CAPÍTULO 36

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Estaba llegando a su casa, y se sorprendió de ver que Venus estaba cerca de ella. La observó con desconfianza, y se fue rápidamente hacia a su hogar, preocupado por Narel.

—Dar, Dar —le dijo Luna corriendo hasta él—. Mi mamá le dijo cosas a Narel.

—¿Qué?

Miró a la castaña, y ella rodó ojos, acercándose a Dariem para tomar las bolsas de las cosas que había comprado.

—¿Ella estuvo aquí? ¿Qué fue lo que te dijo?

—Nada, sólo cosas de una estúpida resentida.

—¿Pero estás bien?

—Sí, Dariem.

El moreno miró a Luna, y suspiró.

—Lu, ve a tu habitación por un momento.

—Pero-

—Ve a tu habitación, quiero hablar con Narel.

—De acuerdo —bufó la pequeña, caminando hacia su habitación.

Dariem había agrandado la casa, gracias a la ayuda económica de Narel, ya que ella había decidido vivir con ellos.

—Narel, dime que fue lo que te dijo. No creí que ella sería capaz de venir aquí, y encima decirle a Luna que es su madre. No puede ser tan descarada.

—Dariem, vine aquí para terminar mi embarazo tranquila, no quiero problemas. Y no pienso darle el placer, a esa imbécil, de verme mal. No me interesa que sienta o piense ella, tú sabes que lo más importante para mi, son Luna y mi hijo. Si ella te quiere a ti, y tú a ella, vete Dariem, yo no voy a detenerte.

La miró a los ojos, aturdido de escucharla decir aquello. Sabía que Narel aún no lo perdonaba, que seguía con su decisión de necesitar un tiempo. Pero creyó que ya lo había aceptado.

Dormían juntos, se besaban, tenían sexo... Pero era obvio que ella no lo veía como su pareja, ni le interesaba que hiciera él.

—Te dije que te elegía como mi mujer, tú eres mi familia, es a ti a quien quiero.

—Okay.

—¿Okay? ¿Sólo eso dirás?

—Estoy de mal humor —pronunció molesta—. No duermo bien, tengo los pies hinchados, me cuesta respirar, hasta hacer las cosas más básicas se han vuelto un desafío. En lo que menos pienso, es que quieres tú o ella.

—Está bien, no hablemos de ella. Ven, vamos a la habitación.

—¿Para qué?

—Para masajear tus pies.

Narel sólo asintió con la cabeza, y con algo de dificultad comenzó a caminar hasta la habitación que compartía con Dariem. Y él no tardó en acercarse a ella para ayudarla, pasando uno de sus brazos por detrás de su cintura, y el otro por delante de su vientre, casi abrazándola.

—Ya Dariem, encima que no me puedo mover, contigo menos así.

—Tengo miedo de que te caigas.

—No lo haré —bufó fastidiada.

***

—¿Y qué hay de ti? —le preguntó sonriendo, tomando de su batido de fresas.

—¿De mi? Nada básicamente. Ahora trabajo aquí, junto a otros miembros de nuestra sociedad para la toma de decisiones.

—Genial.

—¿Y tú, Venus? ¿Dónde estuviste todo éste tiempo? —preguntó Onías.

—Viviendo —sonrió—. Finalmente viviendo, no fue fácil, pero conocí una vida, que durante mucho tiempo sólo soñé. Y cuando pude, decidí venir aquí, para poder estar con los de mi especie, y Dariem.

—Sabes que él ya te superó, no busques problemas.

—Él no me superó, aún me ama. Y no busco problemas, sólo quiero estar con mi compañero.

—Si hubiera sido tu compañero, jamás debiste irte y dejarlo.

—Necesitaba hacerlo, él no me hubiera acompañado.

—Abandonaste a tu hija.

—Yo jamás quise tener a esa niña. Y Dariem no tiene derecho de reclamarme nada, yo no le pedí que la conservara, él lo hizo porque quiso.

—¿Y quién no lo hubiera hecho en su lugar? Era una bebé pequeña, que jamás hubiese sobrevivido sola.

—Onías, no quiero hablar de esto. Además, la niña se salvó, está viva, no tiene sentido volver a tocar el tema.

—Dariem y Narel son muy felices, pronto nacerá su bebé... No te metas en su relación, Venus, ellos son una familia.

—No me importa, conozco a Dariem más tiempo que esa gorda humana.

***

Suspiró, mientras se metía a la cama, dispuesta a intentar dormir. Debido a su panza, debía dormir con dos almohadones detrás de su espalda, para poder respirar.

—Luna ya se ha dormido —sonrió Dariem entrando a la habitación.

—Que bueno —le dijo tomando un pote de crema, para colocarla en su piel.

—¿Sigues molesta?

—Ya te dije que no lo estaba contigo —pronunció colocándose un poco en sus manos—. No sé porqué sigues insistiendo.

—Es porque estás rara.

—Sólo estoy cansada.

Subió su camisón, y pasó suavemente sus manos por su vientre, esparciendo la crema. El moreno se acercó a ella, y la ayudó, sin que Narel se lo pidiera, porque le encantaba poder sentir a su bebé de ese modo.

—¿Te dije que te ves hermosa?

—Como si fuera a creer eso —murmuró soltándose el cabello, luego de bajar su camisón.

—Pero es la verdad, te ves preciosa —Sonrió tomándola del rostro con una de sus manos.

—Si tú lo dices.

Se inclinó hacia adelante para besarla, pero Narel apenas le correspondió, provocándole una sensación de malestar en el estómago.

—¿Qué pasa? —preguntó preocupado—. Narel, dímelo.

—No estoy de humor.

Asintió con la cabeza, y dejó que ella se acomodara en la cama, para poder abrazarla luego, aunque podía sentir la molestia de ella. No quería que la tocara.

—Descansa, tú también hijito —le dijo apoyando una de sus grandes manos, sobre la panza de ella—. Y deja dormir a mami.

La castaña no dijo nada, sólo permaneció en silencio, en la misma posición, hasta escuchar que Dariem se había dormido.

Se sentía tan irritada, que ni quería tenerlo cerca. Y es que aunque no quisiera admitirlo, la visita de aquella mujer la había puesto de muy mal humor. Y no es que temiera perder a Dariem, sólo no quería un problema en su vida.

Ya se había librado de Orión meses atrás, para que ahora apareciera la ex de Dariem, a joderla a ella, que lo único que le importaba, era el bebé por nacer y Luna.

Dariem podía hacer lo que quisiera, más de una vez se lo había dicho Narel.

...

Esta hormonal, transcurriendo su último mes... Muchas emociones juntas jajaja ♥️♥️

DariemDonde viven las historias. Descúbrelo ahora