| ℂapítulo 7

18 5 0
                                    


Pasaron tres años más, y los tres jóvenes estaban a punto de ser nombrados caballeros de la guardia real, el cual era un puesto demasiado importante para unos chavales de su edad. Pero, la realidad era que los tres estaban más que capacitados para ese tipo de trabajo, y más sabiendo que todos sus entrenamientos estuvieron orientados hacia ese puesto en concreto.

Faltaban solo un par de semanas, y el más joven de los tres era el que más nervioso estaba, puesto que toda su vida estuvo esperando a que algo así le sucediese a él. Pero claro, que los otros dos restantes, solo utilizaban ese tema para hacer pequeñas bromas que el menor se tomaba a risas.

—¿Sigues nervioso, Allan? —dijo James, colocando el sillín que antes estaba en el lomo del caballo en una de las estanterías a un lado del cubículo correspondiente al animal.— Sabes que no es nada que no hayamos hecho antes, y lo sabes.

—¡Pero igualmente! Vamos a estar... Junto al rey, y si algo le pasa porque me despisté, el reino me mandará lejos y... y no voy a poder ver más a madre y... —a esa altura, pequeñas lágrimas avecinaban por salir del chico de hombros anchos y amplia sonrisa, sintiendo como tenía pequeños escalofríos con solo pensar en aquel futuro incierto pero horroroso.—

—Hey, que no va a pasar nada. Si Sir Robert nos eligió, fue porque ve algo en nosotros digno para servir al rey directamente como su guardia —se acercó Connor por su lado derecho, posando un brazo por los hombros del menor, viendo como se tranquilizaba poco a poco. Sonrieron los dos, ahora mirando al mayor de los tres.— ¿Y si vamos por ahí? Ya sabéis, a despejar un poco.

—Me parece genial, igualmente será como estar encerrados o atados al señor, así que apoyo esa idea —ahora el menor había secado sus ojos y sonreía abiertamente, mirando fijamente a James, el cual se había quitado la armadura que tanto le pesaba sobre los hombros y ahora la llevaba a rastras bajo el brazo.—

—Tendré que ir a consultárselo a madre, ya sabéis que no le gusta que ande por ahí sin decírselo —explicó este, dirigiéndose algo serio, hacia la salida. No sabía el por qué de su rudeza, solo sabía que le había salido del corazón involuntariamente con ese tono algo desagradable.—

—¡Hey hey hey! Espera ahí muchacho —Allan vociferó, soltándose del agarre del mediano de edad de los tres, y se acercó al mayor, colocándose delante de él y con ambos brazos sobre su cintura, haciendo una pose algo femenina pero graciosa por la cara que ponía el menor.— ¿No que eras el más responsable y el más mayor de los tres? ¡Tu madre ya sabrá en qué estás metido!

—Cierto —le acompañó tanto en la postura como en su expresión, Connor.— Además, de que tu padrastro se enterará si o si de tu localización, porque, por si no lo recuerdas, él es el jefe de la caballería del reino, y tiene ojos y oídos en todo el territorio.

—No me lo recuerdes.. —el mayor exasperado suspiró, bajando algo su cabeza.— Bien, no iré a decirle nada, pero al menos, se lo notificaré a George, es el más cercano a Robert.

A decir verdad, en todos esos años que su madre estuvo con el caballero «de la armadura brillante», como le decía su madre, nunca le había dicho algo parecido a ''padre'' o ''papá'', si no que siempre fue llamado por su nombre. Simple costumbre de oír a su madre.

Ella le había contado parte de la historia, desde su nacimiento hasta la llegada al reino de Edimburgo, pero lo que James nunca pudo sonsacarle, fue la razón, el por qué de su huida de Newcastle. 

Hoy en día, es un tema que sigue carcomiendo la cabeza del joven, pero tampoco le gustaba esa sensación de tener a su madre presionada. Él ya era mayor como para andar exigiendo explicaciones de todo lo que pasaba o pasó a su alrededor.

♔ Entre el amor y la guerraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora