cadáver de tu novio —ella comenzó a temblar más fuerte—. Oh, vamos, no tengas tanto miedo. ¿Qué pasó con eso de servirme? —se burló él—. Me pondré triste si no cumples tu palabra —la voz de Ethan se volvió erótica, balanceándose por el aire como una hoja en otoño.

—Cumpliré —dijo ella apartando la mirada—. Si con eso me dejas vivir, cumpliré.

La sonrisa de Ethan desapareció por completo, sus pupilas se dilataron y su ceño se frunció.

—De verdad... Tú eres una zorra —dijo serio. La chica abrió los ojos sorprendida—. ¿En serio estás repitiéndome esa clase de mierda? Incluso después de haber asesinado a sangre fría a tu novio, después de quemarlo y decirte quién soy... ¿Aún tienes esa clase de esperanza?

En la mente de ella, todo había sido más fácil. Después de todo, los demonios eran lujuriosos también, ¿no es así? Pero a Ethan le molestaba esa clase de comportamiento.

—Me has hecho enojar mucho —su mano derecha se elevó hasta el cuello de la joven, quien había empezado a llorar con insistencia—. Demonios, cállate. Eres demasiado ruidosa —dijo él entre dientes.

Algunas lágrimas se escaparon de los ojos de aquella mujer. Ella cerró los ojos con fuerza y sólo esperó impaciente, a que Ethan la dejara sin vida.

Y por supuesto que así fue.

—Arde —después de aquello, Ethan sólo desapareció sin dejar rastro alguno.

FLAMES [LIBRO I: THE DEVIL LOVES TOO] (EDITANDO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora