CAPÍTULO 27

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Observó la ecografía, y sonrió emocionada. A pesar de todas las estupideces que había hecho, su pequeño bebé se encontraba muy bien. Estaba de casi diez semanas, y los valores que había arrojado la ecografía, eran los correctos para su tiempo.

Abrió un gran cuaderno de hojas blancas, y en la tercera hoja pegó una de las imágenes, escribiendo la fecha, y pegando algunos stickers infantiles.

"Hoy mamá finalmente te vio bebé, y pude escuchar tus fuertes latidos de corazón, diciéndome lo fuerte que eres.

La doctora Berucci dice que estás muy sanito. ¡Ya quiero conocerte!

Con amor, mamá."

Cerró la tapa del cuaderno, luego de escribir aquello bajo la ecografía, y lo guardó en su mesa de noche.

—Leche y cereales creo que está bien. Nos regañaron por comer tanto chocolate, Junior —le habló a su panza, caminando hacia la cocina—. Debemos comer más sano.

***

—Cuarto mes de embarazo—

Imprimió la foto que minutos antes se había tomado, y la pegó en una de las hojas, junto a la ecografía que le habían tomado esa misma mañana.

"Hoy cumples dieciséis semanas, y aunque la doctora dijo que aún no era el tiempo, ¡Ya he comenzando a sentirte! Creo que serás muy inquieto.

No te dejaste ver que eras, estabas con las piernitas cruzadas, pero no pierdo las esperanzas que en la próxima, finalmente me des la sorpresa.

Con dieciséis semanas, mides doce centimetros, y pesas ciento cincuenta gramos... ¡Creo que vas a ser un osito hermoso!"

Rio bajo al escribir lo último, y acarició suavemente su vientre, sintiendo su panza ya más pronunciada.

—Dicen que ya puedes oírme, con lo que me gusta hablar, terminarás odiando mi voz —sonrió.

***

—¿Cuándo vendrá Narel, Dar? Ella siempre venía a verme cuando estaba en el hospital.

—No lo sé, Luna —suspiró—. Ella ahora... Está ocupada.

—¿Y si vamos a visitarla a su casa como antes? —sonrió.

—No podemos, tú aún debes cuidarte.

—Pero yo quiero verla —se quejó haciendo un mohín—. Dile que venga aquí entonces.

—Bien, luego hablaré con ella. Ahora come, sabes que debes alimentarte bien.

—Sí, pero los verdes siempre saben mal —le dijo haciendo una mueca de asco, pinchando un brócoli.

—Están ricos estos —sonrió robándole uno del plato—. Vamos, come.

—Está bien —bufó resignada, pinchando un trocito de brócoli, con otro de carne.

A Luna le habían dado el alta, por lo que los dos ya se encontraban en el asentamiento, en una habitación especial. Habían hecho un monoambiente para ambos, debido a la complejidad del caso de Luna, que aún estaba en recuperación.

—Oye, Lu... Hace tiempo quería preguntarte algo.

—¿Qué cosa?

—¿Te gustaría tener un hermanito?

—¿Un hermanito? ¿Un bebé?

—Sí, un bebé chiquito.

—¿Ya no me quieres, Dar? —le preguntó preocupada, bajando sus orejitas.

DariemDonde viven las historias. Descúbrelo ahora