CAPÍTULO 20

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—Nari —pronunció afligida, acariciando la espalda y el cabello de su amiga, que estaba llorando.

—É-Él no q-quiere verme —sollozó con angustia—. Me culpa por lo que le pasó a Luna.

—Pero tú sabes que eso no es verdad, que no fue tu culpa.

—A D-Dariem no le interesa... ¿Cómo puede pensar qué no me importa lo que le ocurra a la niña? Estoy desesperada.

—Tranquila, ya verás que los encontrarán, que la niña estará bien —le dijo Camille, abrazándola—. Todo estará bien.

—Si algo le ocurre a Luna, jamás podré perdonármelo.

La rubia suspiró, sin saber que más hacer. Los policías ya estaban buscando a Orión y a la niña, pero hasta ahora, no había rastro de ellos.

***

—Dariem.

Levantó la cabeza, y observó a su amigo, quien se sentó junto a él, dándole una palmada en el hombro.

—No sabemos como más ayudarte, pero un equipo de machos está con los oficiales. Nuestro olfato es más sensible que él de ellos, y quizás... Sea más útil para encontrar a Luna.

—Gracias —pronunció en un hilo de voz, sintiendo un nudo en la garganta.

—¿Seguro no quieres estar con Narel? Será con ella con quién se comuniquen primero.

—No quiero verla, ni escucharla, ni sentirla de nuevo. Si mi hija ahora no está aquí, es por su culpa —masculló las palabras, derramando varías lágrimas.

—No puedes culparla por esto, ella es tan inocente como tú. Fue culpa de ese enfermo.

—La culpo porque fue gracias a ese maldito hijo de puta, que está obsesionado con ella, que mi hija no está. La culpo por conocerla, si jamás se hubiera metido en nuestras vidas, Luna estaría aquí conmigo.

—Exacto, la culpa es de ese hijo de puta, no de Narel. Ella debe estar sufriendo mucho también, sintiéndose culpable por algo que no es responsables. Y tú no la ayudas al actuar de éste modo.

—No me interesa como se siente, lo único que quiero, es recuperar a Luna. Jamás debí poner una mujer, sobre la seguridad de mi hija. Le juré a Venus cuidarla con mi vida... Y ahora ni sé dónde está.

—Tienes derecho a rehacer tu vida, no puedes seguir alejándote de las mujeres, tú-

—Ya déjame en paz, Onías —gruñó con rabia—. Dejé entrar a esa mujer en vida, y la única persona que realmente amo, está en peligro.

***

En las carreteras habían muchos móviles de policías, deteniendo los autos, y examinándolos.

Y Orión sabía que no podría seguir moviéndose en su auto, por lo que se había detenido en la carretera, con la intención de caminar con la niña por una zona boscosa, y así lograr despistar a los policías.

Pero cuando abrió la puerta trasera, supo que algo no estaba bien. Especialmente, cuando tomó a Luna en sus brazos, y su cuerpo lo sintió laxo.

La desesperación rápidamente se apoderó de él, y la recostó en el asiento trasero, tomándose de la cabeza.

—No, no, no. Esto no puede estar pasando... Y-Yo no quería matarla.

Acercó su rostro al pecho de la niña, y notó que su corazón no latía... Y tampoco estaba respirando.

Se alejó con horror del auto, sin saber que hacer. Él no había querido asesinarla, había sido un accidente. Desesperado miró el auto, y luego la zona descampada.

Negó con la cabeza, y se fue corriendo, dejando el cuerpo de Luna en el mismo lugar. Debía huir.

***

Narel se había quedado dormida en su cama, abrazando el conejo que la noche anterior le había regalado a la niña. Luego de haber estado horas sin poder conciliar el sueño, y llorar, finalmente el cansancio había podido más.

Camille estaba en la sala de la casa, mirando las noticias, esperando que pronto algún oficial llamara, que avisaran  algo  sobre el caso. Sabía que ésta vez Orión había ido muy lejos.

Sólo esperaba que si lo encontraban, no cometiera otra locura. Ya bastante daño había hecho.

El celular de Narel comenzó a sonar, y ella lo tomó, respondiendo la llamada.

—Buenas noches ¿Quién habla?

—¿Con la señorita Evans?

—Sí.

—La llamamos desde la unidad 83. Nos han informado que se ha encontrado un cuerpo en la carretera dieciséis.

—Oh, por Dios... ¿Es Luna?

—Las características de la niña hallada, corresponden con los datos que nos han brindado. Actualmente está en el hospital St. John. Si-

—Iré inmediatamente, muchas gracias —pronunció cortando la llamada, corriendo hasta la habitación de Narel—. Nari, despierta, vamos, arriba.

—¿Qué pasa?

—Debemos ir inmediatamente al hospital St. John, encontraron a Luna.

—¿Qué? ¿Cómo está Luna? ¿Por qué está en un hospital? ¿Atraparon a Orión?

—Aún no lo sé cariño, sólo me dijeron eso. Debemos ir al asentamiento también, Dariem querrá estar allí.

***

Llegaron hasta el asentamiento, y quien bajó del auto fue Camille, ya que Narel temía por la reacción de las personas, que al igual que Dariem, la culparan.

Sólo segundos fueron los que tardaron los tres en aparecer junto al auto, ya que Onías también iría.

Dariem al ver que Narel también estaba allí, no quiso ni mirarla, subió al asiento de adelante, junto a Camille, y Onías junto a ella. El muchacho observó con pesar a la castaña, quien notó la tristeza en la mirada de Narel, ante el rechazo de Dariem.

El camino hacia el hospital fue muy silencioso, ninguno pronunció palabra alguna. Incluso Camille se reservó lo que el oficial le había dicho.

—Hola, buenas noches, soy Narel Evans —se presentó la castaña a un oficial—. Me han llamado por-

—El hallazgo del cuerpo de la niña, siganme.

—¿Cuerpo de la niña? —preguntó Dariem aturdido—. ¿C-Cómo qué cuerpo?

—Encontramos un auto abandonado a un costado de la carretera. En el se encontró el cuerpo de una niña, con las características de la pequeña que ustedes nos brindaron.

—¿Mi hija está bien? —pronunció nervioso.

—Cuando la encontramos, los signos vitales de la niña eran muy bajo. El médico a cargo, les explicará mejor —le dijo el oficial, llegando a la zona de unidad de terapia intensiva del hospital.

...

DariemDonde viven las historias. Descúbrelo ahora