Capítulo 27

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Serena

-No estoy de acuerdo -digo fuerte. Todos se dan vuelta y me observan atentos. Me inclino un poco y aclaro mi garganta, admito que siento algunos nervios, pero no me importa.

-Dime otra forma de sobrellevar esta situación -mi padre molesto, me enfrenta. 

-Hombres y mujeres estaremos preparados, no solo los hombres. O al menos hablo por mi, no me pienso quedar sentada, mientras que ustedes están ahí afuera. 

-No pienso ponerte en peligro Serena -mi padre esta cada vez más molesto. 

-No me pienso quedar quieta y esta es mi última palabra -cruzo mis brazos y lo observo.

-Mejor vamos a respirar un poco todos, no queremos estar mal entre nosotros. Debemos estar unidos -mi tío habla, un poco más fuerte. 

-Serena, sabemos que estas en condiciones, pero comprendo a tu padre, esto es peligroso. Era un grano en el culo hace veinte años atrás, ahora son mucho peor -ahora Brando es quien toma la palabra.

-Si saben que estoy preparada, me van a dejar participar. Con o sin su consentimientos, haré lo que yo crea -mi enojo y un poco de indignación van creciendo. 

-Mi amor, cálmate un poco. Hablemos de forma civilizada -Dante acaricia mi rodilla. 

-Estoy jodidamente tranquila, pero no  puedo creer que mi propia familia me quiera afuera. Joder, daría la vida por todos ustedes. 

-Y justamente eso es lo que no quiero,¿si te pierdo que hago? -mi padre a esta altura ya esta gritando. 

-Cálmate Bas -mi madre toma su mano. Siento como mis lagrimas se  van acumulando. 

-Haremos lo siguiente, te entrenaras día y noche, al igual que nosotros. No vas a faltar a ninguna practica. Respecto a la calle, estar en estado de alerta constantemente. Nos jugaron una mala pasada y te drogaron, no pudiste defenderte. No puede volver a ocurrir -Brando habla con su voz grave y fuerte, este hombre si que mete miedo. 

-Haré lo que sea necesario para defender a mi familia -estas son mis últimas palabras, puedo notar que mi padre ni me mira. Se que esta molesto, pero no es el único. No puedo creer que no crea en mis capacidades. 

Sin soportar más esta situación, me levanto del sillón y me voy. Escucho que mi madre intenta frenarme, pero no puedo hacerlo en este momento. Necesito estar sola, aunque sea unos minutos. 

Voy corriendo hacia mi cuarto, cierro la puerta y me voy directo a mi lugar, el balcón. Me siento sobre la baranda y observo el cielo. Miles de pensamientos comienza a acechar mi mente, pero dejo que fluyan, al igual que mis lagrimas. Es mejor sacarlo todo ahora, que después. Me conozco y no quiero explotar frente a nadie. No me gusta que me vean llorar, lagrimas comienzan a descender por mi rostro. Pero no las limpio, dejo que sigan su curso. 

Recuerdos de mi niñez llegan a mi mente. Empece a entrenar cuando tenía diez años, mi madre me mandó a Taekwondo. Quedé fascinada, luego comencé a practicar otro tipo de artes marciales. A mis diecisiete años comencé con el gimnasio y a los dieciocho, con tiro. Nunca me comentaron el motivo de mis entrenamientos, tampoco lo cuestionaba. En vez de hacer danza, practicaba artes marciales, pero eso me encantaba. Me gustaba no ser como el resto de mis compañeras, niñas fresas. 

Ahora que la verdad salio a la luz, comienzo a entender todo. Y es inevitable compararlo con el resto de mis primos o mis hermanos. Todos fuimos entrenados de la misma forma, Jude y Bell, son muy buenos en las artes marciales. Lo mio fue más el tiro y el boxeo. Cada uno se fue especializando más es su destreza. 

Yo creía que mi familia se dedicaba exclusivamente a las empresas, pero al parecer tenemos un pasado de fondo. mis padres me enseñaron que hay que protegernos entre todos, que la familia es lo mas importante. 

En su momento hice una promesa y pienso cumplir con mi palabra, hasta que ya no tenga aire. No pienso bajar los brazos, jugaron sucio. Me drogaron, tuvieron que debilitarme para actuar. Una vez sucedió, pero no va a haber una segunda oportunidad. 

Las cosas cambiaron, la moda me imparta y pintarme las uñas igual. Pero cuando se trata de mi familia, soy capaz de cualquier cosa.

Escucho un ruido, giro mi rostro y observo la figura de mi padre entrar a mi habitación. Vuelvo a observar el jardín, no me gusta estar así con él. Limpio mis lagrimas y él toma asiento a mi lado. No dice nada, simplemente imita mi acción. Luego de unos largos minutos, habla. 

-Serena, sos mi vida. Sos mi hija, durante ocho años estuvimos separados, por culpa de un hombre horrible. Tu abuelo, él estaba metido en ese horrible mundo. Al igual que todos nosotros, pero fuimos inteligentes y nos fuimos, ya no eramos esos adolescentes. Ahora con cuarenta y tantos años, soy consciente de mis acciones, tengo una familia. Tengo una mujer hermosa, de la cual estoy jodidamente enamorado, tengo tres hijos que son mi vida. Tu quieres luchar por la familia y eso me llena de orgulloso, pero a la vez me muero de miedo. Me muero si algo te pasa cariño, me muero. 

-Papá, no me va a pasar nada. Primero porque me se defender, hace trece años que entreno y me preparo para este momento, pensar que era todo inconsciente. Segundo, tengo una familia que me quiere, que me protege. Un padre que me ama y una madre hermosa que me cuida, tengo hermanos y tengo a Dante. Él daría su vida por la mía. No estoy sola padre, estamos todos.  Yo también muero de miedo, me muero si algo te pasa, pero ese miedo no me paraliza. Lo único que me genera es ganar de luchar, de hacer justicia. De dejarles un buen futuro a mis hermanos pequeños a mis hijos. 

-Joder, Sere. ¿Cuándo te volviste tan madura? -una sonrisa s eme escapa. Ahora si nos miramos a los ojos, me acerco a él y me fundo en su caluroso abrazo. 

-Te amo papá.

-Te amo mi hija hermosa.

Deposito un beso en mi frente y nos quedamos abrazados un buen tiempo. Luego tuvo que irse, ya  que debía terminar de arreglar unas cosas con mis tíos. 

Me quedo sentada en mi lugar, tengo un poco de frío, pero no me importa, hay veces que me gusta sentir frío. Las luces del jardín están prendidas, cada una esta ubicada en un lugar estratégico, la parquista hizo un trabajo increíble. La pileta también tiene sus luces. 

Siento que me colocan una manta, huelo ese perfume exquisito y se a quien le pertenece. No necesito girar mi rostro, simplemente me dejo abrazar por sus fuertes brazos. Disfruto su cercanía, me tranquiliza. 

-Lamento que me haya puesto así -digo en un susurro. 

-No tienes que lamentar nada, entiendo tu punto de vista y el de tus padres. Me muero si algo te pasa, pero también conozco a la perfección tus capacidades. Pero quiero que sepas, que nunca nada te va a pasar mientras que  yo este vivo. Te amo nena y joder, quiero vivir mi vida entera junto a ti. 

-Lo se Dante, y también quiero vivir mi vida junto a ti. 

-Ahora es mejor que vayamos a casa y descansemos, hoy fue un día agotador. 

-Antes de dormir, ¿me podes hacer mimitos?

-Toda la noche -besa mis labios, de esa manera que me derrite el alama. Tierna, calmada, disfrutando cada segundo. 

Los adoro 







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