CAPÍTULO 21

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"—Por los síntomas que la niña presenta, han utilizado un depresor. Estamos esperando los resultados del examen toxicológico para saber cual. Cuando llegó aquí, estaba en un estado de coma. Sus signos vitales eran muy bajos. Está ahora conectada a un respirador, y estamos evaluando sus signos vitales. Sus pulsaciones son muy bajas."

Observó a su pequeña conectada a todos esos aparatos, y sintió su corazón deshecho, deseando ser él quien ocupara su lugar. La niña estaba inconsciente, y los médicos estaban haciendo todo lo posible por estabilizarla, pero al ser tan pequeña, no sabían como iba a responder.

Lo único favorable en ese momento, es que al ser de su especie, podía asimilar más rápido las drogas, aunque desconocían cuales serían las consecuencias. Era la primera vez que trataban un caso como ese.

Sintió un dulce aroma acercándose a él, y apretó los puños con rabia. No quería verla, mucho menos, que estuviera cerca de Luna.

—¿Qué quieres aquí? Vete.

—P-Por favor no me pidas eso —le dijo llorando—. Haría lo que fuera porque esto jamás hubiese ocurrido. Quiero a Luna, la amo, y tú lo sabes bien.

—... No me importa.

—Me pediste que fuera su mamá, ella mismo lo quería... Dariem —pronunció suplicante, acercándose a él—. Te necesito, por favor.

Desvío la mirada, sin querer verla. Aún apretando sus puños.

—No fue mi culpa, pero lo siento, yo sólo quise lo mejor para ustedes. Perdóname.

—Narel, quiero estar solo... Vete.

Asintió con la cabeza, sintiéndose tan angustiada, que fue lo único que pudo hacer en ese momento, girándose para irse.

No hizo más que salir de allí, que se sentó una banca, abrazándose a si misma, llorando. Lo único que quería era que Luna despertara, no importaba si Dariem ya no quería verla, si la odiaba, sólo quería que la pequeña estuviera bien.

***

Los médicos le habían dicho que volviera a su casa, que cualquier avance que ocurriera, se lo notificarían, pero Dariem se había negado. Salió de la sala de espera donde se encontraba, y fue por un café y algo para comer, el sueño ya comenzaba a hacer estragos en él, y se sentía muy débil.

Fue entonces que notó que Narel aún seguía allí. Se había dormido en una banca, echa un ovillo, abrazándose las piernas.

Suspiró con cansancio, y fue hasta una máquina expendedora, sirviéndose dos vasos de café, y luego tomando un paquete de galletas de la máquina de al lado, antes de volver hacia donde estaba la castaña.

Quizás era por el sueño, o el cansancio, pero sintió pena por ella. Narel no era nada de ellos, y sin embargo se había quedado allí.

Tal vez era culpa.

Se acercó a ella, y tocó su hombro, sacudiéndola levemente para despertarla.

—¿Ella despertó? ¿Está mejor? —le preguntó rápidamente la joven, reincorporándose en la banca.

—No, sigue igual —le dijo dándole uno de los cafés.

—Gracias —Pronunció bajo, haciéndose a un lado para que él también se sentara.

—¿Por qué no volviste a tu casa?

—No quiero irme hasta que Luna despierte —le dijo afligida, mirando hacia abajo—. No me iré hasta que lo haga.

La observó levemente, antes de darle un sorbo a su café. Su rostro, al igual que sus ojos, estaban hinchados de tanto llorar.

—Cuando ella lo haga, te avisaré. Deberías irte.

—¿Cómo debo hacer para qué entiendas que la niña me importa?

Dariem no dijo nada, sólo continuó tomando su café. Y es que realmente, él tampoco sabía como haría para creerle. Aunque no quisiera, aún seguía culpándola.

***

—Días después—

—Debes ponerte bien, Lunita. Ya no sé cuanto más pueda aguantar esto —pronunció afligido, tomando la mano de la niña—. Los médicos dicen que has mejorado, que ya respondes a ciertos estímulos... Pero tú aún no despiertas.

Acarició suavemente su cabeza, su cabello, y luego una de sus mejillas.

—Dicen que muchas veces ayuda que les hablen a los pacientes que se encuentran en tu estado. Yo creo que también te ayudará poder sentir ciertos aromas, como el mío—sonrió levemente, tapándola con una campera suya—. También... He traído algo de ella, sé que tú la quieres mucho.

Suspiró, y tomó el conejo que Narel le había regalado, colocándolo cerca de ella.

—Para que también la sientas a ella. Hoy vendrá Onías a visitarte, está loco por verte —sonrió—. El tonto ese cree que tú despertarás cuando lo oigas, y la verdad, no me importa si despiertas al escucharlo a él, sólo quiero que lo hagas, hija.

Su voz se quebró, y observó con la vista borrosa a la niña, debido a las lágrimas.

—Extraño escucharte hablar, extraño poder abrazarte, por dormir contigo... Poder sentirte. Te extraño Luna, te necesito pequeña, no te imaginas cuanto.

Besó su frente, y acarició suavemente su cabello, acomodándolo.

—Recupérate hermosa, debes despertar. Muchos te estamos esperando aquí.

Saludó a la niña, y salió de la habitación, encontrando a Narel junto a la puerta.

—¿Quieres pasar?

—Sí, gracias —le dijo con una gran sonrisa emocionada, antes de entrar.

Se acercó a la cama donde estaba Luna, y tomó una silla, sentándose junto a la pequeña morena.

—Hola preciosa, soy Narel. Hoy te traje un nuevo cuento que me gustaría leerte —sonrió tomando una de sus manitos—. No quiero estar triste, sé lo fuerte que eres, la vida que tienes por delante, es por eso, que me propongo acompañarte, Luna. Pensaré que sólo estás dormida, pero que aún así, puedes escucharme.

Besó suavemente su manito, y luego abrió el libro, acariciando el dorso de la mano de la niña.

—Hoy te leeré El cascanueces —sonrió.

***

Había vuelto a su casa, luego de haberse quedado un buen rato con Luna, y mientras se preparaba la cena, estaba escuchando la radio, intentando despejar su mente.

En ese momento, el locutor se puso a nombrar sucesos importantes que habían ocurrido un día como aquel, como nacimientos de famosos, o el deceso de algunos otros. Fue entonces, que Narel  tomó en cuenta la fecha que era.

—Oh no, maldita sea no —pronunció frustrada, al borde de entrar en un colapso nervioso—. ¡Qué estúpida! —exclamó saliendo de la cocina, yendo directo a su habitación.

Con lo que había pasado con Luna, primero el secuestro, luego su estado de coma, que aún permanecía, pero con mejorías, se había olvidado completamente colocarse la inyección anticonceptiva.

Sólo esperaba que la dosis anterior, aún estuviera haciendo efecto.

Se cambió rápidamente, y tomó las llaves de su auto, debía encontrar una farmacia abierta cuanto antes, e ir a la enfermería para que se la colocaran.

...

Hasta aquí por hoy ❤💞 Por cierto amores míos ¡Ayer cumplimos una semana! 😍💞❤ es increíble lo que hemos logrado ¡8k de vistas! Y todo gracias a ustedes ¡L@s amo! 😘❤

DariemDonde viven las historias. Descúbrelo ahora