Sky

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19 Sky - Cielo.



El día había amanecido como los últimos en ese mes, gris y frio. Simplemente muy triste. Un cielo encapotado que no dejaba ver ningún rayo de sol.

Hyoga se las arregló para entrar al lugar con su mochila llena de frutas y algunas botellas de agua pura... que al parecer seria lo único que aquel muchacho aceptaría de él. La primera vez que le ofreció otra cosa, que no fuera lo que Gustav le mandaba, Hyoga pensó que lloraría al verlo comer con tanto ímpetu.

No que por un par de frutas que pudiera pasar casi de contrabando, el rubio notara algo de cambio significativo en la salud del chico. La piel blanca, ahora se veía casi tan gris como el cielo de ese día. Los ojos verdes, que Hyoga vio con adoración los primeros días, hoy ya no tenían ningún brillo.

Se podía notar a simple vista, su cabello y sus plumas... apenas podían decirse que estaban manteniéndose limpios.

—Ey, hola... Soy yo, ¿estas durmiendo? —Hyoga preguntó, cuando el ser alado no se movió de su esquina. —Mira lo que traje para ti...

No hubo movimiento alguno, y ni siquiera un leve reconocimiento por su presencia. Hyoga estaba confundido, y realmente intrigado.

—Es mejor que dejes ya de hacer eso. Gustav tendrá el mismo trato contigo si te ve asiéndolo.

La voz de Isaac lo tomo completamente por sorpresa, él habría jurado que estaba solo allí.

—¿Qué?... —¿qué había dicho? —Me estas diciendo que Gustav, ¿es la razón por la que él esta así?

—¡Él! Él, Hyoga... no es un él, es un... ALGO. Una cosa, y esa cosa no esta siendo lo que Gustav quiere que sea. —Isaac gritó, por alguna razón, sus nervios a flor de piel, sin que Hyoga supiera exactamente qué había pasado antes de que él llegara. —Como si no conocieras a Gustav, Hyoga. El hombre que nos crio... podría matarnos si eso le redituara dinero.

Sí, eso no es algo que escapara al entendimiento de Hyoga. Gustav podría ser calificado como su padre por todos los que los conocían, pero solo ellos dos sabían que tan errado era ese pensamiento.

—¿Qué ha hecho, Isaac?

El joven desvió sus ojos, apretando sus dientes con fuerza.

La había visto todo, pero... no es que fuera fácil de explicar.

—Esta mañana sus alas no estaban... Y te lo juro Hyoga, ahora puedo verlas, pero no estaban allí cuando Gustav y yo entramos.

—¿Cómo?

—¡Y que sé yo, Hyoga! Simplemente no estaban. —Isaac gesticulo como loco por unos segundos. —Gustav había traído a ese hombre... el que quería comprarlo. Se rio de Gustav en su cara, diciendo que era un fraude y que le había causado muchas perdidas con ese viaje, para simplemente encontrar a un niño desnutrido encerrado en una jaula.

Hyoga recordaba al hombre, le había dado una muy mala sensación apenas se cruzó con él en la entrada de la casa.

—Solo cuando se fue, sus alas volvieron... Gustav estaba furioso. ¡Ese hombre dirá que el show es un fraude, se lo dirá a todo el mundo!

—¡Eso no es lo importante, Isaac! ¿Qué ha hecho Gustav con Shun?

—¿Shun? —Isaac sonó contrariado, como si de golpe Hyoga no hubiera hecho nada mas que nombrar a un perrito que los había seguido, y al cual no se podían quedar. —¿Por qué le has puesto un nombre?

Fictober2018Donde viven las historias. Descúbrelo ahora