Memoria de Amor

XX

Preparaban las maletas para el viaje y Stephanie guardaba el vestido que venia protegido, Sebastián vio lo misteriosa que estaba Stephanie con el vestido y dijo —¿puedo verlo?—

Ella le grito desde el baño —ni lo pienses—

Sebastián se alejo de la maleta y siguió con sus cosas, ella al salir del baño lo vio con los ojos entrecerrados de manera sospechosa, el dijo

—juro que no lo he visto—

ella aun juzgando con la mirada dijo —buen chico— el se acerco a ella y le dijo —no puedo creer que una mujer tan pequeña pueda tenerme así de controlado—

la cargo en el hombro mientras ella le decía —¡oye! Que haces, ya basta aun falta mucho por hacer—

entre risas el la bajo lentamente pegada a su pecho, ella le dio un beso en los labios y dijo —creo que tengo el control—

Sebastián dijo —eso crees,—

la subió de nuevo en su hombro y le pego una nalgada suave mientras Stephanie decía —¡ya! era broma, ¡basta! también tienes el control-—

Sebastián la bajo de nuevo y cuando se dio la vuelta Stephanie dijo —o al menos eso crees—

Sebastián la persiguió hasta llegar a la cocina ella tomo la manguera del lavado mojándole la cara y parte de la camisa, el siguió avanzando hasta llegar a ella y quitarle la manguera de las manos y tomando su venganza, bañando a Stephanie dijo —que haces tenemos treinta minutos para llegar al aeropuerto estas loco—

el la veía de manera irónica por la hipocresía del comentario y dijo —eso merece que vuelva a hacer esto— y la mojo de nuevo

Stephanie dijo —bien ahora mi cabello lucirá espantoso—

—a mi me encanta tu cabello, siempre luces hermosa— dijo Sebastián

—decir cosas lindas no te salvara de mi venganza— dijo Stephanie mientras caminaba al baño para buscar una toalla.

Sentados en el avión Stephanie se coloco el cinturón parecía algo nerviosa, El terminaba de subir la maleta de mano, ella estaba en la ventanilla, Sebastián tomo asiento y dijo

—¿nerviosa?, ¿es tu primera vez en un avión?—

Stephanie dijo —¿qué? Claro que... si, ¿se me nota mucho?—

Sebastián dijo —descuida tengo un remedio para ti,— espero un momento mientras la aeromoza daba las instrucciones y antes del despegue cuando el avión comenzó a moverse Sebastián dijo

—Teff— ella lo miro y estaba muy asustada en su rostro se reflejaba claramente, el siguió

—cuando yo era un niño, era realmente muy asustadizo, mi padre me compro un cachorro, el cachorro se llamaba Hércules, era un hermoso huski su pelaje era completamente blanco, y era muy juguetón y cariñoso, también tenia un mejor amigo y el tenia una hermanita muy lista y hermosa, que estaría de cumpleaños el fin de semana, mi madre y la madre de mi amigo eran muy amigas así que me invitaron a la fiesta, a la pequeña parecía gustarle hércules, mi cachorro así que decidí llevarlo a la fiesta— Sebastián le tomo la mano y suspiro para continuar

—fue la sensación, todos querían jugar con hércules y el estaba muy contento, y la niña del cumpleaños parecía estar fascinada, es mas pensé en regalarle a mi cachorro, todo iba muy bien, pero llego el momento del pastel, y decidí cargar a hércules en mis brazos, y cuando sonaron los fuegos artificiales, que era la sorpresa especial para la pequeña, hércules se hizo pis—

Stephanie se comenzó a reír, estaba tan entretenida con la historia, y luego Sebastián dijo —no quería que nadie me viera estaba muy preocupado, pero cuando la pequeña me vio, me llevo corriendo al cuarto de su hermano, y sin importar que los fuegos artificiales que tanto le encantaban, busco como ayudarme, me busco unos pantalones de su hermano, y me dijo *cámbiate prometo no decirle a nadie, pero tienes que enseñarle a hércules a donde se debe hacer pis*, sus palabras me hicieron sentir...—

y luego de tomarle delicadamente el rostro haciendo que voltear a su lado izquierdo la hizo ver que ya estaban volando, y la vista era hermosa, unas nubes infinitas ella tenia los ojos llenos de ilusión, eran tan brillantes,

Sebastián agrego —así me sentí ese día— luego de un rato, Stephanie se acomodo en su pecho y dijo sin verle el rostro —esa niña, era muy lista-—Sebastián le contesto viéndola tan protegida por el —si, lo es—.