—La niña justo entró cuando estábamos en la cama.
—¡¿Qué?! ¡¿Los encontró teniendo sexo?! —exclamó sorprendida Camille.
—No, no estábamos teniendo sexo... Pero tampoco tendría que haber visto eso. Después no dejó de hacer preguntas.
—¿Pero lo hicieron o no?
—Sí, lo hemos hecho.
—¿Qué te pareció? —preguntó divertida.
—N-No hablaré de eso contigo, Camille.
—Mi primera vez con Onías, fue como sentir que me partían al medio, él-
—¡Ya! —exclamó avergonzada—. No te pedí que me lo contaras, no quiero saberlo tampoco.
—Okay, okay —sonrió divertida, tomando la taza de té—. Oye, vi mal a Orión.
—Ni me hables del enfermo de tu primo —pronunció molesta.
—¿Por qué? ¿Qué ocurrió?
—Vino aquí, a reclamarme porque estaba con alguien más, y encima, a amenazarme. No sé quien demonios se cree que es. Ya me está hartando. Vuelvo a verlo por aquí, y le pondré una orden de restricción.
—Nari, tú sabes que él... Es especial.
—Me importa una mierda sus problemas, yo no lo quiero cerca de mí.
***
Observó su ropa, y tomó un vestido, dos camisetas, un pantalón, y unas bragas de princesas de color rosa, guardando todo en una mochila.
Si llevaba ropa, Dariem ya no tendría excusas para volver al asentamiento, al menos ella no tendría que volver.
Tomó sus crayones, y varias hojas de papel, guardándolas también en uno de los bolsillos de la mochila, y el dibujo que le había hecho a Narel minutos antes, en su campera.
Dariem entró a la habitación de los niños, y observó curioso la mochila que Luna tenía en la espalda.
—¿Qué llevas ahí?
—Libros, para que Narel me lea.
—Eso parece que tiene más que libros.
—También crayones ¿vamos?
La observó con una sonrisa traviesa, y la tomó en brazos. Sabía que estaba mintiendo, pero se lo dejaría pasar.
—Dar.
—Dime —pronunció saliendo del gran edificio.
El sol ya comenzaba a ocultarse, y Dariem quería llegar a casa de Narel antes que oscureciera.
—Si... Si tú tienes hijos, ¿me vas a querer?
—Claro que sí, por supuesto que seguiría amándote ¿Por qué me preguntas eso?
—Rubí dijo que no —murmuró.
El moreno suspiró, negando con la cabeza.
—Escucha Lu, aunque yo tenga hijos, aunque conozca a otra mujer, siempre voy a amarte. Eres mi hija.
—¿Y si la mujer no me quiere a mí?
—No elegiría a alguien que no te quisiera.
—¿Me tiene qué querer también?
—Sí, eso dije.
—¿Cómo Narel? —sonrió, mirando hacia él con sus grandes ojitos de gatos.
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Dariem
Science FictionLuego de que Narel defendiera a un muchacho, de la golpiza que le estaban propinando unos vándalos, descubre que se trata de una Bestia, una raza de humanos híbridos, que ha sido exportada y comercializada, como esclavos, hace más de treinta años at...