♔ Entre el amor y la guerra

| ℂapítulo 6

—¿Qué te parece, madre? —un joven quinceañero de cabellos castaños, relucientes y algo ondulados y largos, que caían por ambos lados de su rostro, se acercó a su progenitora con media sonrisa, la respiración algo agitada mientras que enfundaba su espada en el cartucho que llevaba colgado sobre su cintura.— Cada día voy mejorando más y más, ¡y llegaré a estar a la altura de Robert!

La chica, que había cumplido sus merecidos 35 años hacía unos pocos meses, sonrió y alentó con la mirada a su hijo, atrayendo su cuerpo hacia el de ella y estrechándolo entre sus delgados brazos enfundados en aquel precioso y suave vestido de mangas largas y holgadas.

—Este crío llegará más lejos que yo, incluso —una voz masculina interrumpió el cálido abrazo, haciendo que la sonrisa de Sibila se ensanchase aún más para así, soltar a su hijo y volverse hacia el hombre que tanto le había costado reconocer como su pareja.—

—¿Cuándo volviste? —susurró Sibila, acercando sus manos al rostro del contrario y acariciando por encima la notoria barba que ya le había comenzado a crecer. Este sonrió enternecido mientras que acariciaba con sus dedos y de una forma delicada, la mano de la chica.— Te extrañé.

—Esta mañana, aunque estaba planeado que partiésemos de allí a esa hora, solo hice que adelantasen la guardia para poder venir a verte —explicó el caballero con la armadura brillante para así, dejar un dulce pero casto beso sobre los carnosos labios de la mujer a la que amaba.—

—Nunca me cansaré de decirlo, pero —pausó sus palabras, analizando cada uno de los movimientos y expresiones que este tenía en su rostro ya acostumbrado a estar siempre rígido. Siempre la conseguía cautivar.— eres demasiado cursi, querido.

—Incluso cursi o sin una pierna, me seguirías queriendo igual —susurró de nuevo Robert, volviendo a unir sus labios con los de la pelirroja, pero ahora era un beso algo más sensual y no apto para todas las edades.—

—Creo.. Que me iré con los chicos —la voz algo nerviosa e incómoda se hizo notar y obligó a los dos mayores enamoradizos se separaran del fogoso beso con media sonrisa mientras que intentaban regular su respiración.—

—Un momento, James —la voz dura pero a la vez cálida del caballero resonó en aquella terraza bien adornada y rodeada de plantas de todo tipo, como también estaba llena de lujosas lámparas de cristales con las velas en medio que, cuando se encontraban encendidas, le daba un toque muy romántico a la habitación. El más joven se giró, esperando a que Robert hablase.— Hace mucho que no veo a Allan, dile que cuando pueda, que me venga a visitar. Y lo mismo dile a Connor, tengo una propuesta para ustedes tres.

—De acuerdo, señor —dijo con respeto el joven, justo antes de salir corriendo hacia el enorme arco que daba al pasillo central, dejando a la pareja mirando hacia el hueco por donde James se había ido, ambos sumidos en sus propios pensamientos.—

—¿Qué harás con mis pequeños? —preguntó ella, saliendo de su propio trance y acercando su cabeza hacia el pecho del hombre, pegando su oreja justo por encima de su torso, donde se podía oír el pausado latir de su corazón, lo que la hizo sonreír.—

—Tienen 15, 16 años, mi amor, eso no les hace ''tus pequeños'' —comentó el contrario con un tono burlesco pero algo cariñoso, envolviendo el cuerpo de la mujer entre sus fuertes y masculinos brazos.—

—Me da igual, Jamie será siempre mi pequeño príncipe, y los otros dos, sus espadachines que siempre están al tanto de su seguridad, protegiéndose los unos a los otros —explicó la más baja de altura, dando pequeñas caricias sobre la espalda de Robert.—

—Está bien, está bien —dijo entre pequeñas carcajadas, ahora dando caricias también sobre el ya rojizo completamente cabello de Sibila.— Y, como he estado viendo el progreso tan avanzado y espléndido que ese trío lleva, estaba pensando en ascenderles a la guardia real, pero claro, hasta que no lleguen a sus 19 años, no podrán llegar a ese puesto.. Si te parece bien, claro.