Capítulo 43

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Serena

Durante días estuve soñando con este momento, imaginado cada detalle, cada palabra. Finalmente estoy en los brazos de Dante, mi hijo se encuentro abrazado de su abuelo. Mateo en ningún momento lloro, fue más valiente. Él estaba convencido que su padre nos iba a venir a rescatar y de solo pensarlo, me emociono.

Confieso que por las noches, algunas lágrimas inundaban mi rostro. Tristezas y fantasías nublaban mi mente, pero luego bajaba la mirada y me topaba con mi pequeño. Todos esos pensamientos, se esfumaban y un aire de esperanza me abrazaba.

Mis ojos observan a mi alrededor, las personas con las que conviví más de siete días, están con sonrisas y lágrimas en su rostro. Todos están felices y no pueden creerlo. Pocos eran los tripulantes, que tenían esperanzas. 

-Aquí tienes más agua -Dante me tiende una botella, la tomo entre mis manos y bebo de a pequeños sorbos. 

-Gracias -solo miro esos ojos, que tanto anhele ver. 

-No puedo creerlo -susurra. 

-Tampoco yo, pero aquí estqamos. Nada, ni nadie nos va a separar -apoyo mi cabeza sobre su pecho. Puedo sentir los latidos de su corazón. 

-Joder, no. 

-No quiero que cometas ninguna locura, te conozco -ahora lo miro muy seria, todos sabemos que no fue un accidente. 

-No hablemos de eso ahora. 

-Es la última vez que lo vamos a hablar, no vas a cometer ninguna locura. Ya no tenes dieciocho años. Tenes una familia, un hijo y una mujer que te esperan.

-Es por eso que pienso hacer justicia. 

-Eso se lo vamos a dejar justamente a la justicia. 

-No me pidas eso Serena -puedo notar el enojo en sus ojos. 

-Solo quiero que sepas, que no estoy de acuerdo. No cometas una estupidez, podes perdernos. 

Decido sanjar ahí la conversación, lamentablemente se que va a cometer una locura. También soy consciente de que toda mi familia lo hará. Pero no pienso ser participe, ahora tengo un hijo y no me puedo arriesgar a que le suceda algo. 

Mis ojos se van cerrando, mi mente aún sigue divagando. Decido apoyar mi cabeza contra la ventana del avión, subo mis rodillas hacia mi pecho. No tengo ganas de discutir con Dante, hace días que no lo veo y aquí estamos discutiendo. 

Estaba a punto de caer a los brazos del morfeo, pero una voz me volvió a la realidad. 

-No haré nada Sere, pero por favor no te alejes de mi. Pensé que los perdía, solo veo rojo. Te amo mi amor, ven -susurra cada palabra y derrite mi corazón. Coloca su brazo alrededor de mi cuello y me atrae hacia su pecho. 

No respondo nada, solo vuelvo a mi posición favorita. Mi rostro oculto sobre su cuello, mis manos acariciando su cabello y las suyas mi espalda. 

El resto del aproveche para descansar, en todos estos días no pude hacer bien. Recién hoy, pude dormir como antes no lo hacía, profundo, sin estar alerta.

Suaves besos son repartidos por mi rostro y la voz grave de Dante, me devuelve a la realidad de a poco. 

-Princesa, ya llegamos -mis ojos se abren de a poco. Mateo aún sigue dormido, en los brazos de mi padre.

-Llegamos a casa cariño -le digo a Dante con una sonrisa. 

-Claro que si -me responde con una sonrisa y besa mi frente. 

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