Addict

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25 Addict - Adicto.



Shun había hecho todos los arreglos, mandado mensajes y estibado las compras que él sabia que iban a durar el tiempo justo y necesario. Tenía un tiempo límite, un corto tiempo en que debía someter su cerebro a todo el conocimiento necesario para poder aprobar las materias de su último año de instituto... todo eso en menos de dos meses.

Lo había hecho bien con los años anteriores, incluso poniéndose firme ante el constante consejo de Sahori, para que la dejara 'encargarse' de los títulos de su secundario ella misma. Shun no quería recurrir a tener que depender de Sahori o de la Fundación Graud para que un diploma tuviera su nombre. Le bastaba con que le dieran la posibilidad de hacer todo en un tiempo récord.

También había aprendido por experiencia, que era todo lo que tenía que hacer para no perder su tiempo con salidas innecesarias por comida, o incluso parates en su estudio para cocinarse. No, él no perdería el tiempo, por lo tanto, estaría viviendo por mas de dos semanas a base de la no tan saludable sopa ramen instantánea... la cual, no era su favorita por nada del mundo. Pero que aun era mejor que morir de inanición mientras estudiaba.

Afortunadamente...Shun tenía un aliado.

Una golosina a la cual, según Hyoga, se había hecho totalmente adicto.

Caramelos de café, edición especial, y por lo tanto muy difíciles de encontrar.

Pero a él le encantaban, y de todas formas siempre compraba muchos cada vez que los veía en alguna tienda.

De esas golosinas, el Santo de Andrómeda había comprado el doble de cajas que de sopas instantáneas.

Claro que Shun no pensó que, con la facilidad que se los comía mientras estudiaba, y que por muchos que tuviera sobre la mesa, iban a reducirse mucho mas rápido que cualquier otra cosa que había comprado.

Así fue que antes de que terminara la primera semana, Shun había acabado con casi dos de las cajas de caramelos que había comprado... y no acababa de contar la segunda caja como acabada, solo porque había dejado allí dos caramelos solitarios, para darle la ilusión de que aun tenia algo a lo que aferrarse.

Pero por mucho esfuerzo que pusiera, y quisiera seguir intentando concentrarse en sus estudios, le era imposible no pensar en sus caramelos.

Por supuesto que Hyoga fue su primera persona a quien recurrir.

Por que estaba claro, que él no iba a salir de su casa... aunque el cuerpo comenzara a picarle por las ganas de conseguir más de sus golosinas.

Ya caída la noche, y con él solo habiéndose leído menos paginas de las que debería, su puerta fue atacada con un sonoro y rítmico golpeteo, que Shun reconocería incluso dormido.

—¡Hyoga!

—Sí, sí... ya me has tenido dando vueltas por medio Tokyo, espero que no me eches tan rápido como la última vez. —Hyoga gruño, pero sin real enojo, golpeando las cajas que había conseguido directamente contra el pecho del joven Santo de Andrómeda, antes de instalarse junto al kotatsu.

—¡Gracias! —Shun agradeció entre contento y aliviado, y eso sería lo único que el chico diría por al menos una hora y media seguida.

Hyoga simplemente se entretuvo viéndolo estudiar, incluso si reconocía que Shun no estaba ni enterado de que él seguía en la casa. Antes de que se pusiera a hacer una cena, mucho mas saludable de lo que fuera que su compañero había estado comiendo en esa semana.

Así fue, como casi tres horas después de su llegada, el rubio Santo estaba haciendo lugar en la mesa, incluso mientras Shun seguía leyendo y haciendo anotaciones.

—Te has vuelto adicto... —murmuro dejando el estofado caliente cerca, pero donde Shun no lo volcara sobre su trabajo en un mal movimiento.

—No, claro que no. —contestó el chico, pero sus acciones no coincidían con sus dichos, pues mientras se negaba a darle la razón a Hyoga, abría otro caramelo.

—Claro, como pude haber pensado en algo tan loco... ¿llevas la cuenta de cuantas cajas te has comido?

Solo allí el rubio obtuvo la atención de Shun sobre él. Y aunque s compañero había negado enérgicamente, era obvio que estaba mintiéndole.

Hyoga dejo escapar un suspiro, mientras juntaba en una bolsa los envoltorios desechados de caramelos, estaba seguro de que si los cantaba él podría tener una clara idea de todo el dulce que Shun había ingerido esa semana, pero por otro lado...

—Bien, digamos que hare como que no he visto nada. Pero es mejor que luego de este estresante periodo cambies tus hábitos alimenticios, Shun.

Shun sonrió, dándose cuenta del cuenco humeante junto a él.

—¡Prometido, Hyoga-kun!

—Eso, y una revisión completa de tus dientes.


Final del día 25.



Notas finales: Jajajaja... lo siento, pero no puedo dejar de pensar en mí... si bien la idea del prompt me la dio mi novia, esto mismo me ha pasado varias veces. Siempre que le vuelvo adicta a una golosina, o alguna otra cosa, siempre lo discontinúan... y me pongo frenética por no encontrarlo más... último caso, la hamburguesa Big Tasty.

Fictober2018Donde viven las historias. Descúbrelo ahora