¿Estamos equivocados?
¿Estamos en lo cierto?
El mundo era pequeño o eso parecía en ese preciso momento. ¿Cuánta posibilidad había que el muchacho de la cafetería, de hacía solo unos días atrás, estudiara en la misma facultad que yo? O era estudiante nuevo o nunca le había visto antes, no hasta que por casualidad le encontré al lado de Lee Sojin, mi mejor amiga desde que había entrado a la universidad hace solo un semestre atrás. Abrí mi boca ligeramente mientras me sentaba en la mesa donde estaban. Tenía que estudiar unas cosas para un examen oral cuando le vi hacer lo mismo que la vez anterior, posar su mirada de casualidad en la mía y abrir la boca cuando me reconoció, a diferencia que cuando me vio por primera vez, abrió la boca por haberle ofrecido un pañuelo.
— ¿Tú no eres la chica de la cafetería del lunes?—Dijo, bastante sorprendido. Era miércoles. Solo dos días después habían pasado desde eso, que parecía inclusive extraño. Asentí, fingiendo que realmente no me interesaba, bueno, no, no fingía. Es decir, si la cafetería estaba dentro de la universidad, era posible que me lo volviera a topar, pero obviamente no esperé que sea allí, en la biblioteca en la que sólo dejaban entrar a los de la facultad. Nos controlaban la entrada, pues había habido muchos problemas sobre las mesas ocupadas por planos u personas de otras carreras cuando nosotros éramos de literatura. Así que sí, él también debía ser de esa carrera o al menos de humanidades. ¿Psicología, traducción, sociales? En fin no importaba, la respuesta era obvia. —No sabía que el mundo fuese tan pequeño.
— ¿Se conocen? — Sojin preguntó con curiosidad. Ella sabía muy bien que no era de socializar y no porque no pudiera, simplemente no me nacía. Estaba feliz con pocos amigos. Con ella por el momento era suficiente.
—Me prestó su pañuelo aquella vez que llegué tarde a mi examen de japonés. —Confirmaba que aquel chico era de traducción entonces. Procedí a sacar mis cosas de mi bolso. Necesitaba leer mucho para hacer un análisis crítico sobre una obra literaria de 1822. Un dolor de cabeza pues el idioma de aquel entonces era muy diferente al actual. Habían palabras incluso que nunca había escuchado en mi vida y eso era lo malo de estudiar una carrera que dependía de un factor muy variable: el tiempo. La lengua se transformaba, la literatura también. Ahora vivíamos en una era donde lo digital predominaba ¿Quiénes leían periódicos aún? ¿Quiénes se sentaba a leer el periódico en físico? ¿Ahora no leían todo a través de internet? ¿No leían historias en plataformas famosas? Todo era una variable, pero eso no quitaba el hecho que me apasionaba mi carrera y que solo debía adaptarme.
— ¿Cómo te llamas? — preguntó aquel pelinegro. Lo miré seria. Ya había empezado con mi lectura y algo que odiaba era que me interrumpieran. Sojin sabía que le miraba con odio ya. No es que me desagradara el muchacho, pero odiaba eso.
—Lee Sungkyung. —le respondí. Sus pestañas largas se batieron y una sonrisa apareció en su rostro como si algo le hubiera sonado gracioso.
— ¿Como la escritora? —. Le miré un poco sorprendida ante la referencia.
Había una escritora no tan famosa de los años 50 que tenía mi mismo nombre. Mamá amaba sus libros aunque siempre dijera que no eran conocidos. Me sorprendía que un chico supiera de ellos y más si la escritora se dedicaba al género juvenil, por no decir solo romance. Había leído todos sus libros desde pequeña y creo que fue la razón por la que amé la lectura desde ese entonces. La forma que ella podía poner sus pensamientos en papel y tinta no podía hacerlo cualquiera. Algunos decían que eso solo era tener inspiración, no, no era así, era más que inspiración, era una buena salud mental. Era amor y pasión. Si escribías solo cuando te sientas triste ¿Saben cuán feo sería el sentimiento luego al leer aquello, cuando ya se te haya ido ese sentimiento, o narrar algo que realmente quisieras que sucediera, pero aunque lo intentes nunca pasaría? Lo había hecho, había escrito cuando estaba dolida y también me sorprendía cuán fluido y motivador salían mis palabras; pero, después ¿creen que tenía algún sentimiento de orgullo? No lo tenía. Me sentía patética por escribir eso, pero apreciaba el hecho de haber podido llegar al corazón de alguien con mis escritos. Así que sí, no estaba mal de todo; pero, poco después, descubrí la verdadera forma de escribir sin sentirme mal. El escribir cuando estaba mental y espiritualmente bien. Eso era lo vital para una escritora.
Dicen que los momentos tristes te hacen pesar más, que te hacen sentir mejor los sentimientos. No negaba eso, sí, hacían eso, pero estar feliz también te hacía sentir eso. Hasta incluso hasta hacerte sentir que estás en una utopía. Y en ese momento, una sonrisa sin querer salió de mí, como si estuviese ingresándome en una utopía donde el personaje principal de aquel mundo ideal fuera aquel pelinegro que tenía en mi delante.
—Amo sus libros, bueno, en sí toda mi familia. La abuela es una maravillosa mujer y escritora
Era como si pudiera leer de repente su referencia. Estaba diciendo que Lee Sungkyung era nada más que su abuela. Eso no podía creerlo. No había publicado hacía más de veinte años un libro. El último era mi favorito. En ese entonces mi curiosidad incrementó.
— ¿En realidad es tu abuela?
Le pregunté al desconocido. En ese momento, dejé mi lectura, pero como si recordara algo saqué de mi bolso un libro bastante antiguo. Mamá me lo había dado hacía mucho y lo cuidaba con toda mi alma.
—Me gusta como ella escribe. —comenté y enseñé el libro. No mentía o me haría la que sólo sabía de ella por la homonimia, sino que realmente me encantaba esa autora.
—Normalmente la gente suele aborrecer cuando se les relaciona con alguien que tiene el mismo nombre y es notoriamente más famoso. Por ejemplo, ¿Conoces a Park Jimin? Tengo como tres amigos que se llaman así, mujeres y hombres, pero las mujeres suelen reaccionar feo cuando le hacen referencia a la ex miss Corea Park Jimin. Siempre suelen dejar comentarios "Bueno, soy Park Jimin, pero no la miss Corea", o "Soy Park Jimin, pero no esa Park Jimin" como si el nombre les incomodara. Es decir, somos millones de coreanos, es obvio que existe alguien con nuestro mismo nombre, famoso o no, ¿Ser famoso lo hace diferente? Así que me agrada que no hayas dicho nada, y no solo porque es mi abuela. Simplemente dijiste que amabas sus libros cuando buscaste ese libro y no lo de tu nombre. Eso dice mucho de ti. Por cierto me llamo Jeon Jungkook. Es un placer conocerte, Lee Sungkyung.
Las largas palabras del pelinegro llamaron mi atención haciendo que soltara una pequeña sonrisa. Era poca gente la que me llamaba mi atención positivamente, hacía unos segundos atrás le había tachado como irrespetuoso, ahora hacía que emanara una sonrisa. Ni siquiera Sojin había logrado sacarme una sonrisa a los minutos de conocerle. Entonces cuando apreté su mano supe que seríamos muy buenos amigos desde ese entonces.
Oh, cuánto me equivocaba en ese entonces. ¿Por qué fingir tanta amabilidad cuando lo único en estos años fue poner muros, cuando la única que luchaba por todo era solo yo?
¿Por qué Jeon Jungkook, por qué no estabas ahí cuando más te necesitaba?
¿No se supone que éramos buenos amigos?
¿O fue ahí cuando no debí ilusionarme de que me veías de la misma manera que yo lo hacía?
Dime, Jungkook
¿Me extrañas, ahora?
Nota:
Por si no saben, me cree otra cuenta de instagram. No olviden de seguirme 💕 las amo.
Es @xngl25
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Die trying + jjk + kth + myg ✔️
Ficção AdolescenteSi veías a Lee Sungkyung por primera vez podías ver que era una chica tímida y fría, sin embargo, el concepto que tenía de ella no se alejaba mucho. Ella se resumía en que era como un helado. Fría y dulce a la vez, que apesar que me hacía doler la...