Capítulo 10

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Dante

Joder, no pienso dejar las cosas así. No señor. Durante toda mi vida estuve enamorado de esta chica, la distancia no nos acompaño. Pero ahora que me mudo aquí a España, las cosas van a cambiar. 

Pienso luchar por ella, quiero que me vea como un hombre, no como su primo de corazón. Pero ahora no se que es lo que le sucede, no me mira, si puede me ignora. Joder, ya no lo soporto. Hace una semana que estamos así, solo nos saludamos y  ella se me escapa. Cuando creo que tenemos un momento a solas, joder, aparece Bell o su amiga Babi. 

Reconozco que tiene una imagen de mi un poco errada, aparento un chico malo, musculoso, que solo se acuesta con chicas. Pero no es tan así, es más chapa y pintura que otra cosa. Si tuve algunas chicas a lo largo de mi corta vida, pero siempre me guardé para ella. 

Desde que somos pequeños que nos gustamos, se siente entre los dos. Joder le di su primer beso hace unos cuantos años atrás. Y nunca me voy a olvidar de ese día. Fui el niño más feliz del mundo. En lo único que pensaba era en ella, es sus preciosos ojos, sus lindos gestos, su sonrisa, esa sonrisa que con solo sacarla apenas, ya me tiene rendido a sus pies. 

Soy un capullo, cabrón, un poco soberbio; pero cuando se trata de ella, dejo de serlo. Al parecer mi Sirenita, no se da cuenta del efecto que tiene en mi. Siempre lo tuvo, y siempre lo tendrá. 

Estuvimos mucho tiempo separados, intentamos mantener un poco la conversación con la distancia. Pero poco a poco, se fue decantado. Y lamentaba esa perdida, pero no estaba en mis planes mudarme a España. 

Cuando mis padres me contaron esa idea, no lo dude ni un segundo. Quise dejar todo listo, terminar algunos asuntos pendientes y comenzar a vivir mi vida en la preciosa España. Mi plan consistía en conquistarla, en recuperar todo nuestro tiempo perdido. 

Recuerdo esa cena, en aquel restaurante. Cuando la vi entrar, con sus sonrisa hermosa y ese pequeño strass que iluminaba sus dientes. Desde esa distancia ya lo había notado. ME quede totalmente embobado, no podía despegar mis ojos de ella, de sus movimientos, de sus gesto, su educación. 

Todavía carcajeo un poco, cuando no me reconoció. La última vez que me vio, tenía puesto mis aparatos y era puro hueso. Ahora estaba lleno de músculos, con unos cuantos centímetros más y tatuajes y algunos piercings.

Tuve que volver a mi ciudad natal, debía buscar a mi hermano y despedirme de unos amigos. Debía cerrar algunas cuentas, soy corredor clandestino. Mi pasión es correr, y en las calles oscuras de Alemania, se corren picadas bastante pesadas. Puede correr en moto o auto, pero pocos son los que se animan en moto. 

Entre a ese mundo a muy temprana edad, fueron malas compañías las que me llevaron. Ganaba muy bien, nunca jamás he perdí ninguna carrera. Era reconocido en todo el mundo oscuro de allí, todos sabían de mi. Varios me respetaban, mientras que otros me retaban. Pero ellos sabían que eran hombre muerto. 

La primera noche en España, fui a una carrera y corrí contra ella. Mi dulce Sirena, piensa que yo no se su existencia y su pequeño secreto. Pero cuando uno está metido en este mundo, si estas bien adentro como yo, sabes quien son los corredores de toda la maldita Europa. Obviamente la deja ganar, no me importaba quedar como una nenaza. 

Mi chica misteriosa es una jodida Diosa con los motores, siempre lo fue. De pequeños hablábamos de autos, motores, escapes. Si ustedes vieran como es que ella habla de coches, el tono que usa, la información de maneja, la emoción con la que se comunica. Eso me tenía y me tiene jodidamente enamorado. 

Así que ahora me encuentro en mi departamento, mi pequeño pero cómodo departamento. Su ubicación era ideal, me encuentro en pleno centro. A unas pocas cuadras del taller, tengo varios negocios, algunos bares. 

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