Beast

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10 Beast - Bestia.



Los arboles parecían un borrón oscuro al costado del camino, una rápida sucesión de sombras que parecían perseguirlos.

No es que Hyoga estuviera asustado... nada en su vida llegaría ya a obrar semejante milagro. Pero nunca estaba de mas mirar por sobre su hombro.

Después de todo, siempre había un numero titilante sobre sus cabezas.

La luna sangraba en lo alto del cielo negro... y el rubio debía de reconocer que había más de una superstición dando vueltas en torna a una luna roja.

Observo una vez mas por sobre su hombro, y cubrió su cabeza con la capucha de su capa.

No tenia ni idea de cuanto tiempo les faltaba para llegar a estar a salvo, pero no podía hacer mas que aferrarse y esperar.

Simplemente esperar...

Aun era de noche cuando despertó, cubierto por un manto cálido de pelo, y dos pares de ojos viendo la inmensidad del bosque a su alrededor.

Seguramente había caído dormido antes de que tanto Ikki como Shun decidieran parar a descansar.

—¿No hay cazadores cerca? —preguntó en un susurro casi.

Uno de los enormes lobos se giro hacia él, su hocico corriendo por un lado de su cabeza, muy suavemente.

Hyoga acepto la caricia, pero no pudo dejar de notar que ninguno de los dos hermanos había retomado su usual forma.

—Aun nos siguen. —confirmó con una sola mirada cuando el lobo mayor se puso en alerta, y Shun a su lado lo insto a volver a subirse en él.

Una vez más, su carrera era de vida o muerte, escapando de aquellos con los que casi se habían topado por casualidad. Shun no había dejado de gruñir en toda su loca carrera, por lo que era una reverberación constante que Hyoga bien podía sentir debajo de sus manos.

—No pueden estar aún detrás nuestros... no con su velocidad. —comento al viento, solo por no quedarse callado entre el gruñido de ambos lobos.

Pero antes de que pudiera hablar de sus sospechas, un golpe al flanco izquierdo de Shun lo envió directamente al suelo húmedo del bosque, y muy lejos de ambos lobos.

De pronto se vieron rodeados de figuras jadeantes, brillantes cuchillos y sonrisas que podían helarle la sangre a cualquiera.

Hyoga podía escuchar los gruñidos de ambos, oír las risas y las palabras burlescas, mientras el fuego y las dagas de plata bailaban cerca de sus cuerpos trasformados. El rubio intento ponerse de pie, intento llegar al lado de sus amigos... pero su pierna había sufrido por el impacto y no estaba respondiéndole.

No podía ayudar, no de esa manera, evidentemente.

Ikki aulló de golpe, llamando su atención, un aullido extendido en el viento... un lamento profundo y triste.

En medio del claro, lleno de fuego y sangre, el cuerpo de Shun estaba inerte. Ya no peleaba, ya no intentaba mantenerlos alejados de Hyoga.

El lobo había caído, su amigo... su amado.

La ira lleno los corazones de ambos hombres, Ikki gruño de forma tan grave que hasta el rubio sintió la vibración en sus huesos. Los hombres a su alrededor gimieron de miedo ante el rencor de la bestia.

Gritos siguieron y se duplicaron, frases inentendibles... y ruegos por perdón. Rezos por una ayuda divina que jamás llegaría a ellos, no después de lo que se atrevieron a hacer.

Hyoga siguió arrastrándose, intentando llegar al cuerpo de Shun.

Aun en la oscuridad de la noche, el leve crepitar del fuego en el claro, era suficiente para que Hyoga vea las grandes manchas de sangre que cubrían el pelaje castaño. Apenas llego a acariciar el enorme hocico, cuando el ultimo grito por clemencia se oía alejado de ellos.

Quizás no todos habían encontrado la muerte en las feroces fauces de Ikki.

Aun podía ser peor... aun podían venir más.

Llego a Shun cuando la luna comenzaba a perder su coloración rojiza. Sus brazos apenas pudiendo rodear el gran cuello, sus manos tanteando las múltiples heridas que le habían hecho.

Y así como la luna, el hechizo sobre el cuerpo de su compañero fue escapándose de él. Dejando detrás la figura humana más delicada que jamás había visto.

Por que muy pocas veces había visto a cualquiera de los dos en sus formas humanas, porque ambos sentían que esas no eran sus verdaderas 'pieles'.

—Debemos irnos, ahora... no hay tiempo para llorar, Hyoga.

Él lo sabía, claro que lo hacía, pero simplemente no podía pensar en hacer otra cosa que sostener el cuerpo delgado... casi tan pálido como la misma luna, entre sus manos.

Hyoga sintió pasos, pasos humanos. Dos pies apenas coordinados detrás suyo, y una mano que escurrió por el semblante ahora pacifico del que era su pequeño hermano.

—Nunca he entendido la palabra bestia, tanto como en estos momentos, Hyoga.

—Ni tú, ni Shun... jamás lo fueron.

Ikki volvió a transformarse en frente de sus ojos, no más palabras, llorarían a su compañero cuando ambos estuvieran a salvo.

Hyoga lucho con su propio peso y el de Shun, pero pudo tener a ambos sobre el lomo de Ikki antes de que nuevos gritos se escucharan.

Ahora debían salir de allí.


Final del día 10



Notas Finales: Si me van a tirar con algo, que sea con tomates... son mas saludables y duelen menos que otros objetos más contundentes.

Por favor.

Esta historia iba a ser un oneshot... iba, pues la idea quedo en un intento de prologo que jamás vio la luz. Así que pensé en esta pobre adaptación... aunque no digo mucho del universo que quería plasmar.

Solo espero que se haya entendido el concepto básico del fic.

Fictober2018Donde viven las historias. Descúbrelo ahora