| ℂapítulo 13

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Al siguiente día, la hora de la cena se había terminado y, de nuevo, todos habían vuelto a sus habitaciones con una amplia sonrisa tras ser echados de la sala del comedor, y todo a causa de una sorpresa que el rey había preparado sin decir nada a sus familiares pero si preparándolo todo para que saliese perfecto.

Un baile de máscaras.

Esta fiesta sorpresa había tomado con la guardia baja a Sibila, por el simple hecho de que no quería volver a ver al rey vecino, pero simplemente no podría faltar por simple respeto a su cuñado, el rey Guillermo II.

James tampoco había aparecido desde el día anterior, y la princesa de Newcastle, Charlote, tampoco se sabía donde se encontraba. Esto llevó a Sibila a despreocuparse por varios instantes, puesto que sabía que su hijo no era tan tonto como para dejar escapar una oportunidad así de pasar más tiempo con la joven curiosa.

Robert, en su caso, sintió una gran preocupación al ver a su mujer, más decaída durante el transcurro del día.

—¿Te encuentras bien? ¿Qué pasó? —preguntó cuando ambos iban de camino a la habitación que compartían en donde tendrían sus trajes y máscaras correspondientes. La idea de tener una fiesta, de alguna manera, tranquilizó y animó en cierta parte al hombre, puesto que haría que su mujer se relajase un poco, puesto que estaba seguro ya de que la preocupación que atormentaba a Sibila tenía que ver en su totalidad con el monarca visitante.—

—Más tarde te contaré —dijo esta, casi haciendo que el principal caballero perdiese casi sus nervios por la falta de información que tenía. Rápidamente y una vez dentro de su habitación, agarró con algo de fuerza pero no tanta como para dañar a su mujer, y la colocó al lado de la pared, presionando ligeramente su cuerpo contra el de esta, a la vez que esta dejó escapar un suave jadeo por lo bajo.—

— ¿Por qué siento que me ocultas demasiado? Siempre con tus ''ya te contaré'', ''más tarde te lo digo''. ¡Agh, me desespera el no saber nada! —exclamó este con la cara casi toda enrojecida por la furia y la impotencia de no poder sacarle la información que él necesitaba.—

Sibila abrió los ojos a la par que sus labios fueron separados, pero rápidamente juntó estos últimos, bajando la mirada para posar esta en el suelo mientras que atrapó su propio labio inferior bajo sus dientes superiores, sin saber qué decir o cómo actuar.

—¿Ves? Por esto es por lo que desconfío. Tu me haces desconfiar, Sibila —murmuró Robert, juntando ambas frentes y controlando sus ganas de sacarle la información como fuese, dejando caer sus dos manos sobre las mejillas de esta, haciendo que cerrasen los dos sus ojos.—

—Prometo que te explicaré cada cosa que me preguntes, lo prometo, pero tiene que ser cuando la familia de Newcastle se vaya, por favor —susurró esta con los labios entreabiertos y rezando mentalmente por persuadir a su marido.— Por favor, dame ese tiempo y prometo decírtelo todo.

Este suspiró pesadamente, dejando caer pesadamente su cabeza sobre el hombro de la chica, descansando ahí sus pensamientos, para luego levantar su rostro y asentir con la mirada y ligeramente con la cabeza. Se apartó y no dijo nada más, comenzando a desabrochar su chaquetilla militar y la camisa lisa que llevaba puesta, dejando ambas sobre la cama de forma pulcra y en un montón cuidadosamente.

Esta mordió su labio inferior y se acercó lentamente, bajando su vestido por los hombros, sacando este por las mangas y dejando la parte de la cintura hasta la cabeza desnuda —después de sacarse el corsé que tanto le había apretado pero estilizado su figura en la noche—, para luego quitarse el vestido por las piernas, quedándose solamente en la ropa interior completa que le llegaba hasta las rodillas y le comenzaba en la cintura, justo por debajo del pecho.

♔ Entre el amor y la guerraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora