CAPÍTULO 34

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—SIETE MESES—

La observó, mientras Narel ayudaba a Luna a acomodar sus juguetes. Tenía una panza hermosa, ella se veía preciosa, tan radiante. Y estaba siendo una madre excelente, tanto para el futuro bebé, como para Luna.

—Mira lo que hice —sonrió la pequeña, mostrándole una hoja—. Hice un dibujo de nuestra familia. Ésta eres tú, el bebito en tu panza, Dar y yo.

—Es un dibujo precioso ¿Y eso de ahí que es, amor?

—Un perrito, algún día Dar me va a comprar uno.

Narel se giró, y miró curiosa a Dariem, quien negó con la cabeza. Era obvio que él era el que no quería una mascota.

—Narel ¿Me peinas?

—Claro que sí, hermosa —sonrió sentándose en la cama, y Luna a su lado, quien le entregó un cofrecito rosa, con sus broches y demás accesorios para su cabello.

***

—¿Cómo va el tema de la escuela? Luna aún es pequeña, pero aún hay otros niños que ya deberían estar escolarizados —le dijo Narel, mientras secaba los platos que Dariem iba lavando.

—Aún no lo sé la verdad. No es algo de lo que hablemos, y debido a la salud de Luna, no he podido formar parte de las nuevas novedades.

—Mm, comprendo, ya voy a encargarme de eso después.

—Tú sólo debes preocuparte por el bebé.

—Aish, por favor —pronunció con fastidio—. Llevo meses sin trabajar, ni hacer nada, y ya comienzo a hartarme.

—Como vuelan esas hormonas... —sonrió divertido.

La joven castaña respiró profundo, suspirando.

—Lo siento, tienes razón, es todo tan estresante. Y ahora con la panza más grande, me siento una inútil. Es frustrante.

Se secó las manos, y apoyó una de ellas sobre el vientre de ella.

—Tienes una panza hermosa, tan redondita.

—G-Gracias.

La acarició suavemente, y se puso de rodillas frente a ella, apoyando su mejilla contra la camiseta de ella.

—Em, Dariem... ¿Qué haces? —le preguntó confundida.

—Sólo quiero sentirlo —pronunció bajo, cerrando los ojos, frotando su mejilla suavemente sobre la tela.

Narel se quedó quieta, sintiéndose incómoda. Y al escucharlo ronronear, se estremeció por completo. Especialmente, cuando levantó su camiseta, y besó su piel, abrazándola con uno de sus brazos.

—D-Dariem —susurró apoyando una de sus manos sobre su cabeza.

La miró, se puso de pie, y sin pedírselo, la besó. La besó como tanto lo había anhelado durante meses, tomándola del rostro con ambas manos, devorando su boca.

Narel posó tímidamente sus manos sobre los hombros de él, y correspondió a su beso, sintiéndose extraña.

Se separó suavemente de ella, y le dio un beso corto, sin abrir los ojos aún, apoyando su frente contra la de ella.

—Lo siento, pero no puedo evitarlo —le dijo volviéndola a besar.

—D-Dariem, espera —pronunció alejándola de ella—. Luna y Onías pueden llegar en cualquier momento, y-

—Quiero estar contigo.

—No podemos.

—¿Por qué?

DariemDonde viven las historias. Descúbrelo ahora