CAPÍTULO 9

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—Es algo magnífico lo que estás haciendo, inspirador, conmovedor, es-

—Sí, gracias Orión —lo interrumpió sonriendo forzadamente, mandado al diablo a Camille en su interior.

—Pero en serio hermosa, nunca nadie se había preocupado por esas Bestias, y llegas tú ¡Y bum! Revolución por los derechos para ellos. Eres como la mujer maravilla —sonrió divertido.

La castaña rodó los ojos, mientras conducía. Lo único que quería hacer en ese momento, era bajarlo del auto, y de una patada en el culo, mandarlo de regreso a dónde sea que antes estaba viviendo.

Si algo no soportaba, era a los aduladores, especialmente a Orión, cuando conocía sus verdaderas intenciones.

—¿Y tú, primita? ¿También estás metida en esto?

—Sí —sonrió emocionada—. Tanto papi como yo, estamos ayudando a Narel a conseguir todo lo que necesite.

—Sorprendente, jamás imaginé que dos chicas como ustedes, se meterían en algo como esto.

—¿Dos chicas como nosotras? —preguntó Narel, intentando ocultar su molestia—. ¿A que te refieres?

—De su posición y clase social ¿Qué es lo qué las hizo fijarse en ellos?

—Bueno, básicamente el pensamiento estúpido que algunas personan tienen sobre ellos, al tratarlos como animales, al creer que son más. Y sólo porque son humanos "comunes", o tienen dinero.

—Mm, comprendo.

—Escuchen, yo debo ir ahora al asentamiento, díganme dónde quieren que los deje.

—Iremos contigo, por supuesto —sonrió Orión—. Ya quiero conocer ese lugar.

—Am no, no es una buena idea. A los hombres de su especie no les gusta para nada, que un humano esté cerca.

—Puedes explicarle entonces que yo no soy peligroso —propuso con una suave sonrisa el rubio.

Apretó los dientes, y movió el espejo retrovisor para ver a Camille, que sólo sonrió incómoda. Sabía que si Narel pudiera, la mataría ahí mismo.

Tenía esa mirada asesina, que a más de uno asustaría.

El resto del camino fue muy silencioso, y al estacionar en frente de las puertas del asentamiento, Narel se giró en su asiento para mirar a Orión.

—¿Podrás mantener la boca cerrada?

—¿Qué? —Sonrió confundido—. Pero-

—Eso creí, no digas nada que sea ofensivo ¿okay? Nada de llamarlos como bestias, ni hablar de sus orejas, cola, u ojos de gatos.

—¿Tienen cola? —preguntó sorprendido.

—Por Dios —suspiró Narel, negando con la cabeza y bajando del auto.

Sabía que era muy mala idea llevar al estúpido primo rubio de Camille allí.

Entraron los tres al predio, luego de anunciarse en la puerta, y a penas Luna vio a Narel, quiso ir corriendo a saludarla, pero Dariem la detuvo.

—¿Quién es este tipo? —preguntó sin rodeos, mirándola a ella.

—Dariem, él es Orión, el primo de Camille.

—Hola, un gusto conocerte Dariem —sonrió el rubio—. Bueno, no soy sólo el primo de Camille, también fui alguien muy especial para Narel —pronunció abrazándola.

Dariem desvió la mirada del idiota ese, a Narel, que rápidamente le quitó el brazo de encima de ella.

—Alguien especial, eh —repitió serio, mirando fijo a la castaña—. Creí que lo único que tenías especial, era eso que guardas en tu-

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