Capítulo 8

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Han pasado tres semanas, desde que Dante regresó a Alemania. Lo extraño, por más que quiera odiarlo, no tener sentimientos por él, lo que sea, no puedo. Siempre será mi Dante, siempre será él. Y debo convivir con esa melancolía. 

Al final, supe que esa chica no es su novia, sino una de las tantas. Dante no es un chico de novias, solo se acuesta con las chicas. Según sus amigos, que por cierto, son los míos también. Pero el único que sabe de mis sentimientos es Tincho, Bruno sospecha, pero siempre se lo niego. 

¿Se acurdan de Gio? El muchacho que estuvo aquella noche en el Bar, bueno, resulta ser que me invitó a tomar un café. Y debo decir que me lleve una grata sorpresa, es un chico muy copado, tiene onda, se puede hablar de todo, me hace reír, es muy caballero. Pasé una tarde agradable con él, me vino a buscar a la facultad y tomamos un rico latte. Luego se ofreció de llevarme a casa, pero yo tenía mi auto, así que volvimos hasta la facultad y nos despedidos ahí. En ningún momento se sobrepaso, ni instó nada. 

Seguimos hablando por celular y queremos que se repita nuestra salida, próximamente. No quiero usar a Gio para olvidarme de Dante, es un chico majo, es lindo. Pero no despierta en mi nada, se apreciar la belleza, pero no siento absolutamente nada por él. 

Y creo que él tampoco, o eso es lo que siento. No hay una "tensión sexual", por decirlo de una manera. Vieron que esas cosas se sienten, aquí solo hay risas, comentarios, buenas charlas. Nunca se corta el tema de conversación. 

Hace ya unas cuentas noches que no voy a correr por las noches, estoy sin muchos ánimos. Además ya competí con todos, y me aburro un poco. El chico misterioso, nunca más volvió. 

Me encuentro en mi casa, en pijama con León en mis brazos en el jardín. Es un día soleado precioso, mis padres fueron a almorzar juntos y quedé a cargo de mis hermanitos. Bas está encerrado en su habitación jugando a esos jueguitos. 

-Sese, tengo hambre -mi hermano juega con mi pelo. Ambos estamos acostados en el pasto. 

-¿Qué te gustaría comer? -pregunto mientras lo siento en mi vientre. 

-Dulce -aplaude con sus manitos. 

-¿Unas galletitas, una torta de chocolate, panqueque? -mi hermano piensa todas sus opciones. 

-Galles

-Entonces haremos galles -ahora yo también aplaudo. Mi hermano comienza a correr por el jardín, mientras que yo me levanto. León vuelve a mi lado y me pide que le haga upa, sabe que no me puedo negar. Lo cargo y nos vamos casi corriendo hacia el interior de la casa. 

-¿Necesitan algo? -Amelia es una de las señoras que ayuda en casa, es muy buena y la conozco hace bastante tiempo. 

-Vamos a hacer unas galles, con el pequeño -la nana de mi hermano, le sonríe y vuelve a ordenar la sala. 

Siento al pequeño en su sillita, bien agarrado y comienzo a agarrar todos nuestros ingredientes. Pero antes pongo un poco de música, mi hermano comienza a bailar con sus brazitos. 

-Eso es cariño -comienzo a bailar con él, subo un poco más el volumen y seguimos bailando. 

-Hola familia -Bell grita, habíamos quedado en pasar la tarde. Pensé que vendría más tarde.

-Estamos en la cocina -le grito, León observa curioso. 

-Bebe -mi hermano grita como loco y mi prima lo toma en brazos y baila con él. 

-¿Quién es mi bebe? -lo alza por los aires y León ríe. Coloca sus manos en el rostro de Bell y le agarra los cachetes.

-¿Qué cuenta mi bella prima? -sigo preparando los ingredientes. 

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