CAPÍTULO 26

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Se abrieron las puertas del ascensor, y rápidamente fue hasta el departamento de Narel, tocando el timbre para que le abriera, ella le había dicho que ya estaba allí.

—Hola, pasa —murmuró mirando hacia abajo, al abrirla—. ¿Quieres algo?

—Sí, que me digas que te pasa ¿por qué llorabas?

—¿Quieres venir a la sala? Así hablaremos más tranquilos.

Gruñó con molestia, y se sentó en el sofá, luciendo realmente irritado. Odiaba cuando las personas comenzaban a divagar, y no iban al grano.

—Habla Narel, me estás haciendo perder la paciencia.

—¿Sabes qué es una ginecóloga? —le preguntó en un tono nervioso—. Porque mañana iré a ver a la mía... Y me gustaría que me acompañaras.

—No, no sé que es.

—Es una doctora especializada en... —suspiró y negó con la cabeza, sin saber como decírselo.

Dariem respiró profundo, y se puso de pie.

—Cuando tengas tus ideas claras, me hablas. Salí preocupado por ti, hace más de una semana no hablamos, y tú me vienes con tus estupideces.

Se giró para irse, y apenas dio dos pasos, escuchó aquello que tanto temor tenía ella de decirle.

—E-Estoy embarazada —confesó en un tono tembloroso de voz, al borde de las lágrimas—. L-Lo s-siento... Esto fue mi culpa, te dije que me estaba cuidando, que no debías preocuparte por nada... Y olvidé colocarme la inyección —sollozó—. N-No quiero que te hagas c-cargo del bebé, sólo q-que lo supieras.

Se quedó varios segundos en el mismo lugar, aturdido por lo que acababa de escuchar. ¿Embarazada?

—D-Dariem, dime algo, lo que sea, pero no te quedes callado por favor.

Cuando él se volteó para poder verla, Narel bajó la cabeza, llorando en silencio. Entendía si estaba furioso, si no quería volver a verla a ella, si no quería conocer al bebé, o si quería insultarla por ser tan estúpida. Pero esperaba que le dijera algo, aunque sea un reproche.

Se acercó a ella una vez más, y observó su vientre. Su panza era tan pequeña, que no parecía que estuviera embarazada, nadie lo creería realmente.

Suspiró, y cerró los ojos, abrazándola.

—Es la culpa de ambos —reconoció en un tono bajo—. Yo también debí cuidarme, aunque tú me dijeras que ya lo estabas haciendo. No te culpo de nada.

—P-Pero luces molesto —sollozó.

—Sólo estoy sorprendido, no esperaba que me dijeras que estabas embarazada. Pero ¿quieres tenerlo?

Levantó la cabeza, y lo miró con confusión.

—¿Por qué me preguntas eso?

—Es que nosotros no somos una pareja, tú tienes un buen trabajo, tu familia una buena posición social... Y yo soy una Bestia, Narel, no quiero arruinar tu imagen.

Sus ojos reflejaron decepción, angustia de escucharlo decir todas aquella cosas.

—No somos pareja, tienes razón, mi familia-

—Narel —suspiró arrepentido— . Lo que quise decir-

—Mi familia tiene una buena posición económica, mi trabajo es bueno, en todo tienes razón, Dariem. En todo ¡menos en lo que yo siento! —le gritó llorando de rabia—. ¿Quién mierda te crees que soy? Nos conocemos hace un año ¿Y vienes a hablar de mi "imagen"? Fui yo quien buscó que ustedes tuvieran una mejor vida, fui yo la imagen de la campaña que se llevo a cabo, para darles todo lo necesario, para buscar sus derechos ¡¿Y vienes a decirme eso?!

—Lo sé, soy un imbécil, tranquilízate.

—No me importa que no quieras al bebé, lo tendré de todos modos.

—Yo no dije que no lo quería, mal interpretaste las cosas. Sólo... No esperaba algo así.

Pero Dariem tampoco estaba diciendo que lo quería. Narel caminó hasta la puerta, y se secó las lágrimas, antes de abrirla.

—Quiero que te vayas.

—Necesito tiempo, nosotros-

—Tú mismo lo dijiste, nosotros no somos una pareja, sólo nos veíamos para tener sexo. Pero eso no te importó para pedirme que fuera la madre de Luna ¿Verdad?

—Narel, no es eso. Pero con todo lo que me está pasando, entiéndeme también.

—Lo único que entiendo, es que yo si podía ser la madre de tu hija, sin que nosotros fuéramos algo. Pero tú no puedes ser el padre del bebé que hicimos juntos. Vete.

—Sólo dame tiempo, déjame pensar, procesar todo esto.

Negó con la cabeza, al borde de llorar una vez más.

—No quiero verte, Dariem. Vete.

En cuanto el moreno salió, cerró rápidamente la puerta, y respiró varias veces seguidas, intentando aguantarse las ganas de llorar.

Le colocó las trabas a la puerta, que había mandando a poner luego de lo de Orión, y fue hasta su habitación, para hacer lo mismo con las ventanas.

Sabía que Orión no podría entrar por ahí, pero lo hacía por Dariem. Realmente no quería verlo.

Volvió hasta la sala, dirigiéndose a la cocina, y se sirvió un vaso de agua, tomándolo entero, tragándose la angustia también.

—Estamos solos —le dijo a su hijo, apoyando una mano en su vientre—. Pero no importa, junto podemos. Jamás me he dado por vencida, y ésta no será la excepción.

***

Había pedido que le avisaran cuando Dariem no estuviera en el hospital, para poder ver a Luna, sin cruzárselo. Y así habían hecho, el joven moreno se iba todos los días dos horas, para traer más ropa a la niña, o para él.

—Hola, hola hermosa —sonrió entrando a la habitación, con un enorme oso de peluche beige, y una bolsa blanca con rayas rosas.

—¡Narel! ¡Viniste! —exclamó con una gran sonrisa Luna, bajándose de la cama para ir corriendo hasta ella.

—Hola hermosa —sonrió abrazándola, dejando al oso en el suelo—. Te extrañé mucho, mucho.

—Y yo a ti, quería verte.

—Mira ¿te gusta? Lo vi en la tienda, y pensé, éste sería un hermoso regalo para Lunita.

—¡Sí! ¡Me encanta! —le dijo abrazando al oso, que era más grande que ella.

—Que bueno —sonrió—. Y además, te traje nuevos cuentos para que leamos juntas.

—¿En serio?

—Ajá, mira —le dijo abriendo la bolsa—. Y estos son más bonitos que los otros. Cuando los abres, los personajes sobresalen del libro.

—Léeme uno, por fis, por fis.

—Claro que sí, ven —sonrió tomándola en brazos, llevándola a la cama.

Todavía tenía una hora para poder disfrutar con Luna, antes de que Dariem regresara.

...

Creo que ella es como tres años más grande que él 🤔♥️

DariemDonde viven las historias. Descúbrelo ahora